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Satisfacción fue lo que sentí cuando desperté y la noté a mi lado. Sonreí. Lo hice aún más al darme cuenta que estaba pegada junto a ella, que nuestras piernas estaban entrelazadas y uno de sus brazos se reposaba en mi cintura.

Sensaciones bonitas sentí.

No lo negaría, antes despertaba con Rosie de esa manera pero, no eran los mismos sentimientos.

No quise nunca moverme, no quise nunca despertar a aquella chica.

Con lentitud me volteé y miré su rostro.

Jamás había apreciado su rostro tan cerca. Podía notar las líneas en sus labios, lo perfecto que estaban marcados estos. También los vellos en sus mejillas, los cuales tenían un tono amarillento. Sus cejas extremadamente gruesas, que, a mi parecer, eran perfectas. Creía que toda chica quisiera tenerlas. Sus pestañas no tan largas, ahora notaba el rímel que se encontraba en ellas.

Es que ni una espinilla tenía, joder, era extremadamente hermosa.

No lo exageraba, Dua era hermosa.

Ahora sólo agradecía a mi madre por haberme llevado a ella.

Sin querer aquello, con lentitud y cuidado me separé de ella, pues tampoco quería que despertará.

Salí de la habitación y caminé directamente a la cocina, pues mis tripas sonaban y el hambre me empezaba a atacar.

Empecé a hacer un típico desayuno, mientras eso los pensamientos de la noche anterior inundaron mi mente.

Por segunda vez en aquel día sonreía.

Un escalofrío recorrió mi espalda, ¿era bueno?.

No lo sabía.

Pero sabía perfectamente que me estaba enamorando de mi psicóloga.

¿Qué hubiera sucedido sí no la hubiera conocido?.

Quizá mi vida estaría de la peor manera.

Me pasaría algo parecido como aquella frase.

Estaba segura que todos la conocían.

¿Era cierto que cuándo te enamorabas perdías?.

Negué con mi cabeza rápidamente intentando que aquellos pensamientos desaparecieran por arte de magia.

Ahora pensaba en ir a ver a mi hermana, quizá también a mi madre.

Volvía a pensar que, extrañaba mi hogar. Dejar el lugar dónde creciste durante toda tu vida, me era difícil no sentirme mal por eso.

-Te dije que habría otra oportunidad. -su voz me sacó de mis pensamientos.

-Tenía que pasar en cualquier momento, nuestra química se nota a quilómetros. -añadí.

-Entonces, ¿Quién lo hace mejor?. -la observé con incredulidad.

-¿De verdad?. -fueron mis palabras. Ella sólo asintió con su ceño serio, hablaba en serio.

-Fui la tops. -ahora murmuraba. Sabía que debía contarle sobre lo ocurrido. -pero ella quería serlo, no la deje.

-Dios mío...-noté como abría su boca y ponía las manos en su pecho. -¿Por qué?.

-¿Desde cuándo creés en Dios?. -fruncí el ceño.

-Es un decir, Camila, deja tu ateísmo y relájate. -dijo colocando sus ojos en blanco.

-La tengo con pelos. -confesé. -Y no permitiría pasar pena la primera noche que pasaría con ella.

-Camila, ¿por qué no aprendes de mi?, yo me afeitó cuando ya notó los cañones, uno nunca sabe cuándo va a ver acción. -argumentó la castaña.

The psychologist. - Duamila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora