Final.

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-Camila, tus letras son muy buenas, y como siempre, tienen éxito. -dijo él y yo sólo asentí sonriente.

-Sabes que es un honor para mí que ésto sea un éxito. -confesé.

-Y debemos celebrar ésto, debemos invitar al equipo y celebrar. -negué al escucharlo y él sólo frunció su ceño.

-No podré, debo hacer algo muy importante ésta noche, Carlos. -fingí vergüenza. -pero después celebramos como se debe.

-Bien, no te preocupes. Será para otro día, en donde todos estemos libres. -ambos asentimos.

-Así será. -pronuncié y finalizó aquella charla.

Ahora salía de aquella habitación caminando por ese pasillo conocido. Me despedía de las personas que se encontraban allí. Salí de ese pequeño edificio y tomé un taxi, como era de costumbre en mi rutina.

Miraba por la ventana de ese auto. Observando las calles que ya conocía de Los Ángeles. Al fin tendría mis cortas vacaciones, al fin pasaría varios días enteros en mi casa, con mi mascota. Anhelaba de tan sólo pensar en ello.

Y es necesario mencionar que la escritora no pone relleno aquí, me tiene cansada ya, a cada rato debo mencionarla...

Le pagué al señor del taxi con unas palabras amables y salí del auto. Dirigiéndome y adentrándome al edificio. Caminé hasta el ascensor y apreté el último botón. No lo negaría, era muy satisfactorio vivir en el último piso de un edificio, en mi caso, podía ver gran parte de la ciudad. En la noche me encantaba, me relajaba y hacía que mis pensamientos se volvieran más libres a la hora de componer.

Minutos escasos estuve en esa cabina, ahora sólo caminaba al final del corto pasillo. Al estar frente a mi puerta saqué las llaves de mi bolso. Con rapidez metí la llave en la cerradura y abrí la puerta, al instante sintiendo el aroma de mi casa, era satisfactorio para mi llegar luego de un largo y cansado día a mi amado hogar. Y más cuando Cooper me recibía.

Así estaba sucediendo en éste momento. El saltaba y mordía mi pantalón en algunas ocasiones, notaba su felicidad. Sonreí inconscientemente al verlo de aquella manera, y es que hacía muy feliz, me hacía muy feliz tenerlo, me hacía tan feliz estar a su lado, dormir con él o simplemente pasar momentos a su lado.

Lo tomé con mis manos y empecé a darle besos en su pequeña cabeza, él al instante mordía varias parte de mis manos.

Lo pensaba y, ese perro hacía un gran papel, un importante papel en mi vida. En estos tres años que lo tenía me había sentido tan bien a su lado, me hacía compañía. Lo amaba demasiado, lo admiraba y no me veía sin él.

Cerré la puerta por detrás de mí y empecé a caminar a mi habitación con Cooper, aún en mis manos.

-Y lo logramos, Cooper, ese esfuerzo que hacía cada noche y día escribiendo dieron un resultado excelente. -sonreí observando al animal. -ahora tendré vacaciones, quizá podamos ir a Miami y ver a Sofía, también podemos quedar con Rosie y verla, ¿no creés?

Cooper sólo lamía mis manos sin prestarme atención.

Él no hablaba pero sabía que me entendía, yo sentía que lo hacía. Sabía cuando estaba triste y feliz, lo conocía y también sabía qué le gustaba y qué le disgustada.

-Además puedes salir, llevas como dos semanas sin salir de éste apartamento, lo siento, debe ser torturante pero ya no más. -lo dejé en la cama y me dirigí al baño.

Me quité mi ropa con cansancio y me metí a la ducha, no sin antes colocar un poco de música... Para mi fue tan relajante sentir como el agua caliente, pero caliente, sentía como picaba mi piel de lo caliente que estaba, pero me encantaba bañarme a nueve mil grados celsius.

The psychologist. - Duamila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora