Día 15 "Declaración".

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Rohan ya no sabía que hacer, pues desde hace varios días que se sentía mal, le dolía el estómago, la comida le daba asco, tenía dolor de cabeza, se le iba el aire y sentía una gran presión en su pecho y muchos malestares más, pues esto solía suceder cada vez que veía al joestar y no sabía por qué.

Ciertamente rohan ni lo soportaba, ni siquiera le agradaba, pero cada que lo veía los malestares aparecían y le solían durar unas 5 horas al día.

Lo peor de todo es que se volvieron más intensos después de la vez que comió un helado en compañía con el joestar y después de que ellos empezaran a pasar más tiempo juntos.

Por lo que evitaba verlo y estar cerca de él, se encerraba en su casa sin dejar entrar a nadie, cuando koichi lo iba a visitar, rohan siempre se aseguraba que fuese solo. Pues el sentirse mal le dificultaba realizar su trabajo, al inicio josuke iba muchas veces a verlo, pero este no le dejaba entrar y solo lo dejaba por horas fuera de su casa sin importarle el ojipurpura, por lo que el joestar se hartó del comportamiento del peliverde y dejo de buscarlo.

A Rohan no le gustaba tratar así al joestar, pero tampoco le gustaba sentirse mal.

Siempre pensaba que podría provocarle tal malestar, incluso cuando fue con un doctor este no le supo decir que le pasaba, y sus pensamientos siempre solían terminar en aquel joven, provocándole un dolor en el pecho.

¿Qué le sucedía?, se preguntaba, el tan solo pensar en el joestar ya lo ponía mal, y no encontraba explicación alguna.

Suspiraba cada mañana en el balcón de su casa, observando los frondosos árboles de las calles, el cielo y su peculiar color, la brisa suave y fresca del día, las hermosas flores de los jardines, todo era perfecto a su vista, pero su pecho dolía, seguía doliendo y se preguntaba el por qué, si aquel joven no pasaba por sus pensamientos en ese momento, pero dolía a Kishibe rohan le dolía.

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Josuke Higashikata era un joven que creía conocer al mangaka, pues desde la vez que disfrutaron aquel helado en el parque había conocido otras facetas de él, y no fue la única vez que se la pasaron juntos sin discutir, pues habían pasado ya mucho tiempo conviviendo y como había disfrutado esos momentos, pero de un momento a otro el ojiverde lo empezó a ignorar de nuevo, no lo dejaba entrar a su casa, ni siquiera se asomaba a verlo, dejándolo fuera por horas y cuando se lo topaba en la calle este huía de él, y nuevamente lo ignoraba, logrando que el joestar se molestara ante tal acción, pero más que sentirse molesto estaba deprimido, pues el de verdad quería pasar tiempo con el ojiverde, últimamente a josuke le dolía el pecho, en el día, tarde y noche, no había medicamento que le ayudara y ni hablar de su stand pues este no lo podía curar, sentía que el aire se le iba, se agitaba y el pecho le presionaba.

La brisa de la mañana le pegaba en la cara, fresca como el agua de manantial, dulce como el roce de los pétalos de las flores sobre la piel.

Pero en su mente siempre estaba el ojiverde, su rostro, voz, ojos, labios y todo lo que formaba parte de él.

Su pecho de repente dolía aún más, y en verdad ya no sabía que más hacer.

Eran dos corazones enfermos, que no sabían cómo ser curados, y que si no se apresuraban a encontrar una cura probablemente morirían.

Así eran ellos dos, así eran sus corazones, enfermos e indecisos, pobres hombres que destino les esperaba si no podían ver más allá del dolor.

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Nuevamente el joestar se armó de valor y fue a la casa del mangaka, toco varias veces la puerta pero no recibió respuesta alguna, ya cansado de que siempre pasara lo mismo, rompió la puerta con Crazy Diamond logrando entrar así a la casa, donde observo que no había nadie, subió las escaleras hasta llegar al estudio del mangaka, en donde lo encontró tirado en el suelo por lo que josuke se alarmo y rápidamente se acercó a levantarlo y a llevarlo a su habitación, hizo que su stand le curara pero ni aun así reacciono, lo cual preocupo más al joestar dejándole ver una gran angustia en sus ojos.

Cuando de repente rohan abrió los ojos de golpe, topándose verde con purpura, sus corazones dolieron al mismo tiempo, haciendo que cada uno pusiera su mano en su pecho, esa enfermedad que los atormentaba, esos latidos, esos dolores que se volvieron intensos, sus ojos se llenaron de lágrimas, esos brillosos y cristalinos Orbes.

Pues allí mismo cada uno se dio cuenta de que no se trataba de ninguna enfermedad extraña, sino de una enfermedad que todos alguna vez han tenido, siendo la más mortal de todas porque muchos han muerto por ella, muchos han sufrido y muchos más han tenido que vivir con ella, y es que a esa enfermedad muchos la conocemos como amor.

Y al fin sus corazones se habían dado cuenta, se miraban, sonreían y lloraban al mismo tiempo que el dolor empezaba a desaparecer.

-Higashikata josuke, siempre metiéndote donde nadie te llama-.

-Kishibe rohan, el egoísta y malagradecido-.

-Después de todo, tú eras el causante de mis malestares-.

-De igual forma me lastimaste aquí-. señalaba la zona en donde se encontraba su corazón.

- ¿Está mal que te quiera a mi lado? -.

- ¿Está mal que yo también lo haga? -.

Los dos se sentaron sobre la cama, uno enfrente del otro.

Josuke tomo la mano de Rohan, acariciándola con las yemas de sus dedos, sintiendo la suavidad de la piel ajena, la calidez que esta emanaba y las líneas que forman parte de su mano.

Tomo ambas manos y las posiciono palmas arriba, las elevo hacia su rostro y les depósito un dulce beso a cada una.

-Te amo rohan-. le miro y más lágrimas brotaron de sus ojos, sus mejillas se tiñeron de un rojo carmín.

Rohan le miro y al fin había dejado de doler su corazón, y de sentir esos horribles malestares, luego agachó la mirada a sus manos.-No sé si lo nuestro podría funcionar, después de todo no tenemos casi nada en común, eres destable, molesto y no me agradas...creo, pero también cuando estoy contigo me siento bien, puedo contarte cosas que jamás le contaría a nadie más, mis secretos y mis recuerdos valiosos tú los has escuchado y nadie más solo tú, así que, no se hacia dónde iremos a parar, pero una cosa es segura josuke, yo te a-amo-.subió su vista hasta encontrar esos hermosos orbes purpuras que estaban rodeados lágrimas, posó sus manos en el rostro del joestar envolviendo su cara con ellas, se acercó cual temeroso y rozo sus labios con los del ojipurpura, ¡oh! que deliciosa sensación, suave, caliente, erótico.

Eran las palabras que le vinieron a la mente, así que prefirió quitarse esa sed y probar las deliciosas aguas del desierto, aferró sus labios siendo correspondido por el joven, se envolvieron en un apasionado beso, uno muy necesitado como si les hubiesen prohibido beber agua en un largo tiempo y al fin les hubiesen quitado esa horrible prohibición, bebiendo del manantial hasta saciar su sed, hasta quitar lo seco de sus gargantas.

Lenguas que se envolvieron en un baile apasionado de arriba abajo, a los lados, entrelazándose entre ellas, labios que se juntaban y que en ocasiones eran atrapados en una mordida.

Cuerpos que se abrazaban, dedos que se enredaban en las hebras finas de los cabellos, gemidos que se empezaban hacer presentes por la habitación, gotas de sudor que los cuerpos empezaban a expulsar, el calor que se hacía presente, que peligrosa era esa situación, dos hombres consumidos por una necesidad, una cura que habían encontrado para sus corazones enfermos, unas terribles ganas de fundirse hasta volverse uno solo.

Josuke recostó a rohan sobre el suave colchón, seguía besándolo y jugando con sus cabellos, sólo se separaba para tomar un poco de aire.

-Rohan...te amo-. dijo mientras enterraba su rostro en el cuello del mangaka para luego empezar a besarlo y dejar pequeñas mordidas creando círculos rojos por la piel pálida, pequeñas rosas que brotaban sobre el hermoso jardín, eso era lo que josuke veía.

-Tengo miedo josuke, de que me conozcas mejor que yo, de que sepas mis debilidades, de que sepas mis miedos y de enamorarme más de ti-.

-Y yo también tengo miedo de no ser lo suficiente bueno para ti, de que me llegues a odiar de verdad, de que me hagas olvidarte, de que borres tu ser de mí, tengo miedo de perderte ahora que te tengo a mi lado-.

Rohan extendió sus brazos, envolviéndolo en un gran abrazo, pues eran tantas las emociones que sentían, tantas lagrimas que estaban siendo derramadas, tanta felicidad que estaba siendo demostrada, ese día no hicieron mas que abrazarse y quedar en silencio, un gran silencio que para nada era incómodo, era un silencio que demostraba cuanto se habían necesitado y el cuanto sus corazones habían anhelado esa cura.

Reto 30 Días(JosuHan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora