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Despierto desorientada en una cama grande y blandita bajo un montón de mantas.

Tardo en reconocer el lugar pero cuando ese aroma llega a mis fosas nasales los recuerdos de la noche anterior llegan a mi. Miro el reloj junto a la mesilla que marca las cinco de la mañana. Aparto la manta y salto de la cama notando el suelo frío a través de mis calcetines.

No recuerdo haber llegado aquí pero no es difícil saber como, o mas bien quien me trajo hasta aquí. 

Abro lentamente la puerta y salgo al pasillo que me lleva hasta las escaleras. Desde allí arriba veo a Evan, tumbado en el sofá dormido profundamente. Esta tan atractivo incluso sin quererlo. La manta que lo cubre esta medio en el suelo, me acerco sin hacer ruido y la recojo cubriéndolo con ella. 

Me quedo como boba mirando su rostro relajado y su respiración constante. Acaricio con mis dedos su mandíbula y siento un cosquilleo por su barba incipiente. Evan se remueve inquieto ante mi tacto pero se calma enseguida. Beso su frente con un beso lento y me vuelvo a la habitación.

La luz entra por la ventana despertándome de nuevo pero esta vez al ver el despertador me encuentro con que son las ocho.

Doblo y ordeno un poco la cama y salgo al salón.

Esta vez Evan esta despierto sentado en el sofá con el portátil en las piernas y una gafas de pasta negra que lo hacen mas intelectual a par que atractivo.

Tengo que morderme el labio inferior para no lanzarme sobre el.

¿Que me estas haciendo Evan? Menudo caos de emociones tengo desde que te conocí.

—Buenos dias —me sonríe al notar mi presencia ahí parada como una tonta.

—Hola —digo tímida acercándome a el.

—¿Quieres desayunar? —asiento y el se levanta cerrando el portátil y dejándolo sobre la mesa.

Nos vamos a la cocina y yo me apoyo en la encimera admirando la vista de ese hombre sacando cosas de los armarios.

—No se me dá muy bien la cocina, asique te haré unas ricas tostadas —dice sacando pan y mermelada—. ¿Te parece bien?

—Claro, ¿le ayudo señor Michaelson? —me burlo.

—¿Por qué no calientas el café? —me acerco a la cafetera y vierto un poco en las tazas para luego meterlas al microondas, Evan se acerca amenazante acorralándome entre su cuerpo y la encimera—. Deja de jugar con fuego, Amber.

Me divierte molestarlo llamándole señor, pero si sigue así conseguirá que me dé un infarto. Se aleja tan rápido como se acercó, y por fin siento que sé respirar. Saco las tazas y le ofrezco una a Evan que toma sin problemas, al cogerla su mano se posa sobre la mía durante unos largos y maravillosos segundos, segundos en los que nos miramos muy de cerca casi sin parpadear y la conexión entre nosotros es máxima.

Esos preciosos ojos azules brillan como el cielo dejándome embobada.

Aparto la mano nerviosa y me apoyo al otro lado de la encimera.

Evan coloca un plato ante mi y lo deboro con la mirada, me refiero a las tostadas eh.

¿A quien intento engañar?

Ahora mismo me lo comería a el con mermelada. Hijo mio estas mas bueno que el pan.

Como no estaba centrada en lo que estaba haciendo por culpa de soñar que Evan y yo vamos en un unicornio rosa, al morder la tostada, torpe de mi me muerdo el labio haciendo sangre.

—¡Ay! —me quejo al notar el dolor y mi boca siente el sabor metálico de la sangre.

—Tu padre va a matarme por devolverle a su hija magullada —su mano toma mi barbilla y acaricia mi labio limpiando la sangre.

Atracción sin limite ✔️ (Atracción #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora