capíтυlo тreιnтa y doѕ

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Narra Ariana

- ¿Gazzy? - pude reconocer su voz. Su inconfundible voz que hacía tanto tiempo deseaba escuchar.

- Necesito verte, ¿dónde estás? - dijo rápido. No supe qué contestar. Tenía sobre mí la mirada de Diego y de Zoe, y ninguno de ellos sabía lo que mierda ocurría.

- Pues... en España - mentí. Mierda, mierda, ¿por qué le he dicho que estoy en España? Le debería haber dicho la verdad, que sigo en Nueva York en el piso de Diego, pero no, soy gilipollas, dejo que los nervios me lleven y acabo cagándola como siempre. Buena esa, Ari.

Al no escuchar respuesta, supe que Gazzy estaba como en estado de shock o algo, y no podía aguantar más las miradas penetrantes de Diego y Zoe, así que colgué el teléfono y me levanté rápidamente del sofá.

Me dirigí al dormitorio de Diego, que ahora era mío también y me encerré allí. Sin más comencé a llorar. A veces me entran depresiones fuertes, de esas en las que piensas que eres una mierda y no vales para nada. Incluso muchas veces he tenido pensamientos suicidas, lo que pasa que no me he hecho nada porque soy una cagada de mierda y ni para eso valgo.

Me tiré en la cama y abracé a la almohada mientras la llenaba de lágrimas y de mocos, hasta que escuché a alguien golpeando la puerta.

- Déjame - grité. No sabía con certeza si era Diego o Zoe, pero me daba igual, necesitaba estar sola sin que nadie intentara consolarme.

- Ari, sé que te conozco de hace menos de un par de horas, pero siento que tenemos la suficiente confianza como para que me dejes entrar y me dejes estar contigo mientras me cuentas a qué coño ha venido eso - murmuró Zoe al otro lado de la puerta.

Me giré de manera que quedé mirando el techo, suspiré y rodé los ojos. En el fondo, sí quería hablar con ella y contarle, pero a la vez me daba pereza y no tenía ganas de contarle nada a nadie. Menuda mierda.

Al final decidí levantarme y abrir. Cuando lo hice, Zoe se cayó sobre mis pies, pues estaba sentada en el suelo, apoyada en la puerta y al abrir se cayó de espaldas, lo que me hizo reír al oírla gritar con cara de loca mientras agitaba los brazos intentando agarrarse a algo fallidamente.

Ella también comenzó a reír, pero de una manera que ni una morsa haría, lo que me causó más risa aún. Me tiré al suelo con ella, y ya en vez de llorar porque me odio a mí misma, me encontraba llorando de la risa por una tontería.

Tras unos segundos, Diego se acercó, y en vez de preguntar qué coño nos pasaba, nos empezó a grabar mientras se reía, no sé si con nosotras o de nosotras pero poco nos importó, ya que seguimos riéndonos a carcajada limpia.

Por fin conseguimos parar de reír más o menos y nos levantamos ayudándonos la una a la otra para intentar arrancarle el teléfono al único chico presente antes de que publicara el vídeo en su historia de Instagram, y éste huyó mientras reía malvadamente.

Lo perseguimos por toda la habitación hasta que conseguí engancharme a él por la espalda y Zoe hizo lo mismo conmigo, así que caímos todos al suelo, y aunque los tres soltamos unos quejidos de dolor, continuamos riéndonos como niños.

En serio, me dolía ya la barriga de reír, pero gracias a estos dos sujetos no podía parar. Me van a salir abdominales y todo, ya verás.

- Vais tarde, ya lo he subido - nos mostró la pantalla de su teléfono que indicaba que efectivamente lo había subido.

- Puto - murmuramos Zoe y yo a la vez, a lo que nos miramos sorprendidas por la coordinación y ambas soltamos una carcajada.

Luego de todo eso, Zoe se despidió, no sin antes intercambiar nuestros teléfonos y decirme que me vería mañana. Guau, en serio amo a esta chica. Quiero decir, hacía demasiado tiempo, desde que era bien pequeña, que no experimentaba lo que se siente al tener una amiga, y creo que me gusta la sensación.

- Ni sé su nombre ni qué hacía aquí - soltó Diego tras oír la puerta cerrarse. Éste se tiró en el sofá mientras comenzaba a beber un botellín de cerveza como si estuviera muerto de sed.

Le expliqué sobre ella, cuando de repente me vinieron ganas de vomitar de nuevo. Ésta vez alcancé llegar al baño y soltarlo todo ahí, y Diego vino corriendo para intentar ayudarme.

- Ari, ¿estás bien? Me has dicho que vomitaste hace un par de horas, ¿y ahora otra vez? Vamos al médico - negué rotundamente con la cabeza.

- Habrá sido la comida de aquel restaurante chino al que fuimos - de nuevo devolví metiendo la cabeza en el váter mientras Diego me agarraba el pelo.

- A eso fuimos hace como una semana, es imposible que te esté afectando ahora - suspiré.

- Bueno, pero iremos mañana. No me voy a morir por vomitar un par de veces - dije con media sonrisa y él rodó los ojos.

En verdad no quería ir al médico, e iba a hacer todo lo posible para no ir. ¿Por qué? No, pues por nada en general, solo que esto de los vómitos y sumándole que no me ha venido la regla desde hace bastante tiempo no me da buena espina. Ya está, solo es eso.

Lil Pump, mi vecino(?) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora