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Faltan dos días para navidad, aún no sé por qué este invierno no parece invierno y no sé la razón de sus lágrimas.

Tomo el libro del librero y me siento con Antonio en mi cama.

-Este ya me lo leíste -me dice con su pequeño ceño fruncido.

-Lo sé, esta vez quiero que lo leas tú, ¿de acuerdo?

-No quiero..., léeme otro.

-Fuiste tú quien me dijo que quería aprender a leer.

-Sí, pero...

-Tú puedes, si te equivocas no pasa nada y yo voy a estar aquí guiándote, no estás sólo, ¿okay? -él asintió, tomó el libro en sus manos y comenzó a leer.

Es un libro de cuentos para niños, lo he tenido desde siempre, no lo había vuelto a abrir hasta que él llegó.

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Ella es una chica a la que le gusta ver el cielo, decía que era la cosa más hermosa y maravillosa que había, lo decía muy seguido y lo entendía, el cielo es hermoso, claro, hay muchas cosas que podría decir sobre el cielo para describir su belleza sin embargo no estaba de acuerdo con ella, no creía que el cielo fuera lo más hermoso y maravilloso como ella decía, había algo más que me impedía coincidir con ella, justo eso era, era ella, ella para mí era lo más hermoso y maravilloso que pudiera existir en este mundo o en cualquier mundo.

Hacía unos días que había aceptado que las cosas eran así, que esto no tiene arreglo, que yo no necesito ninguna clase de arreglo porque no estoy rota ni descompuesta y hacía unos días que había aceptado lo que siento por ella, siento que es algo tan intenso que duele más negarlo que aceptarlo.

La quiero.

La quiero demasiado.

Ahora estamos acostadas en la terraza de su casa, mirando el cielo, más bien ella miraba al cielo y yo la miraba a ella, así como ella no podía dejar de mirar el cielo yo no podía dejar de mirarla, pero estas últimas semanas el brillo con el que usualmente veía el cielo había desaparecido, extrañaba ese brillo en su mirada, sé que tiene algo que ver con lo que no me pudo decir la otra noche que llegó a llorar a mi casa.

Mi mamá estaba preocupada con ella, me lo había dicho, no es la primera vez que llega así a mi casa, mi mamá me preguntó si había una forma de ayudarla con lo que sea que le estuviese pasando, pero sólo pude decirle que no tenía ni idea de qué era lo que le pasaba, ella me contestó que ojalá se arreglara pronto, yo también lo espero, nadie debería de estar tan triste.

Apartó su mirada del cielo, me miró, me dedicó una pequeña sonrisa, me atrapó, me descubrió mirándola.

Ella decidió ignorarme, volvió a poner su mirada al frente, sus ojos se habían encendido un poco, incluso tenía una pequeña sonrisa en su rostro, ¿por qué sonreía?, ¿se está burlando de mí en su cabeza o algo parecido?

Como sea, al menos está sonriendo y se ve un poco más feliz.

Renata volvió a mirar en mi dirección, yo seguía mirándola, bueno, ya no hay forma de escaparme de lo que sea que ella esté pensando, estoy atrapada.

Mi corazón se aceleró, trataba de formular una excusa pero todas las que se me ocurrían eran muy tontas, ella era demasiado lista para creerme, incluso la excusa más elaborada no se la hubiera creído.

-Me estabas mirando.

Error, continuaba mirándola y seguiría mirándola, mi mente está en blanco, no puedo poner excusas.

No cambiaría ninguna cosa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora