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Una mañana me visito Roberto, decidió viajar con su hija a Buenos Aires, y me mostró el plan de viaje. Me presentó al señor que era el encargado de recibir la casa, que le había vendido a unos arquitectos, la iban a remodelar y como éramos vecinos a lo mejor iban a necesitar de mi ayuda en algunas cosas y a la vez se ponían a mis órdenes.

Le hice seguir, le brinde unos vinos, venía a despedirse, se veía resignado y triste, como aceptando más por obligación paternal que por placer la ida de la niña. Los vinos ayudaron a abrir su corazón: mi padre había sufrido de diabetes y de problemas cardiacos, al morir él y poco después mi madre, me ví obligado a dejar mis estudios y hacerme cargo de la casa. Entre a trabajar en la aseguradora donde trabajaba mi padre. Mi hermana mayor se caso y se fue a vivir a Calí. Me quede a responder por la casa y por mi hermana menor pero la soledad no era mi fuerte, me enamore de una bailarina exitosa que vino con una compañía argentina de renombre, la lleve a vivir conmigo pero no se entendieron con mi hermana, hubo muchos problemas y mi hermana se fue para Cali. Las cosas con mi bailarina mejoraron, vivíamos felices y muy enamorados, hasta que quedó embarazada, me opuse a que abortara, ella no quería porque dañaba su carrera. Acepto, pero la relación se volvió pesada. Conoció a un tipo de la farándula y de pronto se fue dejando la niña de meses, como pude la saque adelante. La complazco en todo vivo y muero por ella.

Le manifesté mi alegría por su viaje, le exprese que conocer otros sitios es apasionante, le desee lo mejor para el y su hijita. Alégrese por su ida, salir de la rutina es la mejor terapia para una persona solitaria como usted y como yo. Nos dimos un buen abrazo de despedida.

Mas tarde vino don Ernesto a despedirse porque ya se iban. Le comente que me había salido un trabajo, para traducir del inglés técnico al español unos manuales sobre reingeniería sistematizada, motivo por el cual no le podía ayudar en su trasteo, quede de llamarlo para encontrarnos. El vecindario no tuvo ninguna demostración de afecto, de despedida, con estas personas, que vivieron allí muchos años. Lo cierto es que hoy día, nadie extraña a nadie, pero esa indiferencia me dolió.

En la noche me encontré con el arquitecto que va a remodelar la casa de Roberto. Analizamos la "heterogeneidad" arquitectónica, los distintos estilos que imperan en esta zona. Como hay cuadras con casas diseñadas estilo colonial, otras con marcada influencia inglesa que no dejan de llamar la atención. Le expuse mi punto de vista sobre como yo veía esta arquitectura como un reciclaje, la casona burguesa con sus zonas verdes, casas quintas, las de estilo inglés reestructuradas, las de estilo español y algunas con influencia oriental.

Me expreso que le llama la atención los edificios modernos con ángulos precisos que economizan al máximo los espacios para poder hacer apartamentos pequeños, usando unas tres o cuatro casas demolidas. Se ve que las casas antes tenían construcciones amplias, con mucha luz, jardines, grandes ventanales. Mi diseño esta hecho para modernizar la casa de la esquina, en cuanto a la parte exterior la voy a dejar intacta, ya de puertas para adentro, vidrios polarizados principalmente, lámparas de luz dentro y fuera, dos grandes espacios arriba y cubículos abajo para diferentes funciones y con características de movilidad.

Me preguntó, si yo sabía, por qué la gente de este barrio que fue de élite, desapareció sin dejar huella? - Así fue, yo creo que salimos huyendo, como si una peste hubiera llegado y no hubiéramos querido contagiarnos. Unos como mi familia, salimos del país, otros se fueron a apartamentos en el norte bastante confortables, con buena vigilancia y sobre todo muy modernos y finalmente los que compraron fincas sabaneras con todas las comodidades de la ciudad.

El hombre reflexivamente concluyó: las sociedades se ubican en una forma muy extraña y uno no alcanza a ver, a dimensionar la problemática que se esconde detrás de cada salida. Ciudades que se formaron con gentes desterradas que buscaron refugio para protegerse. De ahí que la arquitectura sea la historia viva de una sociedad y por ahí debería empezarse a analizar la conformación social de un país, para poder dar sanas soluciones. Estuve de acuerdo con sus apreciaciones y luego de estas consideraciones nos despedimos amablemente. No podía dormir y la conversación con el arquitecto me hacia reflexionar y preguntarme, será que todos los hombres somos emigrantes, seres de huidas.

Van pasando los días dentro de una rutina, entre mi trabajo y las visitas de mis vecinos, hoy vino el Pastor a saludarme, la verdad tenía pocos deseos de oírlo así que lo recibí en la puerta. Me relató que con su madre compraron la casa que era de los señores Cano, quienes la vendieron a un buen precio y me explicaba como al instalarse allí les empezó una angustia, les hicieron creer que la casa tenía maldiciones y que por eso la habían vendido. Caímos en miles de artilugios diabólicos, espiritistas, magia negra, baño de hierbas con la esperanza de sanar la dichosa casa. Mi madre enfermo y yo no sabía que hacer para sostenerla y sacar adelante a mi hermano que ya tenía malas amistades. Le pedí a Dios y Él me mando crear una iglesia de alabanza. Todo cambio, mi hermano entro en sanación igual que mi madre. Me voy a casar, con mi esposa hicimos una casa cerca al aeropuerto, la iglesia va a quedar en la planta baja y nosotros vamos a vivir en la planta de arriba. Vine a ponerla a sus órdenes y dejarle la dirección. Se despidió, agregando, le agradeceré si puede escuchar a mi hermano y ayudarle.

Empezó a llover, hice seguir al chico, me dí cuenta que es una persona con algún tipo de problema, le pregunte si tenía algo que contarme. Me hizo un relato conmovedor: desde pequeño por ahí desde los seis años, yo veía a mi mamá y a mi hermano y creía que él era mi papá. Mi hermano me regañaba, porque no me estaba quieto y molestaba. Me entristecía cuando me decían, que no podía salir con ellos, que debía quedarme en la casa, me encerraba, sentía miedo y me ponía a jugar con unas piedras. Yo les tenía miedo, no me movía, ni lloraba, me sentía infeliz y muy triste. Lo único que quería era estar con mi mamá y mi hermano, los quería mucho, pero ellos me rechazaban. Yo pedía un poco de amor para poder llevar mi propia vida. Un día decidí no molestar y resolví aislarme para no ofenderlos. Mi imaginación se volvió perversa y en la pandilla del barrio me recibieron bien. Todos eran grandes y fuertes, yo no lo era, pero ellos me aceptaban, usaban gorros que les tapaban la cara, no hacían ruido pero eran violentos y conseguían, lo que querían. En una ocasión debía subir a una terraza, coger y sostener un lazo por donde bajaba una bolsa con joyas y objetos robados, el peso me pudo y yo caí al piso, todos huyeron, cuando me desperté estaba en un hospital. Había perdido el sentido, mi cerebro convulsionaba, quede en coma y me daban ataques. Mi mamá y mi hermano me internaron en una casa para desadaptados mentales. Ellos piensan que los quiero, yo hablo con la gente de la calle, pero con ellos no, guardo todo eso en mi corazón. No vaya a decirles que yo le conté, pero necesitaba hablar con alguien y una vecina me dijo que usted era un doctor y que me podía oír. Excúseme por haberle quitado su tiempo, gracias por oírme, hacia rato quería contarle a alguien todo esto, si quiere otro día vuelvo. Se paró y se fue.

Me pregunto, qué papel estoy haciendo aquí, de consejero espiritual, de terapeuta, un ser tan desubicado como yo, un idiota útil, un viejo neurótico, un soltero triste y aburrido. Este jovencito me pellizco el alma. Este no es mi sitio, pero no quiero volver a casa de mis padres, ya me libere de esa opresión, no quiero cambiar para que mis padres me acepten, para responder a sus expectativas, no quiero hacerme a su imagen, su manera de moldearme fue suave y educada pero eso nunca me ayudo en mi crecimiento. Necesito meterme de lleno en mi vida, conseguir un trabajo e independizarme económicamente. Ese esfuerzo por cambiar para complacer a mi padre me llevo a la frustración y al auto rechazo.

EL PINTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora