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Sentía rabia de las estupideces que había hecho, me usaron y yo me dejé usar, pero lo que más me llenaba de pena era tener que dejar mi empleo. Mi hermano me insinuó que siguiera trabajando, que más adelante se vería que se podía hacer, llamé al director y le manifesté que ya me sentía bien de salud, que si deseaba podía comenzar a trabajar, lo que aceptó gustoso. El haberme integrado fue una maravilla, volví a lo mío, me distancié de la problemática. Agradezco a mi hermano que cogió la causa como suya y le puso todo el empuje para sacar adelante esa investigación. Fueron casi cinco meses, entre abogados, citaciones, careos, papeles y lo más triste enfrentarme con mi mentira ante mis padres, papá fue duro conmigo me recalcó más de dos cosas que me había enseñado, mi madre fue más comprensiva igual que mi hermana y mi cuñado.

Sentí angustia el día que se fue mi hermano, miedo de quedar solo y a la deriva, necesitaba ahora verme en el espejo de la vida por un lado, darle la vuelta y volver a mirarme, volver sobre lo mío. El problema era que ahora, nada me asombraba, me sentía estático, quieto, sin importarme nada, sin moverme, como anestesiado y esto me angustiaba..

Seguí contando con Adiela, mi hermano le dejó dinero suficiente para que pagara las cuentas correspondientes a los recibos de las casas. Mi padre aporto una suma a un compañero suyo abogado retirado ya del servicio, para que vigilara los procesos y estuviera pendiente de todo, avisándolo y poniéndolo al día de lo que pasara. Yo tenía que responder por las cuotas del banco y por las tarjetas de crédito.

Día de por medio pasaba Carmenza y me preguntaba como iba el asunto, me apoyaba dándome valor. Una tarde vino a visitarme Ernesto, por alguien había sabido del problema y estaba preocupado, hablamos, me contó que él siempre había sospechado de esa gente, como iban a casar la niña de la casa, con un muchacho de buena familia, sí, pero joven, sin preparación y a quien no se le veían muchas ganas de salir adelante. Con interés me pregunto, qué se hizo el tal Paulo. Le expliqué que estaba en prisión, se sospechaba de él, que ha dicho o que no ha dicho, no se sabe y no quiero meterme en más líos, compré esa casa con el ánimo de poner una galería de arte y vea en las que estoy, endeudado, sin poder usar la casa porque esta sellada y yo investigado de algo que todavía no sé qué pasó. Tomamos unos vinos y se fue.

Empecé a divagar sobre qué había en el trasfondo de esta tragedia, anoté hechos que me parecieron contundentes: La boda salió en los periódicos y todos la vieron. La luna de miel fue en Cartagena en casa de los Porto. Efraín extorsionaba desde hacia mucho a Eduardo, por qué, él nunca le abrió su corazón a su mamá, ni dio una explicación satisfactoria a su familia.

La niña aparece ahora, doce año después. Eduardo desaparece. Rosalina se ahorca, todos se van, quedan Paulo y Alba Rosa.

Una citación me llegó en esa semana y tuve que presentarme otra vez ante la juez, ya estaba más tranquilo, mi trabajo, el saber que mis padres y familia se habían enterado, que tenía buenos abogados, que lo único malo que había hecho era haberle dado a ese abogadillo medio millón de pesos para hacerme a la niña y reconocerla como hija.

Volvió el interrogatorio, esta vez más extenuante, no dejaba de sudar y angustiarme aunque me controlaba, contestando despacio y pensando cada respuesta, sabía que si me equivocaba o no decía la verdad, me iba a hundir

¿Qué relación tenía usted con el Padre José? - Ninguna, fuera de saludarlo como párroco del barrio. - ¿Conoció a un señor de nombre Efraín Velasco? - No sé si será el mismo, era un ayudante del Padre José, lo vi unas tres veces . - ¿Cuándo no lo volvió a ver? -Cuándo el padre José fue trasladado para otra parroquia. -¿Conoció algún tipo de amistad entre Eduardo y Efraín? – No. - ¿Alguien trato alguna vez de extorsionar a su padre? – Nunca - ¿Por qué vivía su familia en Bogotá? - Porque mis abuelos murieron y nos dejaron esa casa. - Cuando usted decide comprar la casa de Rosalina ¿con quién hace el arreglo? - Con Doña Alba Rosa. – ¿Por qué no, con una oficina de ventas? -Porque ella lo hacía personalmente. -¿Cómo le pago? - Con cheques de gerencia, con tres diferentes fechas. - ¿Revisó los papeles de propiedad y vio que estuvieran en orden? – Sí, los leí y vi claridad en ellos, además en la oficina de registro no pusieron ningún obstáculo. - ¿No le pareció un precio fuera de lo común el costo de esa casa? - Sí, me pareció que abusaba de mí. - ¿No le hizo el reclamo? - Si, le sugerí que se le había ido la mano en el cobro. - ¿Qué dijo ella? - Que si no me servía así, que la compara sola, porque los muebles y el piano y los objetos que había eran una reliquia y eran de valor. - ¿Usted aceptó? - Sí - ¿Por qué? – Porque era cierto que los objetos eran de valor y lo que más me interesaba era el piano. (Intenté decir, pero no lo dije, que deseaba saber que había dentro de la casa y específicamente en el cuarto de Rosalina, anhelaba conocer los secretos que decía el cuaderno de Lucy, ver el sitio donde había muerto Rosalina, supuestamente pensando en mí.) - Conoce usted a una señora Mercedes Bustos – Sí, es la hermana de Paulo, pero nunca hablé con ella. - ¿Tiene trato con vecinos de su entorno? - Con algunos pero no pasa del saludo, amistad con nadie.- ¿Por qué? - Porque tengo un trabajo dispendioso y además pinto, leo y escribo. -¿Dónde trabaja? ( sentí morirme, acababa de mentir respecto a los vecinos que conocía y con los que había hecho amistad, y ahora debía denunciar a los que me habían dado la mano, ayudado a salir adelante, me sentí incapaz). -Trabajo por contrato con algunas empresas. -¿Qué sabe de Paulo Bustos? - Escasamente lo distingo, es un joven que vive en la casa frente a la mía, lo he visto salir algunas veces. – ¿Sabe si es cierto que vivía en la casa que usted compró? - No lo sé - ¿Quién estuvo presente en la compra de esa casa? Doña Alba Rosa y dos señores, creo que son maestros de obra, estaban pintando una pared. ¿Por qué ellos se hicieron presentes? - Porque Doña Alba Rosa los puso de testigos de la compraventa que se estaba haciendo. - Bueno gracias si hay necesidad, lo volveremos a citar, por favor estar pendiente.

Esta situación es preocupante, pregunta tras pregunta a ver si uno cae o se contradice. Me acerqué a la oficina del Doctor Aponte, estaba ocupado pero me atendió. Le conté lo de la entrevista y me dijo que la cosa iba por buen camino, que había que tener paciencia, que se estaba haciendo lo más: -esto va rápido no se pueden dar largas al proceso, porque hay una menor de por medio y en esos casos la fiscalía de menores está pronta.

De ahí salí para donde el abogado amigo de papá, un señor increíble, atento, humano, servicial. Había pedido mayor agilidad en los procesos, alegando que residía la mayor parte del tiempo en Londres. Después de hablar con él sentí una liberación, lo nuevo que se me presentaba lo asumía con quietud, tranquilidad y paz, estaba dispuesto a asumir una nueva manera de vivir, con energía renovada, con entusiasmo.

EL PINTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora