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Es treinta y uno de Diciembre, estoy en el aeropuerto esperando a Renata, ella se va a regresar sola, su hermano se va a quedar allá unos días más, ella se regresó antes sólo por mí, no sé cómo sentirme al respecto, no sé qué es lo que estoy sintiendo en estos momentos.

Estoy caminando de un lado a otro en frente de la puerta por la que entrará ella, dijo que iba a llegar a las cinco de la tarde, con las cuatro cincuenta y seis, estoy que me muero de nervios, es de lo único que estoy segura de lo que siento, también creo que siento algo de miedo, no sé cómo recibirla, no sé si simplemente la abrazo o si tengo que besarla, me pregunto si un beso sería demasiado pero prefiero un beso a un abrazo.

¿Cuál de los dos queda para esta ocasión?

Los minutos se me hicieron eternos pero la hora al fin llegó, la vi entrar por la puerta, mi corazón se volvió loco y comenzó a latir a toda velocidad, se aceleró un poco más cuando ella me vio y comenzó a correr hacia mí, al llegar hasta mí me abrazó, intentó que la cargara pero yo no estaba lista así que ambas caímos al suelo, ella encima de mí, nos comenzamos a reír, me miró a los ojos, extrañaba que esos zafiros me miraran, no recordaba que brillaran tanto.

-¿Te puedo besar? -preguntó ella en un susurro, sonaba un poco tímida.

Me acerqué a ella y la besé, ahora si había sido un beso, había sido el beso con el que había estado fantaseando estos últimos días. Lento, profundo, lleno de emociones, acariciando el paraíso de punta a punta.

-Tenemos que hablar de esto -dijo ella cuando el aire nos hizo falta.

No habíamos podido hablarlo por llamada o por mensaje porque estaba el riesgo de que alguien escuchara y lo mensajes... bueno, a Antonio le gustaba leerlos por mí de vez en cuando, tenía que huir de él para hablar con ella.

-Sí.

-¿Quieres hablarlo ahora?

-Sí.

Se puso de pie y luego me ayudó a ponerme de pie, yo me llevé su maleta, fuimos al estacionamiento, subí al auto de mi mamá (aún no sé cómo logré hacer que me lo prestara y que me dejara venir hasta acá sola, fue un milagro, no tanto como el que lograra llegar viva y sin perderme hasta acá pero bueno, igual es otro tipo de milagro, uno chiquito, esta es la cuarta vez que conduzco sin supervisión), en cuanto cerramos las puertas nos quedamos en silencio, ella fue la que rompió el silencio luego de unos segundos.

-Sigo sin poder creer que me correspondieras y que haya olvidado nuestro primer beso -me dijo.

- Yo tampoco puedo creer que hicieras eso, además, esa noche nos besamos dos veces, luego nos quedamos dormidas, al otro día no recordabas nada y yo... yo no podía olvidarlo, simplemente no podía, yo no podía creer que me gustaras, todo esto es nuevo para mí y no sé qué hacer.

-¿Soy la primera? -preguntó con sus ojos llenos de esperanza y una sonrisa en su rostro.

-La primera chica que me gusta, la primera chica a la que besé, eres la primera.

-No recuero para nada de los besos de esa noche... lo siento -sonaba totalmente apenada.

-No, no lo sientas, si eso no hubiera pasado tal vez ahora mismo no estaríamos hablando de esto.

-¿Qué vamos a hacer ahora?, ¿qué somos ahora?

No quería decirle que ahora éramos novias porque no creo que algunos besos sean el equivalente a decir "¿quieres ser mi novia?", somos amigas, me gusta ser su amiga, he de admitir que estoy algo asustada de que nuestra relación se vaya a la mierda si decidimos ir a lo romántico, me encanta la relación que tenemos ahora, pero también me encanta besarla y que me bese, han sido pocos, pero sus labios ya eran un vicio parea mí antes de probarlos.

No cambiaría ninguna cosa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora