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El viernes de la cuarta semana desde que ella se había mudado había llegado en un abrir y cerrar de ojos.

Había invitado a Renata a dormir a mi casa, mi mamá estaba más emocionada que yo, y eso que yo estaba que me desmayaba y con la sonrisa que tenía pareciera que mi cara fuese a partirse a la mitad.

Yo me puse a escombrar mi habitación, Renata tenía un desorden ordenado pero mi habitación sólo era un desorden, sin pies ni cabeza. Mi mamá había salido a comprarnos cosas para que comiéramos durante la noche, frituras, no comida de verdad.

La habitación de Renata y la mía son cosas muy diferentes en muchos sentidos. Mi cuarto no tiene tantos colores como el suyo, es más pequeño que el de ella, yo tengo una repisa llena de discos con unas cuantas velas aromáticas de canela, una guitarra sin una cuerda y bastante vieja, tiene mucho que no la utilizo, las paredes están pintadas de azul marino con uno que otro póster de "Nirvana", "Amy Winehouse", "Arctic Moneys" y otras bandas más, también tengo una alfombra de morado oscuro, las cortinas son negras, los muebles blancos sencillos y en cambio de las pinturas de Renata en sus muebles los míos tienen nombres de canciones, fragmentos de canciones, fragmentos de poemas o frases de libros, también tengo un librero vomitando libros con unas luces amarillas colgadas en él que ahora que lo veo, no tengo ni idea de cómo fue que las puse, no me quise meter en problemas y nos las quité.

-Te esforzaste demasiado- dijo mi hermana desde la puerta.

-No.

-Bien, claro si tú lo dices... ¿es una pijamada?

-Algo así.

No usé esa palabra cuando invité a Renata, sólo la invité a dormir.

-Nunca vi tu cuarto tan ordenado.

-Yo tampoco he visto tu cuarto ordenado.

-Touché.

Ambas sonreímos, ella entró a mi habitación, se sentó en mi cama, que bueno que se sentó, es cinco centímetros más alta que yo, ¡es mi hermana menor!, es deprimente que tu hermana menor sea más alta que tú y es un poco más deprimente que tu hermana de catorce años tenga más vida amorosa que tú (al menos para mí lo es, es deprimente), ella ha tenido novio y yo sólo he tenido un chico que me manda fotos desnudo, porque sí, me había mandado dos fotos más.

E ahí lo diferentes que son los mundos en los que vivimos.

-¿Es la chica nueva? -asentí- ¿Cómo se llama?

Que chismosa.

-Renata -asintió mirando algún lugar del suelo.

-¿A qué hora va a llegar?

-En un rato.

-Bien, entonces me voy -justo cuando acabó de decir eso el timbre de la casa sonó- No hagan mucho ruido, las paredes son delgadas y quiero dormir.

Eso es mentira, va a quedarse en la sala viendo películas, puede que mi mamá la acompañe, la cantidad de frituras que compró esta tarde no es para dos personas nada más.

Además, ni aunque hubiera una guerra afuera de la casa ella se despertaría, podrían estallar bombas y ella seguiría durmiendo como una bebé, envidio que pueda dormir tan bien, yo prácticamente no duermo.

-Como si algo pudiera despertarte a ti -me limité a decir mientras iba encaminada a abrir la puerta.

-Bueno, entonces no hagan mucho ruido para que mamá pueda descansar.

Ella se fue para su habitación y yo bajé las escaleras, respiré profundo y luego solté el aire lentamente, abrí la puerta, ahí estaba Renata con su linda sonrisa, su cabello rubio en una coleta alta despeinada, una sudadera azul cielo que le quedaba grandísima, traía unos pantalones azul rey (qué igual le quedaban algo grandes), una mochila negra colgaba de su hombro y unas pantuflas blancas de conejo cubrían sus pies.

No cambiaría ninguna cosa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora