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-Voy a hacer una fiesta de fin de año, es el ocho de diciembre, es en mi casa, a las siete, te espero ahí Elena -dijo Tamara con una sonrisa en su rostro, se veía muy emocionada.

-Bien, te veo ahí, ¿llevo lo de siempre?

-No, no es necesario, ahora es otro tipo de fiesta -me dedicó una de sus sonrisas y agregó-, ve linda, habrá chicos esta vez.

-Está bien.

Definitivamente va a ser otro tipo de fiesta, va a ser formal y llena de drama, sólo espero no estar involucrada en todo eso, no es como que ya haya pasado antes o que yo me involucre en ese tipo de drama adolescente, pero en estos momentos de mi vida me está pasando un poco de todo.

Maldita sea.

Va a ser Navidad, genial. No aborrezco la Navidad, pero no es mi festividad favorita, sólo me recuerda que el año ya se va a acabar y no hice nada de lo que dije que iba a hacer y, los villancicos, esos sí los aborrezco, suenan en todos lados, hasta tengo miedo de que cuando le jale al baño vaya a empezar a soñar uno, son un fastidio, además de que me recuerda que mi papá no está, así que es una época algo deprimente para mí.

En mi casa aún no ponemos árbol, faltan tres semanas para Navidad y no hay nada en mi casa que dé señales de que vayamos a celebrarla, seguro terminaremos poniendo todo dos días antes y no vamos a quitar nada hasta que sea febrero.

Renata se sentó a mi lado.

-¿Te invitó a su fiesta? -asentí- ¿vas a ir?

-Sí.

Me gusta que ese hilo que nos une a Tamara y a mí en una amistad se mantenga ahí, ir a su fiesta es de esas pequeñas cosas que lo mantienen, además no es ningún sacrificio, suelo pasarla bien.

-Bien, ya tengo una razón para ir, ahora, tienes que ayúdame con eso, tenemos que ir a comprarme un vestido, ninguno de los que tengo en mi armario son para la ocasión.

-Claro, ¿quieres ir hoy?

-Por favor.

-Bien.

Las horas pasaron y en las clases me la pasaba viendo de reojo a Renata, en los gestos que hacía, cada que no entendía algo o decían algo que no le parecía arrugaba la nariz y luego se cubría la cara con las manos, también le gusta hacerse pequeñas trenzas en el cabello cuando está aburrida, entre más la miró me parece cada vez más fascinante, no entiendo cómo es que alguien pude ser tan fascinante sin querer serlo, también no entiendo cómo es que siempre se ve tan hermosa, no puedo creer que una persona tenga tanta belleza, no me obliga a mirarla todo el tiempo, creo que tengo que tener cuidado con eso, no puede saber que la miro y que mi corazón se acelera cada que dice mi nombre o me sonríe.

Tengo serios problemas, creo que me gusta más de lo que creí. Creo que me gusta más de lo que me gustaría. Intentar algo con ella es algo simplemente imposible, por un millón de razones.

Al finalizar las clases obligamos a Marco a llevarnos al centro comercial.

Tamara es algo difícil, a lo que se refería cuando dijo "ve linda" fue "vestido de noche, maquillaje y peinado de salón", es una persona muy exigente.

Yo aproveché que estamos en el centro comercial para comprarme unos zapatos con los que aguantara estar de pie el mayor tiempo posible, tampoco es como que me vaya a quedar toda la noche ahí, con estar tres horas o dos horas y media en una fiesta de Tamara ya cuenta como haber ido.

Estaba esperando a Renata fuera del probador, sentada en un cómodo sillón azul, éramos las únicas en la tienda, claro, es lunes, por supuesto que nadie iba a estar comprando un vestido, además por la época del año seguro un montón de personas ya apartaron sus vestidos o ya los compraron y es una tienda cara así que eso hace que esté un poco más vacía.

No cambiaría ninguna cosa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora