Capítulo 1: Me presento

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Normalmente, sabría cómo comenzar a escribir una historia; después de todo es mi historia. Mi historia compartida junto a mis amigos y familia, sobrepasando situaciones que jamás habría imaginado. Puede ser que esta historia no te guste, que no la creas real, pero esta es mi historia, mi vida a partir de Hogwarts, colegio de magia y hechicería. Fue feliz, fue triste, fue fascinante, fue trágica. Hubo vida, hubo muerte, hubieron sorpresas, hubieron revelaciones. Pero también hubo amistad, amor y aventura.

No sé si esta es la mejor manera de empezar esta historia, pero prometo ir mejorando con el tiempo.

Nací un 27 de julio del año 1980. La verdad es que no recuerdo nada de este día, pero mi madre me contó que fue un día lluvioso y que ella y mi padre tuvieron que salir a las apuradas hacia el hospital a las cinco de la mañana. Soy molesta desde que nací supongo. Mi madre me afirmó que estaba emocionada con mi nacimiento, que tenía mi nombre pensado hace vario tiempo y que me tuvo cuando era una joven de veinte años por lo que los nervios corrían por su cuerpo. Lo bueno es que estaba ansiosa y feliz, así que supondrán que he tenido una infancia de oro.

No fue así.

Un año después, mi padre desapareció y no formó parte de mi crecimiento, cuando era una niña. "Se fue de casa, tuvo que irse", eran las palabras de mi madre cuando yo preguntaba por él. "Eran tiempos oscuros en el mundo mágico", agregaba. No sé su nombre, no recuerdo su rostro, no tengo memoria de él ya que solo tenía un año recién cumplido. Lo único que sabía de él era que también era un mago como mi madre y que heredé de él la pureza de sangre. Con el pasar de los años, fui cuestionando más y más acerca de él a mi madre, con la esperanza de que algún día pudiera conocerlo o al menos saber más de él. Pero mi madre se rehusaba y se rehusó hasta que yo comprendí que no era un tema del cual yo sería capaz de obtener información. Notaba que la hacía mal hablar de él, que apartaba su mirada y que sus ojos se llenaban de lágrimas de ira y tristeza. 

Sin embargo, a pesar de no tener a mi padre a mi lado, mi madre me dio todo lo que necesitaba y todo lo que me hacía feliz. Cuidó de mí y me crío ella sola, enseñándome a dar los primeros pasos, a decir las primeras palabras y a imaginar historias mientras jugábamos con mis figuras de plástico que tomaba como protagonistas. Estuvimos las dos solas por un largo tiempo hasta que cumplí mis cinco años. 

Recuerdo que mi madre se arrodilló junto a mí y me dijo:

- Mack, escucha, vamos a tener compañía en casa, ¿sí? 

- ¿Quién, mamá? - pregunté, y ella sonrió.

- Alguien a quien mamá quiere mucho - tomó mi rostro entre sus manos y yo sigo recordando la sensación. - Tiene un hijo, de tu edad, será tu nuevo amigo.

Por lo tanto, comenzamos a vivir con ellos en un pequeño barrio en Londres, Inglaterra, y debo admitir que me hicieron sentir como una niña con una familia. A medida que fui creciendo, fui dándome cuenta que mi madre estaba mejor, sonriendo más y deslumbrando color a la vida; y claro que después de unos meses me di cuenta que mi madre y este hombre invitado eran pareja, y que él era uno de sus motivos de su felicidad. 

Creo que lo que más extrañaba de mi viejo hogar era nuestra elfina doméstica. No es que me gustaba que me sirviera ni que sean maltratada; era un miembro más en mi casa y era siempre bienvenida, y me llevaba muy bien con ella. Su nombre era Winky y le contaba todas mis penas y pensamientos, considerándola una amiga, antes de ser tan cercana al hijo del amigo de mi madre.

Mackenzie y la piedra filosofal | [MEH #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora