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Diciembre estaba llegando y la nieve con ella, en unos días seria navidad y serian mis primeras navidades con Evan y no veía la forma de poder pasarlas con él sin dejar a papá solo.

Estos dos meses con el fueron fantásticos. Gracias al trabajo me pasaba todas las tardes con él.

Me venia a buscar todos los días del instituto y comíamos juntos. Me estaba acostumbrando a estar tanto tiempo con él que si un día faltaba me deprimía. La única pega era pasarme horas en las reuniones escuchando cosas aburridas que casi me duermen en múltiples ocasiones.

Cuando llevábamos un mes juntos me desperté con un precioso ramo de rosas en mi ventana junto a un paquete de oreos cubiertas de chocolate, mi hombre es tan romántico. Esa noche como papa estaba en Jersey city por negocios pude salir sin problema con Evan a cenar.

Y ahora que era navidad quería pasarla con el, ya que no quería dejarlo solo. Hace una semana cuando le pregunté si iba a cenar con sus padres en navidad se sinceró conmigo y me contó que no se habla con ellos. Cuando era joven sus padres tenían una pequeña tienda de carpintería, vivían de forma humilde. Gracias a la inteligencia de Evan ganó una beca para estudiar en la universidad que soñaba, pero a su padre no le parecía bien. Su padre quería que siguiera con el negocio familiar. Por eso Evan se fue de casa y fue a estudiar a Harvard con mis padres y no volvió a hablar con los suyos desde entonces. Cuando se volvió empresario sus padres, mas bien su madre quiso contactar con el pero Evan no quiso saber nada. Por mucho que sea su madre sabe que insistirá en que habla con su progenitor y es obvio que todavía le guarda rencor por no apoyarlo.

Todo esto nos lleva a su manía a que lo llamen por el apellido, odia que le recuerden quien fue su padre y lo mal que se portó con el. Y también porque no le gusta que le llame señor, es demasiado joven para que lo llamen señor, palabras textuales de mi chico.

La nieve había cubierto la ciudad y como no me apetecía estar en la oficina le hice ojitos para hacer algo divertido. Y es obvio que gané yo, nadie le dice que no a esta carita. 

Por eso ahora mismo estamos en una pista de hielo a punto de patinar juntos.

Esta vez Evan no llevaba por una vez traje y debo decir que esos vaqueros ajustados le hacen un culito y esa jersey negro lo hace parecer mas joven. Ademas se ha afeitado y ahora mismo parece un adolescente de mi edad.

Por eso estamos patinando de la mano tan tranquilos frente a la gente. 

Y si, mi novio es bastante torpe sobre los patines por eso se agarra a mi mano y a la pared para evitar caer pero no le cuesta demasiado pillarle el truco y da unos cuantos pasos sin caerse. Hasta que se acerca a besarme perdiendo el equilibrio y cayendo al suelo arrastrándome con el. Me río a carcajadas por la torpeza de mi chico pero gracias a eso acabamos muy cerca con mi cuerpo sobre el suyo.

Aunque enseguida se cansa y nos marchamos a su piso. Cuando estamos en el coche en dirección al edificio la nieve comenzó a caer mas fuerte.

Llegamos al salón y nos acurrucamos en el sofá viendo la tele. Llegada la supuesta hora de salida del trabajo saltan en las noticias que las calles habían sido cortadas debido al temporal. Y no podía tener mas suerte, esos significaba que podía quedarme con Evan. El se encargó de llamar a mi padre y decirle que me quedaría en su casa hasta que amaine la nevada.

Mientras el hablaba por teléfono yo me acerqué a la terraza con cuidado abrí la puerta corredera, hace frío y me abrazo a misma para admirar las vistas.  Siento una manta posarse en mis hombros y unos brazos fuertes rodearme por la cintura. 

—¿Que haces aquí fuera? Hace mucho frío y estas descalza.

Miro hacia mis pies, los calcetines se han empapado por culpa de nieve derretida que hay en el suelo.

—Quería admirar las vistas —de un segundo a otro Evan me carga en brazos como una princesa dejándome en el sofá con cuidado y me quita los mojados calcetines.

Se sienta a mi lado y yo me apoyo en su hombro.

—Voy a tenerte para mi todo lo que dure la tormenta —dice rodeándome con su brazo y dándome un beso—. Espero que dure mucho.

Nos fundimos en un increíble beso y no puedo ser mas feliz. 

—Te quiero Evan —susurré disfrutando de todo el amor que deba mi chico.

Los ojos de Evan se abren y una sonrisa se expande:—Eres increíble. Te quiero Angel.

Sus manos sujetan mi cara y besa mis labios con delicadeza. Pero todo se torna intenso y va mas allá de un beso lento. Me tumbo hacia atrás en el sofá y Evan se pone encima haciendo un camino de besos por mi cuello.

Meto mis manos bajo su camiseta subiéndola poco a poco, se separa de mis labios y se la termina de sacar por la cabeza. Sus manos me acarician con cuidado bajo la camiseta, me separo un poco y con su ayuda me la quito quedando en sujetador ante el. 

Mi piel arde bajo su tacto y se me escapan jadeos cuando sus labios mordisquean mi cuello. Siento su creciente erección contra mi y estoy segura de que es el momento de hacerlo

—Evan —gimo por sus manos bajando por mi cintura.

—Lo siento. Me he dejado llevar —dice apartándose de mi.

—No —lo retengo acariciando su torso—, quiero hacerlo.

Sus ojos se tornan oscuros y una sonrisa se forma en sus labios.

—¿Estas segura? 

—Quiero que seas el primero —digo muy segura sonriendo y la sonrisa en sus labios se expande. 

—Y el último —dice orgulloso.

Asiento sonriendo y me coge en brazos haciendo que rodee su cadera con mis piernas y envuelva mis brazos en su cuello. Camina con cuidado besándome hasta llegar a su habitación.

Con cuidado me deposita en el colchón. Me besa con pasión y deseo y me acaricia con cuidado de no romperme, es tan tierno y dulce. La ropa termina de desaparecer y casi me muero de vergüenza, mas aún cuando lo veo sacar de su mesilla un condón.

Suelto un pequeño grito de dolor cuando siento como entra lentamente en mi.

—¿Te hago daño? ¿Quieres que pare? —pregunta preocupado.

—No, no. Sigue —le animo.

—Joder, estas tan apretada —gime en mi oreja y me derrito bajo su cuerpo.

Cumple mis deseos y a medida que entra el dolor va amainando y siento un cosquilleo en el vientre.

Evan va subiendo el ritmo y cada vez siento mas placer, nuestros gemidos se mezclan en una sinfonía preciosa. Este momento lo recodaré por siempre, es lo mas perfecto y placentero que he sentido nunca. Y no quiero que termine nunca.

—Dios... Evan —gemí clavando las uñas en su espalda.

Evan gruñó en mi oído apretando con fuerza las sábanas entrando con fuerza en mi arrancándome un grito de placer. Sus labios devoraban y mordían los míos amortiguando mis gemidos. Mi cuerpo entero tembló y gotas de sudor caían por la piel de mi sexy novio.

Gimió contra mi cuello lamiendo la piel y ya no aguanté más y gemí llegando al clímax derritiendome bajo su cuerpo notando como Evan salía de mi y se sacaba el condón húmedo y se levantaba a tirarlo a la basura de su baño. Disfruté las vistas de mi perfecto novio desnudo mientras me cubría con su sábana. Se metió en la cama de nuevo y me abrazó fuerte. Los dos desnudos con mi cabeza en su pecho, sus abrazos rodeándome y nuestras piernas enlazadas. 


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Atracción sin limite ✔️ (Atracción #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora