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En medio de mi decisión, me entra la duda, por eso he salido a caminar y a observar detenidamente este para mí nuevo barrio, sumamente diferente a aquel en donde pase parte de mi infancia y mi adolescencia, analizo sitio por sitio. En la calle cercana donde están los colegios del gobierno y unos particulares, veo que estos tienen arquitecturas variadas, poco pedagógicas, a su alrededor hay puestos ambulantes que ofrecen la droga prohibida, camuflada entre dulces y golosinas. Hay aceras que se van volviendo especiales donde se reúnen algunos a fumar su cacho de marihuana. La avenida principal divide drásticamente ese mundo. Al frente están los sitios residenciales, donde hay aseo, jardines bien tenidos, luz de noche, calles en buen estado, pero al respaldo de este estupendo conjunto residencial, esta la casa de los Taoístas de estilo inglés. Una casa estilo americano, es la Casa Verde que consta de dos partes, una donde curan por medio de medicina natural y otra donde venden dichos productos. Luego hay una Fundación para personas de buenos recursos económicos que pertenecen a la tercera edad, es una casa de estilo inglés. Al frente una casa amplia de estilo americano que fue reformada a un estilo tipo hindú, es la casa de Sidarta Gautama, allí se practica y enseña acupuntura, meditación profunda y yoga. A su lado esta la Casa de las velas que ha sido reformada y presenta un estilo tipo japonés, a la entrada hay faroles y colgaderos de colores, allí venden brebajes, leen cartas y la suerte, hay clases de danzas y adivinan el futuro. Cerrando este espacio hay una casa estilo americano con una fachada en piedra lisa, es la Casa de los Rosacruz. Al final en estructura moderna, edificios de tipo americano con buenos apartamentos. Estos llegan a ocupar el resto de la manzana.

Saliendo de esos recintos sagrados y de esas elegantes casas residenciales ya desgastadas por falta de cuidado y de arreglo, me encuentro con un sitio que recuerdo perfectamente, aquí había casitas folclóricas, bonitas, estaba la dentistería, la droguería, la venta de matas, de tejidos, la casita del abogado, la del señor que hacia las declaraciones de renta, la de la maestra que daba clases particulares a niños, la profesora de piano y la casa de la famosa modista que hacía los vestidos de primera comunión. Siento nostalgia al recordarlo, todo eso se acabo, lo demolieron, hicieron edificios con un estilo sin identificar donde se hospedan parejas gays, mujeres prostitutas, serenateros y charros mexicanos.

En las casas antiguas parecidas a la nuestra, se sacaron cualquier cantidad de espacios para arrendar, especialmente para salones de belleza. La gente que vivía holgadamente en este barrio salio corriendo hacia el norte, dejando casas olvidadas que algunos maleantes hicieron suyas y las arrendaron para instalar bodegas, cocinas portátiles, depósitos de carritos donde se vende mercado por las calles. El entorno fue ocupado por marihuaneros y ahí se instalan los mal llamados "desechables".

Sigo pensando, la arquitectura es el organismo interno de un país, de su estudio consciente depende saber la idiosincrasia en que se vive. En medio de estos contrastes esta mi casa, de estilo americano, la que sigue es de tipo inglés. Toda esta heterogeneidad me asusta, me motiva a volver a los míos, a encontrarme con mis raíces. Una sola golondrina no hace verano y yo aquí como un despatriado en medio de este mundo no distinto, ni diferente sino heterogéneo, no va a ser respuesta positiva para que yo pueda ser feliz en medio de mi soledad, de mi rebeldía. Si me voy de aquí estoy seguro que será para quedarme.

En la noche me visitó una dama muy elegante, bien vestida, con un exquisito olor a perfume francés. Me expreso su deseo de confiarme algo y darme un regalo, yo era la persona más indicada para oírla. Su nombre era Lucy, era travesti, había vivido con un empresario que ocultaba su identidad y a pesar de ser homosexual, la había hecho muy feliz, pero desgraciadamente había muerto, había quedado sola, sin protección y muy enferma. Lloro en medio del relato y me agradeció que la hubiera oído. El regalo que me traía era una elegante maleta de fino cuero con un cierre muy sofisticado que tenía dentro unos cuadernos. Esa noche creo que murió, no supe de su entierro pues mi tiempo lo ocupaba en poner al día mi trabajo para poder hacer realidad mi viaje.

Una tarde me sorprendió la visita del Pastor, personalmente me invitaba a la inauguración de su iglesia, me expresaba su satisfacción si asistía. Pensé en ir y aceptar la invitación, de pronto me haría bien. Amanecí mejor, más tranquilo y decidido a viajar, salí a comprar ropa, zapatos y algo que necesitaba. Sin quererlo y sin proponérmelo conocí a Cecilia la supuesta compañera del mafioso, es una mujer preciosa, con unos ojos hermosos, con buen porte, distinguida y elegante, me impresiono demasiado. Subió a su carro y sin ningún miramiento se fue.

Me encontré con Iván y John dos gays que adoptaron a Jair, hijo de una medio hermana de John que murió. Es un niño muy simpático, dice que tiene dos papás, uno negro y uno blanco, que el blanco es más serio y el negro más recochero. A su manera tienen su familia; siempre que los veo, van con el niño, el negro es John atiende en una salón de belleza de la avenida y el blanco es Iván trabaja de mesero de noche en la taberna que frecuento, son amables, se ve que se quieren y adoran al niño.

Llegué a casa con mis compras y el recuerdo de Cecilia, una mujer así, de mi misma edad y con cierto porte es lo que necesito, pero la veía distante. Mire la maleta del regalo, la abrí, olía a moho, la dejé abierta para que le entrara aire. Entré a Twitter a hablar un rato con mi hermana y mis sobrinas y a decirles que estaba ya todo resuelto para hacer mi viaje, la felicidad que demostraron me alegro. Me encontraba muy cansado, me acosté, la imagen de Cecilia la mujer que me había impactado quedé en mi mente hasta el otro día, que me despertó el latido furibundo de cuatro mastines de la casa que antes era de Ernesto.

EL PINTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora