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-Mira, ya Cooper dejó el primer regalo. -habló Dua desde la puerta de su habitación. Dirigí mi mirada a donde apuntaba su dedo. En el suelo había mierda.

-¿Quién debe recoger eso?. -pregunté mirando a Dua nuevamente.

-Pues tú, es tu perro. -dijo con una sonrisa burlona formada en sus labios.

-No, es de ambas. -me defendí.

-Bueno, entonces lo haremos por turnos... yo recogeré su primera cagada, cuando cagué por segunda vez, la recoges tú... una vez tú, una vez yo. -sólo asentí a sus palabras.

Ya me estaba arrepintiendo de tener a ese perro.

Si casi puedo mantenerme yo ¿cómo mantendré a una mascota?.

Pero olvidaré ese tema, ya que... nuevamente, la que escribe esta historia no quiere colocar aquellos detalles... a veces se pasa de ridícula esa escritora.

Eran las 8 de la noche, sí, el día había transcurrido rápido, pero quizá... quizá fue porque estaba con Dua, y cuando estaba a su lado no me importaba nada, sólo ella.

No sé que sucedía realmente.

Recordé cuando sufrí algunas veces por aquella chica.
Recordé cuando quise regresar al pasado, simplemente quise ser como antes, sin sentir nada por alguién o algo.
Quise ser sólo yo, quise estar como antes, cuando sólo me gustaba yo.

Pero ahora, nuevamente, estoy satisfecha de que ella esté ahí.

La observé, ella miraba aquella película que tanto le gustaba, cosa que me había confesado minutos atrás... Por mi parte, aquella película me parecía un tanto traumante pero, aún así, entretenida.

Pero ya, dejaría aquel tema y sólo me centraría en ella.

No lo negaría, cada vez me gustaba más, cada vez me encantaba más, cada vez me gustaba más estar a su lado... aquello era como cuando a un niño le gustaban los dulces. Como cuando una persona es adicta al cigarrillo. Como cuando observas las estrellas, algún paisaje, el mar, o alguna otra cosa y no puedes apartar la mirada porque aquello es tan espectacular que te asombra.

En ese párrafo me refería a ella, era obvio, ¿o no?.
Para los lentos que no captan las obviedades... en aquellas palabras me referí a Dua.

Pero debe ser torturante para aquellas personas que están enamoradas y su amor y sentimientos no son correspondidos... mi más sentido pésame para esas personas.

-Excelente la producción y actores de esa película, además los efectos especiales. -sonreía al decir aquellas palabras.

-Sí, muy buena. -fue lo que pude decir, sin embargo, sólo seguí su corriente, pues no le había prestado mucha atención a la película.

-Camila, ¿de qué trató la película?. -preguntó con aquella sonrisa en sus labios que no me tranquilizaba en lo más mínimo.

-Pues del demonio. -respondí fingiendo que sabía la respuesta de aquella pregunta. Ella sólo esperó a que siguiera hablando. -...mmmh. -sólo hice aquel sonido con mi garganta.

-¿En qué te fijabas?. -ahora fruncía sus cejas.

-En ti. -respondí con simpleza.

-¿Por qué en mi?. -suspiré pesadamente. Sabía lo que hacía.

-Porque me encantas, Dua.

En aquel momento fue cuando mis mejillas empezaron a arder. Tampoco su mirada ayudaba. Ella sólo hacía que me perdiera en aquellos orbes marrones.

The psychologist. - Duamila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora