16 Parte. 2

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-Una cerveza porque no quiero perder el control. -al decir aquello noté como Rosie me miraba burlona.

Ojitos claros me tendió una botella de cerveza. La tomé para luego acercarla a mi boca y beber un sorbo de aquel líquido, sentí como recorrió mi garganta, estaba amarga.

-¿No está vencido? esta muy amarga. -hice una mueca de desagradó.

-Es cerveza de la buena, es extranjera. -dijo la pelinegra. Ahora todo tenía sentido, observé la botella, la cual no conocía. Podría decirse que yo conocía el alcohol que rondaba por esta ciudad

-Estamos claras que te vas a volver mierda. -dijo Rosie.

-Tú te volverás mierda. Cuidado Lauren, te puede destrozar esa totona.

La miré, reí por como estaba, pobre, ella era normal. Sus mejillas estaban rojas y miraba al suelo avergonzada. Quizá seguiría con mi burla, pero el sonido del timbre retumbó por el apartamento.

Me dirigí ansiosa hasta la puerta para abrirla con rapidez. Mi ceño se frunció al ver a una chica, la cual no conocía.

-Lo siento, no tengo azúcar, sal, ni ningún otro condimento. -dije fingiendo vergüenza.

-Sabrina, al fin llegas. -noté como Lauren pasaba por mi lado para abrazar a la chica.

-Siento llegar tarde, andaba un poco pérdida. -confesó apenada la mujer.

Sentí que estorbaba entre ellas, por lo cual decidí irme con Rosie. No lo negaría, por un momento me sentí incómoda, excluida.

Quizá sólo necesitaba a Dua.

Fue en ese momento que me di cuenta que Dios si existía, escuché por segunda vez el sonido del timbre retumbar por el apartamento..... Dios leyó mis pensamientos.

Mentira vale, ningún Dios, fue el destino.

Nuevamente caminaba hasta la puerta de entrada, noté que las chicas ya no estaban. Sin tomarle importancia abrí la puerta.

El nerviosismo me consumió totalmente al verla al frente de mi.

Nunca lo negaría, se veía hermosa, era hermosa.

-Buenas noches. -sonreí al decir aquellas palabras.

-Buenas noches. -respondió ella y otra chica a su lado.

No pude desviar mi mirada de sus ojos, me perdí en ellos. Un cosquilleo recorrió mi cuerpo cuándo sentí como me abrazaba. Ni siquiera me había dado tiempo de rodearla con mis brazos, pues la chica se había alejado de mi.

-lo siento, pasen. -hablé frunciendo el ceño. Ambas chicas se adentraron al apartamento.

Con lentitud cerré la puerta, me volteé en dirección a las chicas, las cuales aún se encontraban conmigo. Las acompañe a la sala para luego dirigirme a la cocina.

Ahí se encontraba Rosie con sus amigas, minutos después nos dirigimos nuevamente a la sala, ahora con bebidas y algo para digerir.

Me senté en el sofá, al lado de la que iba a ser mi mujer. Me miró para luego darme una cálida sonrisa.

-¿Cómo estás?. -preguntó.

-Bien ahora que estas aquí, ¿y tú?. -sonreí.

-Bien ahora que estoy contigo. -respondió. -antes de todo, quería presentarte a una amiga. -miré a la chica a su lado.

-Un gusto. -estiré mi mano a su dirección. -Camila. -estrechó mi mano con delicadeza.

-Dinah, también un gusto. -sonrió.

The psychologist. - Duamila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora