Capítulo 21: Te seguiré

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Había pasado más de una semana desde lo del Bosque Prohibido. Curaron mis heridas, hablamos acerca de los que nos había dicho Firenze y continué preguntándome por qué conocía a mi madre. ¿Ella había ido al Bosque Prohibido? Y, ¿por qué lo decía con tal nostalgia su nombre? El centauro pareció muy aliviado de saber que yo era hija de mi madre.

Y Harry y yo no hablamos sobre mis poderes.

Él no había dicho nada respecto a verme en el bosque con las manos encendidas, largando fuego. Yo tampoco me atreví a nombrar el tema; me aterrorizaba saber qué pensaría de mí. En general, no estuvimos juntos, es decir, solos. Me di cuenta de que ambos estábamos muy pendientes del uno del otro, pero necesitábamos de la presencia de Hermione y Ron por alguna razón. Tal vez para no nombrar el tema.

Entre todo lo que estaba ocurriendo  todavía no recuerdo  cómo me las había arreglado para hacer los exámenes. Sin embargo, los días pasaban y no había dudas de que Fluffy seguía bien y con vida, detrás de la puerta cerrada.

Hacía mucho calor, en especial en el aula grande donde me examinaban  por escrito. Nos habían entregado plumas nuevas, especiales, que habían sido hechizadas con un encantamiento antitrampa. También teníamos exámenes prácticos. El profesor Flitwick nos llamó uno a uno al aula, para ver si podíamos hacer que una piña bailara claqué encima del escritorio. La profesora McGonagall nos observó mientras convertíanos un ratón en una caja de rapé. Ganábamos puntos las cajas más bonitas, pero los perdían si tenían bigotes. Snape nos puso nerviosos a todos, respirando sobre nuestras nucas mientras intentábamos de recordar cómo hacer una poción para olvidar.

Puse todo mi empeño en ello, a pesar de que tenía diferencias en las materias. O me iba muy bien, o conseguía notas bajas. Pero creía que me había ido aceptablemente bien.

No obstante, en todos y cada uno de los exámenes, me giraba a Harry al notarlo nervioso, tomándose la cabeza y frotando su cicatriz con dolor. Me sentía con la responsabilidad de ayudarlo, mas no sabía cómo.

El último examen era Historia de la Magia. Una hora respondiendo preguntas sobre viejos magos chiflados que habían inventado calderos que revolvían su contenido, y estaríamos libres, libres durante toda una maravillosa semana, hasta recibir los resultados de los exámenes. Cuando el fantasma del profesor Binns nos dijo que dejáramos las plumas y enrolláramos sus pergaminos, suspiré con alegría.

- Esto ha sido mucho más fácil de lo que pensé - dijo Hermione, cuando al reunirnos en el parque soleado. - No necesitaba haber estudiado el Código de Conducta de los Hombres Lobo de 1637 o el levantamiento de Elfrico el Vehemente.

A Hermione siempre le gustaba volver a repetir los exámenes, pero Ron dijo que iba a ponerse malo, así que nos fuimos hacia el lago y nos dejamos caer bajo un árbol. Los gemelos Weasley y Lee Jordan se dedicaban a pinchar los tentáculos de un calamar gigante que tomaba el sol en la orilla. Vi a Maddie con unas hojas y lápices de colores.

- ¿Dibujas, Maddie? - le pregunté, acercándome.

Ella pareció sobresaltarse y miró hacia el costado donde me encontraba.

- Sí... Paisajes.

Maddie era tímida, pero simpática. Me caía muy bien.

- ¿Quieres verlo?

Asentí con una sonrisa.

Era un bello paisaje de árboles altos, colorida vegetación, con colinas detrás y un lago que resaltaba. El sitio donde estábamos.

- Es asombroso, Maddie - confesé en voz alta. - Parece impresionista...

- Lo es, o bueno, lo intento.

Mackenzie y la piedra filosofal | [MEH #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora