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Nunca había pasado una noche tan fría. Nunca me había sentido tan sola. Nunca me había sentido tan perdida.

Revisé mi bolso para ver si, por arte de magia, había dinero. Eso fue la idea más estúpida que había tenido.

¿Podría estar más peor mi situación?.

Como antes, ya no tenía opciones. Apenas eran las doce de la tarde y lo único que esperaba era que ideas de, que podría hacer en estas situaciones, vinieran a mi mente.

Pero ninguna idea se me ocurría, lo único que recordé fue a Rosie.

Increíble lo rápido que busqué mi celular. Lo encendí y, al encontrar ese mensaje, no pude evitar sonreír. Ahora me encontraba un poco feliz.

-Camila, disculpa por no enviarte el mensaje. Estoy viejo y las cosas se me olvidan.
Rosie ahora vive en la residencia de Catia, creo perfectamente que la conoces, ella me lo dijo. Pregunta por Rosie Viva y te dirán su apartamento.-

Ahora yo le enviaba un mensaje agradeciéndole por aquel favor. Nuevamente pensé que flash se quedaría pendejo con mi rapidez, pues me había alistado para ir a buscar a Rosie.

Lo reflexionaba y me sentía vacía sin esa chica.

Y sí, conocía perfectamente la residencia de Catia. Una calle tranquila y algo solitaria. La conocía muy bien por culpa de Rosie. Era obvio el porqué le gustaba. A ella le gustaban los lugares solos y tranquilos.

Solo recordé nuestros momentos en esa calle.

Hablábamos de nuestra situación, de la vida y también de ¿Que hay después de la muerte?.

Admitía que ella me pegaba su lado pacífico.

Al estar en ese sitio sentí desesperó, pues ya no venía al lugar. Las cosas habían cambiado, como siempre.

-buenas tardes. -dije con amabilidad. El guardia me miraba serio, se veía cansado. Creía que éramos dos.

-buenas. -fue lo que dijo.

-¿Vivienda de Rosie Viva?. -llegue al punto, mi paciencia no era mucha.

-Dígame su nombre, necesito avisarle que la visita. -su voz daba un poco de miedo. En mi opinión se veía violador.

-no lo haga. -supliqué. -es mi novia, quiero sorprenderla.

-niña no puedo hacer eso. -lo noté estresado.

-coño vale, hazme la segunda.

-lo siento, no puedo. -negó.

-esta bien, me llamo Lupita Antonia.

Pensé que ese nombre había sido estúpido y nada creíble, pero como siempre la gente de gafa, se lo creyó.

Con un poco de tranquilidad me dirigía al apartamento que el señor me había indicado. No me lo creía pero estaba nerviosa.

"Dios, si existes dame suerte."

Eso fue lo que pensé mientras miraba al cielo.

No suponía que iba a pasar, no podía hacerlo. Todo podía irse nuevamente a la mierda.

Sin pensar, bueno, intenté no pensar, llegué al apartamento de Rosie. Lo único que hice fue golpear la puerta y esperar.

Me movía de un lado a otro, pues estaba desesperada y quería verla.

Pero el desesperó cambió a alivió después de que la puerta se abriera y me encontrará con aquella chica.

The psychologist. - Duamila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora