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 El silencio se instala a nuestro alrededor y yo no puedo estar mas sorprendida por su arrebato. Acaba de confesar que me quiere. 

—Te quiero —repite—. Ya lo dicho y lo vuelvo a repetir las veces que haga falta —se queda un segundo callado y yo no sé que decir 

—Yo... —intento decir pero me he quedado sin habla.

—Estos días separados me he dado cuenta que no puedo vivir sin ti y las horas en las que no estoy contigo son un infierno para mi.

—Para mi también —encuentro por fin mi voz—, pero...— no sé muy bien que decir, creo que el te quiero es demasiado fuerte y pronto para decirlo.

—No hace falta que lo digas si no estas lista pero yo me siento aliviado de decirlo.

—Gracias por ser tan comprensivo —digo besando sus labios lentamente.

El camino a casa es silencioso y eso no me gusta, hay una tensión extraña en el ambiente. Al llegar a casa cuando voy a salir su mano me retiene.

—Angel, se que ha sido muy repentino y lo solté de golpe porque estaba enfadado. Pero no quiero que esto afecte a la nuestro —sus lindos ojistos me miraban preocupados y tristes—. No me dejes —susurró.

Respiro y me siento mas tranquila por como piensa porque yo estoy igual de preocupada, pero sé que lo nuestro es autentico y puro. Lo que siento por el es lo mas intenso que he sentido y sentiré por nadie. Y estoy segura que en el fondo llegaré a decírselo sin problema y me sentiré muy bien. Porque adoro a mi hombre y no quiero perderle.

—No voy a dejarte tonto —dije—. Que no te dijera...eso, no significa que no sienta cosas tan fuertes por ti y nada ni nadie podrá romperlo. 

Su mirada se suavizó y sonríe mas tranquilo. Le dí un lento y delicioso beso antes de despedirme y entrar en casa.

El lunes por la mañana fui tranquila llevaba sin ver a Evan desde el sábado pero como ahora era su nueva asistente lo vería ahora a la tarde. Pero me llevé una sorpresa cuando salí de clase y vi a mi novio apoyado en un coche negro en la puerta del instituto.

Deseaba correr a abrazarlo pero debía mantener la calma que me costó infiernos cuando me sonrió. Maldito sabe que me puede esa sonrisa y que no puedo resistirme. Si te gusta jugar, juguemos

—¿Me esta acosando señor Michaelson? —me burlo y su sonrisa se tensa porque como estamos en público no puede reñirme.

—Eso te encantaría señorita Donovan —dice entre dientes—. Vamos —me abre la puerta del Volvo en el que está apoyado para que entre.

—¿Esto es un secuestro?

—Te encantaría que te secuestrara —susurra de forma sensual con voz grave en mi oído mandando escalofríos por todo mi cuerpo.

—¿Y que pasa con mi padre?

—Ya le he avisado que yo te recogería para llevarte al trabajo — dice encogiéndose de hombros—.  Así que sube al coche porque tienes que ir al trabajo que tu misma te concediste.

—Mi trabajo consiste en mirarte durante horas con ese traje tan sexy —digo cerca de su cara tirando de su corbata color agua que combina con sus ojos—. Así que salgo ganando.

Sonrío triunfante y me meto en el coche. Enseguida lo rodea y arranca.

—¿Por qué cambiaste de coche? —pregunto notando el olor a coche nuevo.

—Este es menos llamativo —dice sonriendo apartando la vista para mirarme y guiñarme un ojo.

—Así nadie sospecharía de que en este coche han secuestrado a una chica guapa —me burlo.

—Si te secuestraste te llevaría a mi piso ángel —dice poniendo su mano sobre mi rodilla y dándole un apretón—, y estoy seguro que vendrías de forma voluntaria.

No puedes tener más razón. Estaría encantada de pasarme el día en su piso bajo sus sabanas con el. No mal piensen digo durmiendo y dándonos cariñitos. Buenos y mas cosas. Si, pueden pensar mal.

Antes de ir al trabajo paramos en mi hamburguesería favorita para comer. Evan pide por los dos mi super hamburguesa, que bien me conoce mi hombre.

Llegamos a la empresa y ahora mismo Evan me cae mal. Nada más cruzar la puerta ya adquiere su postura de macho alfa serio. Saludo como siempre a mi amiga Margi que me guiña un ojo al pasar, pero a quien no saludo es a la rubia de bote que me mira echando chispas cuando entro con Evan a su despacho.

Se sienta en su sitio y yo me siento al otro lado de mesa.

—¿Que estas haciendo? —lo miro frunciendo el ceño, ni me he movido—. Tu sitio es aquí —dice señalando su regazo.

Pongo los ojos en blanco pero no le hago caso y sigo en mi silla.

Ya le gustaría a tenerme en sus piernas o mas bien estar entre las mías. Sucio pervertido idiota que está mas bueno que el pan.

—Ven aquí o no te daré lo que te he comprado —me advierte.

—Estoy bien aquí señor Michaelson —digo burlándome.

—Ven aquí ahora mismo, Amber —me dice muy despacio retándome y yo no me muevo—. No juegues con fuego preciosa.

Su cara se acerca a la mia de forma provocadora acabando a escasos centímetros y cuando está a punto de besarme me alejo. He tenido que hacer de todo mi auto control para apartarme pero lo he conseguido.

—Amber —gruñe molesto.

Creo que ya he fastiado bastante a mi chico, así que me resigno y me levanto hasta llegar a el.

—Eres una chica mala, debería castigarte —dice rodeándome con sus brazos y pegándome a su pecho—. No debería darte esto por ser tan mala conmigo pero no puedo decirle que no a esa carita.

Sonrío con superioridad y el saca una caja del cajón. Me la da y no puedo estar mas contenta. Es una caja de oreos bañadas en chocolate.

—Me encantan —digo dando saltitos sobre sus piernas—. Gracias —digo dándole besitos en la cara.

—No hay de que. Por favor deja de hacer eso —dice incómodo.

Entonces caigo en la cuenta que estoy sobre el dando saltitos sobre su...

Me levanto de golpe de el avergonzada con las mejillas mas rojas que nunca.

—Perdón —digo tímida abrazando la caja contra mi.

—Vuelve aquí —rodea mis caderas sentándome de nuevo en su regazo y esconde su cara en mi cuello haciéndome cosquillas con los labios.

De repente me gusta ir a trabajar.


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Atracción sin limite ✔️ (Atracción #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora