El viaje a Londres fue pesado, se hizo escala en Paris. Me canse mucho, tal vez porque desde hacía tiempo no viajaba tan largo. Como mis familiares no sabían que yo llegaba, se sorprendieron al verme, especialmente mi padre, mi madre no sabía donde ponerme, me miraba como reconociéndome, me besaba con cariño, tanto tiempo sin vernos, decía y lloraba, han sido para mí ocho años llenos de tristeza. Era una emoción muy grande volver a estar con ellos, todos habíamos cambiado, mis padres se veían envejecidos y la casa se sentía muy sola. A los pocos días llegaron mi hermana, el esposo y dos hermosas niñas que había conocía solo por Internet pero que en la realidad eran hermosísimas.
Preparamos entre todos la Navidad, yo aporté los ingredientes para hacer un rico ajiaco, había llevado algunas cosas desde Colombia. Hubo manjares, galletas, dulces y luego vinieron los adornos, aunque ya muchos estaban colocados, yo me dediqué a darle a la casa una modalidad diferente a lo usual y lo hice con la ayuda de las sobrinas y de mi cuñado, ya que mi hermana y mi madre estaban preparando los platos navideños.
Papá me llamaba frecuentemente para que le explicara el motivo de mi estadía en Colombia, me mostraba un abanico de posibilidades que podía ofrecerme si viviera en Londres, era como un ruego lleno de melancolía. Parecía increíble, pero el orden, la limpieza, la organización lineal que hay en esta ciudad, con un estatus definido y ordenado que todos tranquilamente cumplen, como lo más lógico, no era lo mío, yo añoraba el desorden y hasta la suciedad de las calles, la heterogeneidad de las personas y en silencio veía que llegaría a aburrirme la homogeneidad de estos grupos sociales.
Fue una Navidad alegre, asistimos a los actos religiosos, compartimos veladas con amigos y vecinos, todo dentro de las mayores normas educativas, de decoro y de disciplina. Salimos con mis sobrinas y sus amiguitos a jugar con la nieve y a montar en trineo. Este es un pueblo organizado, hay leyes para todo y todas se cumplen y las personas lo hacen con agrado.
Fui a Picadally, hice una buena caminata por la ribera del Támesis, me llamo la atención que en los buses, en las calles y en algunos de los centros comerciales más populares, se nota que han llegado muchos inmigrantes y hay una coalición que se ve marcada por el color de la piel y por las actitudes que asumen.
Como ya empezaba el nuevo año y mi hermana y su familia se iban, yo tuve la idea de irme con ellos, saludar a mi maestro, hacer un crucero por los canales, con mis lindas sobrinas y caminar las calles de mi inolvidable Ámsterdam del alma. Además me venía bien, viajar pasando por Frankfurt. Me despedí de mis padres, les prometí que volvería, dediqué un buen tiempo a hablar por separado tanto con papá como con mamá, fue una charla interesante donde hubo comprensión, cariño y mucho amor. Aprovechando la llegada de mi hermano que paso con nosotros el año nuevo, lo dejé acompañándolos y salí para mi querida Ámsterdam.
La casa de mi hermana es preciosa, está situada en un lugar maravilloso. Disfruté unos días llenos de recordación de mi juventud, fui al barrio Rojo visite a una de las chicas que me había recreado en su tiempo y lamente la muerte de mi profesor. Él hizo que la pintura se convirtiera en algo vital para mí, lloré al recorrer el museo en donde él me enseño la grandeza de Rembrandt, en ese momento mi vida era un claro oscuro.
El tiempo paso más pronto de lo que yo había imaginado, mi cuñado me invito al hospital donde trabaja, regresamos juntos a casa, hemos hecho una buena amistad. Pasé unas veladas inolvidables con mis sobrinas, las llevé a Volendam, comimos todos los manjares, quesitos, tortas. Holanda es creadora de excelentes platos, había bazares en algunas comarcas y pude darme el gusto de viajar con las niñas y sentir esa sensación de familia que había olvidado.
Ante la realidad que me mostraba el boleto de vuelta, llegué a Frankfurt, fui de visita donde mis primos que son como hermanos, se sintieron halagados con mi presencia. Han perdido los rasgos costeños ó les quedan muy pocos, son más alemanes. Fue un encuentro productivo, luego pase a saludar a alguien muy significativo para mí, mi madrina María Inés a la que todos le decíamos Marita o tía. Ella fue en su tiempo la mejor amiga de mamá, habían estudiado en el mismo colegio y cuando sus padres se separaron y la mamá murió, ella fue a vivir a nuestra casa. Cuando llegaba un barco importante le gustaba ir a ver las gentes que bajaban a conocer la ciudad y fue ahí donde conoció a un señor de nacionalidad alemana, de más edad que ella y se enamoro. Este señor ocupaba un alto cargo en su país, le sugirió que viajara con él y le propuso contraer matrimonio. Ella se enloqueció de amor y no valían las suplicas de mi madre para que no se fuera a aventurar con un persona desconocida. Pero la madrina se fue. Se casaron en Colonia y al poco tiempo el fue trasladado a Frankfurt y allí se establecieron, compraron una hermosa casa y se entregaron el uno al otro. Ella contaba en las cartas que le enviaba a mamá que era completamente feliz, que Dios la había bendecido con ese hombre. Al recibir su pensión como trabajador oficial del estado alemán, se dedicaron a viajar por Europa, por Asia y fueron al África, fue ahí donde el adquirió una bacteria intestinal, no se supo si fue una comida o la picadura de un insecto, o el clima que en ese momento era muy húmedo.
Lo asistieron en su momento varios médicos y cuando llegó a Frankfurt, legalizó los papeles, le dejo una herencia considerable a la madrina y murió en medio de una operación de cuidado. Ante la soledad de la madrina empezó a mandar por mis primos, primas, que aprovecharan la oportunidad de viajar y estudiar. Fue por esto que hubo una desbandada de toda mi familia hacia Alemania, esa era la causa que allí estuvieran todos mis primos y primas, algunos ya casados con hijos y organizados.
La madrina me atendió como a un príncipe, me rogaba que me quedara con ella, me había arreglado un cuarto en la parte más hermosa de su casa con una vista increíble para que pudiera realizar ahí mis pinturas. Me explicaba que nada me iba a faltar desde el punto de vista económico. Su ruego se convirtió en llanto ante mi negativa, me colmo de regalos, de atenciones, se despidió dándome un beso muy tierno, Eran emociones que me llenaban, recuerdos preciosos y valiosos para mi que siempre ando solo.
Volvía el impulso de regresar al lado de mis padres pero me aterraba perder mi libertad. La idea de mi madrina me atraía, pero entregarme a una señora envejecida, hacia que me viera en medio de un claustro. La libertad que había logrado no quería perderla y lo peor ya no estaba quien me motivaba a ser yo mismo, mi maestro había muerto. Todo esto me dio un impulso a continuar el viaje.
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EL PINTOR
RandomMEMORIAS DE UN COBARDE MIRANDO LAS FICHAS DEL AJEDREZ YO ERA LA TORRE. HACIA DONDE ESTUVE DIRIGIENDO MIS PASOS EN ESTE TRASEGAR DE MI VIDA. ¿HA PENSADO USTED HACIA DONDE VA? PORQUE NO QUIERO QUE AL FINAL DE SUS DÍAS VEA QUE SE HA...