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Desde mi niñez yo tenía en mi cabeza un cerebro programado, cuando aceptaba el modelo de mi padre, todo era paz pero era una fingida tranquilidad, eso fueron los años en esa universidad. Desde que llegue a Colombia, me siento más tranquilo, las llamadas a mi padre son para ponerlo al día sobre las acciones que tiene aquí, si recibe los correspondientes giros y las consignaciones que deben hacerle. Él me da instrucciones, me pasa a mamá, la saludo y nos despedimos. A raíz de la conversación con el joven y el aislamiento con su madre y su hermano, hoy hice una excepción, duré casi dos horas conversando con mi mamá, supe que papá está delicado de salud, que lo van a internar para hacerle un chequeo general. Que mamá me extraña, le hago falta, quiere vivir conmigo, me quiere mucho por ser el menor. Que mi hermana va pasar las vacaciones con ellos, me tachó de ingrato y me insinuó que volviera.

Tenía un dilema, en cierta forma había salido de la sumisión hacia la libertad y aunque era pesado vivir en este medio tan raro, tan heterogéneo, creía que aquí podía tener mi propio carácter y mis propios ideales, pero la voz triste de mamá, me llevó a una depresión que me aisló unos buenos días, no volví a salir, me dediqué de lleno a mi trabajo. Adiela, es una mujer muy querida que me ayuda en el aseo y el arreglo de la casa, cocina exquisitamente, fue ella la que notó mi tristeza y me propuso que fuera a ver a mi familia, ya son muchos años los que lleva aislado de ellos y yo creo que le hacen falta, a lo mejor el viaje le sirva para volver con más ánimo o quedarme definitivamente allá.

Soy un hombre solitario, procuro ser feliz, aunque hay días que pienso mucho en mi pianista y me entristezco, pero se que ella voló a su lugar y el amor solitario solo dejó huellas. Mis mejores amigos son el lienzo y los pinceles pero tampoco dedico tiempo a la pintura, me hace mucha falta el cariño, la comprensión y el amor que me brindó mi maestro, el no haberlo encontrado me desubico bastante, perdí el norte y la ilusión que tenía se me fue desvaneciendo con dolor. Descanso dibujando la imagen de la niña de mis sueños, es un amor adolescente que me inspira y me da placidez. Cuando me siento cansado, me dedico a la pintura a través de esta me he dado cuenta que el modelo que llevaba de mi padre era muy distinto al mío, mis percepciones eran diferentes, luego mis reacciones también lo eran.

Dormí desde la madrugada hasta el medio día, me levanté sobresaltado porque debía entregar unos folletos traducidos, con explicaciones al margen y unos lineamientos computarizados. Necesito trabajar con excelencia, esta es una oportunidad que no puedo perder, durante estos siete años ha sido mi tabla de salvación, este trabajo me ha ayudado a sentirme útil y el pago mensual, no solo me ayuda, me da para ahorrar y en cierta forma me libera, para no depender de mi padre.

En la noche me senté a contemplar mi cuadro, eran unas tonalidades suaves, entre rosadas, azules y violetas, que daban al conjunto la sensación de que la persona viajaba por el espacio, pero no era un ángel, era un ser vivo que estilizado, iba entrando al cenit, en una danza hecha con melodías de inspiración celestial. Al acercarme para apreciarla, me di cuenta que su cara estaba tan desvanecida que no se veía ningún tipo de rasgo, era sutil, suave, tierna, incapaz de dejarse señalar por las líneas. Solamente su cabello flotaba en forma de filigranas y resplandecía, mientras su cuerpo se dirigía hacia arriba, en forma de espiral, dejaba una huella de paz y de hermosura. La sutileza de las líneas y la combinación de los colores me producía un éxtasis que me llevaba al reposo, al encuentro con algo poderoso que yo no conocía, pero veía que estaba ahí e iba hasta el infinito. Hora tras hora viví en esa contemplación, la asocié a un poema de amor y se lo recité, sintiendo dentro de mi una paz indescriptible.

Hoy al despertar después de una noche tranquila y descansada, mis sentimientos están revueltos, deseo irme y vivir con mi familia, pero también quedarme y vivir independientemente. Son momentos críticos, en donde uno no sabe lo que es, ni hacia donde va. Me pregunto, qué es vivir y vienen miles de respuestas. El haber hablado con mi madre hizo que me viera como un mal hijo, las cosas en mi interior se revolvieron, me siento como un desarraigado. Se que la familia es necesaria e importante, podría darle a mi padre un gusto, para que sienta ganas de vivir, de restablecerse, la distancia de sus hijos lo puede estar matando, el estar cerca a él, va a ser una terapia necesaria, yo creo que el ser humano, gracias al instinto de pertenencia es que ha sobrevivido. Estas reflexiones me animaron para organizar mi viaje hacia el hogar de mis padres, revisar junto con Adiela las cosas de la casa, organizar el trabajo al que me comprometí y por lo menos disponer de unas vacaciones.

EL PINTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora