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Después del encuentro con Magnolia, dentro de mí se había operado un cambio, yo quería haber encontrado una amiga para protegerla, porque en el fondo me sentía superior por mi apellido, por mi estudio, por todas esas cosas que poseía y que ahora veía que eran solo estupideces. Ella me había bajado de las nubes y no era la única que lo había hecho. Yo me creía fuerte y digno de respeto, pero Roberto me había dado una lección de fortaleza. Adiela, me había demostrado que era libre de trabajar donde quisiera y si no me gustaba ella podría irse, pero el golpe mayor lo recibí de Magnolia. Cada uno estaba en lo suyo, vivían bien y yo mostrándome superior con mi hoja de vida llena de sueños inconclusos, escondido entre las paredes de una casa, que yo había buscado para hacer uso de mi libertad. Estos eran golpes bajos, que había recibido. La actitud recia y decidida de Roberto, la manera de desenvolverse de Adiela, la fortaleza de Magnolia y la actitud del Pastor haciéndome recomendaciones al oído, como a un joven desorientado.

Me sentía mal, resolví ir a la iglesia un rato, al pasar la calle los niños jugaban en la acera, me acerqué y les insinué que se entraran que empezaba a llover, uno de ellos murmuro, a nosotros nos gusta mojarnos y siguieron con su juego. Cada quien está en lo suyo, cada quien vive su vida como la entiende, sortea sus dificultades a su manera, construyen su camino con lo que puede y el resto los tiene sin cuidado.

Estuve un buen rato en silencio, reflexioné cómo Adiela, Roberto, Magnolia y el Pastor, me habían movido el piso. Me sentí lejos de los míos, viviendo en un sitio extraño. Me propuse organizar la excursión a Cartagena, para unirme a mi familia, necesitaba recomponer mi situación. Pensé que era con Ernesto con quien mejor me entendía, lo llamé, le insinué que compartiéramos un rato, lo que aceptó gustoso. Le mostré mis últimos cuadros y uno especial de algo que quería pintar pero que no sé por qué no me salía, le agrado mi pintura y me contó como de niño se había interesado por el arte, pero el fuerte eran las matemáticas y de pintores solamente admiraba a Omar Rayo. A propósito miramos una proyección de este genial pintor. Comimos agradablemente, le insinué, que comprara la casa de la esquina que doña Alba Rosa, la estaba vendiendo. Me explico, que esa casa guardaba muchos secretos misteriosos.

Tratando que me hablara de la niña de mis sueños, le pregunte por Paulo. Ese muchacho había escapado muy niño de la chusma del Tolima con una hermana, el doctor Brigarth que hacían campaña política en esa territorio lo recogió junto con la hermana, la muchacha se fue con doña Soledad esposa del doctor Montalvo otro líder político. Los criaron como hijos propios. Dicen que Paulo se enamoro de Rosalina la hija amada del doctor Brigarth y por eso Beatriz la hija mayor nunca lo aceptó, le tenía una ojeriza y lo trataba muy mal, hasta que se canso y se fue. Fui a la pregunta que me interesaba y con ansiedad le pregunte por la chica del piano. Ella se casó Eduardo, el hijo del doctor Montalvo. Nos despedimos y quedamos en volver a vernos.

Revise las bicicletas y las coloque en lo alto del garaje como un monumento a mi imbecilidad. Como era posible que un hombre como yo jugara a ser un adolescente, soñando tonterías. Pensé en Magnolia, la lección que me había dado era que el amor se basa en la libertad, en disfrutar la amistad de las personas que están cerca y de las que están lejos y eso hace que el afecto una a unos y a otros.

Como ya tengo todo arreglado para el viaje, voy a mandarles el programa que he diseñado, va del 22 de diciembre al 20 de enero, mi madre está feliz, no se cambia por nadie, su sueño se le va a hacer realidad. Me voy a dedicar a pintar unas tarjetas navideñas para mi familia y para las personas más cercanas del barrio. Voy a hacer una especial para Magnolia, aunque no la volví a ver después del paseo por los parques.

Es noviembre, dispongo de tiempo para presentar la evaluación de mi trabajo ya que las expectativas que me ofrecen son interesantes. En diciembre trabajaré sobre las sorpresas que pienso llevar a Cartagena, hemos hablado con mamá de algunos puntos para que la reunión nos salga de primera. Mis sobrinitas vienen y papá se está reponiendo de su última enfermedad, porque el encuentro lo tiene muy motivado. Me siento feliz de volver a vivir en familia y el saber que mi madrina se va a unir al viaje, me satisface porque en el fondo quede muy preocupado por el desaire que le hice. Ya empieza a oírse música navideña, aparecen los arreglos respectivos en las calles, la avenida especializada en esta festividad está atiborrada de gente, hay una alegría colectiva que ayuda a que uno se sienta bien.

EL PINTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora