Capítulo 20: El bosque y la sombra

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Al principio, los Gryffindors que pasaban por el gigantesco reloj de arena, que informaba de la puntuación de la casa, pensaron que había un error. ¿Cómo iban a tener, súbitamente, doscientos puntos menos que el día anterior? Y luego, se propagó la historia.

Harry estaba en la mira, como el famoso héroe de dos partidos de Quidditch; Hermione y Neville como otros dos estúpidos de primer año; y yo como la inmadura que había decidido solucionar los problemas contra Malfoy.

Estupendo, bufé de mala gana cuando me di cuenta que hasta los de Ravenclaw y Hufflepuff nos giraban la cara, porque todos habían deseado ver a Slytherin perdiendo la copa. Por dondequiera que pasáramos, nos señalaban con el dedo y no se molestaban en bajar la voz para insultarnos. Los de Slytherin, por su parte, nos aplaudían y nos vitoreaban, diciendo: "¡Gracias, niñitos, les debemos una!".

Malfoy me fulminaba con la mirada con un triunfo que se le reflejaba en sus ojos. Le saqué el dedo corazón por lo bajo para que se bajara de las nubes en la que se encontraba.

- Hola, Mack - me saludó Ron, quien ya estaba mejor por la herida del dragón.

Hermione me miró con preocupación. Me había quedado en la cama un rato ya que no tenía ganas de bajar.

- Se olvidarán en unas semanas - habló Ron, refiriéndose a los puntos. - Fred y George han perdido puntos muchas veces desde que están aquí y la gente los sigue apreciando.

- Pero nunca perdieron doscientos puntos de una vez, ¿verdad? - pregunté tristemente.

- Bueno... no - admitió Ron.

Era un poco tarde para reparar los daños. Debería jurar que, de ahí en adelante, no me metería en cosas que no eran asunto mío. Todo había sido por andar averiguando y espiando. Pero no me sentía tan terrible por haber ayudado a Hagrid por un bien mayor.

Sin embargo, empecé a considerarlo cuando Wood nos vino a hablar al día siguiente.

- ¿En qué estaban pensando, muchachos?

Harry y yo nos miramos de reojo. Él pareció pedirme perdón con la mirada al abrir la boca para decir:

- Debería renunciar al equipo.

Mi reacción fue largar un chillido "¿Qué?".

- ¿Renunciar? - exclamó Wood. - ¿Qué ganaríamos con eso? ¿Cómo vamos a recuperar puntos si no podemos jugar al quidditch?

Pero hasta el quidditch había perdido su atractivo. El resto del equipo no nos hablaba durante el entrenamiento, y si tenían que hablar de nosotros nos llamaban «el buscador y la nueva cazadora».

Creí que las cosas no podían empeorar, pero allí estaba Angelina.

- Tal vez deberías reconsiderar las posibilidades, Oliver - le dijo Angelina a Wood una tarde en los vestuarios mientras yo estaba en el baño.

- Son solo niños, Angelina - le respondió él, cortante.

- Piensa lo de la renuncia - insistió.

- No podemos perder a Potter, ya has visto que buen jugador es.

- No hablaba de Potter, ya lo sabes. Mackenzie no es tan habilidosa como piensas. Solo la has elegido porque McGonagall te lo dijo.

Apreté mis dientes, frustrada.

- Y porque también fue mi elección - se mantuvo firme Oliver.

- Escucha, Wood - suspiró Angelina. - Necesitamos ganar el último partido, ¿no crees? Y, ¿tú piensas que lo lograremos con alguien como ella? Es problemática, infantil. Quien sabe cuanto tardará en ser irresponsable con el equipo.

Oliver no dijo nada. Y esa fue la incertidumbre que me tuvo preocupada más de lo que podía explicar.

Hermione y Neville también sufrían. No pasaban tantos malos ratos como Harry y yo porque no eran tan conocidos, pero nadie les hablaba. Hermione había dejado de llamar la atención en clase, y se quedaba con la cabeza baja, trabajando en silencio.

Mackenzie y la piedra filosofal | [MEH #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora