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Esa noche regrese preocupado, el celador de la cuadra, me dijo: su hermano llegó y lo anda buscando. No sé si sentí alegría, miedo o esperanza, era una confusión de sentimientos encontrados. Él estaba esperándome en el jardín, su saludo fue cordial, yo lo miré asombrado, preocupado le pregunte qué había pasado. Vine por ti, en qué lió te metiste. No sé si quieras contarme lo que pasa, pero lo que sí te digo es que de aquí no me voy hasta no saberlo todo, así tenga que dejar todas mis obligaciones. Abrí la puerta, siguió, me miro, yo me sentí acorralado, como un niño asustado sentí mucho miedo, temblaba, lloraba, era la actitud más estúpida que había tenido en toda mi vida.

Lo único que se me ocurrió, fui ir hasta mi cuarto, sacar la maleta de Lucy y entregársela. Me pidió un café cargado, lo traje y lo deje solo, intuí que me quería bien lejos. Dí vueltas por el parque tratando de relajarme para afrontar el problema. ¡esto es una locura!, repetía, como es posible que Eduardo, ese joven amigo mío a quien invite al seminario y quise que fuera sacerdote, él, que tenía la mejor de las madres, un padre con buenos principios, que luchaba por su casa, por su familia, personas tan buenas que aceptaron a Mercedes como una hija, haya caído tan bajo. No entiendo el papel de la niña

Rosalina era un niña adorada, recuerdo cómo su abuela Rosita la acariciaba, la arrullaba, con qué ternura se trataban, parecían dos niñas. En ocasiones las encontré jugando en el jardín con las muñecas, me parece verlas cuando se ponían a tocar piano. Igualmente era la consentida de Luisgonzaga. Recuerdo cuando doña Soledad le enseñó a tocar piano por nota y a ella no le gustaba. Era los ojos del padre, que había sufrido mucho con la muerte de Luisgonzaga.

Creo que a lo mejor se descompuso con la muerte de la abuelita Rosita que falleció siendo Rosalina adolescente. Me duele en el alma que Eduardo, haya muerto en esa forma, perdido en una concupiscencia que él había podido superar, pero más me duele saber que esa niña adorada se haya ahorcado de desesperación y menos puedo creer que mi hermano, un hombre estable e inteligente, haya caído en esta trampa.

Yo lo oía, quería que no supiera que me había enredado con un abogado de pacotilla, que había comprado una casa sin tener el dinero y que iba a reconocer una niña por hija sin serlo. Callaba, tenía una vergüenza culpable. Viendo mi angustia me dijo: entienda esto, la mentira lleva a la mentira y esas mentiras llevan al abismo, Dios nos creo en la verdad, con la luz luminosa del día y no se justifica que para hacer la caridad yo tenga que valerme de la mentira y desencadenar una detrás de otra y meter dentro de esa cadena a una pobre niña víctima de las circunstancias. Cuénteme hasta aquí, qué has hecho. Si tu quieres cambiar el mundo no lo hagas a través de la mentira, que brille la luz, que nadie pueda tacharte nunca por doblez, ni por engaño.

Me sentí como un muchacho cogido en la trampa, con las manos en la masa, quise salir e irme, pero me armé de valor y escupí con fuerza mi dolor. He hecho tantas estupideces, compré la casa de la esquina para ver qué había allí de Rosalina, le pagué una fuerte suma de dinero a un abogado para que me arregle los papeles. Fui a una cita al sitio donde está Andreina, encontré un parecido extraordinario conmigo. Hable con la monja y ella no entendía todo el embrollo que se había armado. Lo cierto, me precipite, me deje llevar por esos benditos cuadernos que a mala hora guarde y que no leí a tiempo. Pero hay algo más, económicamente estoy mal, quebrado y desorientado ante la situación.

Mi hermano me oyó con respeto y luego de volver sobre los cuadernos, dijo: Vamos a ver cómo desenrollar esta madeja. La situación no es fácil, me voy a quedar contigo hasta que esto se solucione. Hizo una llamadas, habló con el Provincial, quien no puso problema, antes se ofreció a ayudar en lo que fuera necesario. Luego me hizo las siguientes reflexiones: - En cuanto a la casa ya esta comprada, no hay nada que hacer. – En cuanto a la situación de Eduardo, es necesario tener una conversación con el padre de él, que debe estar destrozado, menos mal que la madre murió antes de presenciar este caos.- En cuanto a la familia de Rosalina hay que entender que la dejaron a su suerte, igual que a la recién nacida, pero lo único es hablar con Paulo, él sabe mucho, igual que las hermanas de la casa de adopción, especialmente la que recibió a la niña. - A Andreína es necesario ponerle cuidado y atención.- Hay que entrar a revisar los papeles que te comprometen y los que tiene ese abogado, porque pueden ser de cuidado.

En otras palabras Andrés, estás metido en un horno candente, en qué momento volvió los problemas imaginarios en reales.

EL PINTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora