Las saladas gotas se escurrían por sus dedos, con cuidado, mientras jugaba con ésta mirando sus pies. Su reflejo se veía borroso, fuera de sí, mientras sentado en esa roca pretendía que lo que hacía era natural, que él era normal. Pretendía ser, de alguna manera, una especie de chico normal sentado sobre una roca en medio del mar.
Entreabrió sus dedos, notando que éstos ya se hallaban unidos igual que las membranas de las ranas. Suspiró molesto, subiendo su vista a la luna casi en forma de reproche.—¿Por qué me has elegido a mí? —susurró con esa voz distante que solía poner y por la cual todos lo llamaban robot.
No esperó una respuesta, no por el momento. Todo el tiempo solía hablar solo con ese ser que jamás lo escucharía estando tan a la lejanía. Sólo se tenían frente a frente, pero al mismo tiempo se tenían lejos, tan lejos como no tenían idea...
Se movió en su lugar un poco, cerrando sus ojos y apoyándose contra la gran piedra. Las olas del mar se movían calmas y tranquilas, tan suaves como esas canciones que antes escuchaba desde las profundidades proveniente de algún barco del siglo XX. Dejó que el mar lo envolviera de alguna manera, lo sedujera, igual que siempre, concentrándose en crear ondas, en dibujar formas que no podía ver. Sólo dibujaba cosas que serían su paraíso... Y sin darse cuenta, a su mente vino aquella furia blanca que arrasaba con todo.
Sus labios, su boca, la forma extraña en la que su nariz se hallaba. No podía negarlo, era un idiota, pero ese idiota le gustaba de alguna manera. Le gustaba lo que hacía con el aire, aunque sólo podía mirarlo generar corrientes y esas cosas para que los veleros salieran al mar. Oh, de tan sólo pensar en él se sentía tan... tan...
Abrió los ojos de golpe cuando un par de manos atraparon sus tobillos, llevándose un susto todavía peor cuando éstas jalaron hacia abajo. Las formas a su alrededor desaparecieron con estrépito, mientras era obligado a ser sumergido en el agua. Estaba seguro, iba a matar a la persona que lo había despertado; le había dicho claramente a las sirenas que no lo molestaran, por lo que, con decisión, estaba listo para castigar a esa persona cuando... Cuando un par de ojos celestes se hicieron presentes.
—Hola.
La figura de Mathias se hacía presente ante él. No estaba seguro exactamente cómo sentirse al ver al otro joven frente a él, al cual le tenía un disgusto extraño e inexplicable en sí, empezando por la confianza que de alguna manera generaba hacia él.
Por un momento trató de no respirar hasta que su cuerpo generó las branquias de pez que tenía en el cuello y sus dedos se terminaron de palmear. Pronto, miró al otro ser, igual de inmortal que él para luego cruzar sus brazos.—¿Tenías que tomar mis tobillos para bajarme de ahí? —preguntó en un tono cortante. No lo conocía mucho a pesar de ser uno de sus compañeros por el reino donde estaba. El chico sonrió.
—Es que te veías muy concentrado dibujando y... También quería hacer una entrada genial —movió un poco sus pies, casi como si fuese un niño humano disculpándose—. Aunque me ganaste con eso —añadió después, acercando sus dedos hacia sus agallas—, ¿cómo es que hiciste...?
Lukas le dió un manotazo.
—No me toques —susurró un poco frío. Mathias no parecía dolido por ello, si no que sorprendido por esa actitud, cambiando totalmente su expresión—, ¿a qué viniste?
—Mentiría y diría que Kiku me pidió que te llame —mencionó el joven, guardando las manos en su traje de baño, dándose cuenta en ese momento que no llevaba la bata que solía usar igual que su rey—, pero... Realmente quiero conocerte y le pregunté a las sirenas dónde estabas. Y ellas dijeron que por aquí y, eh, eso.
Ambos guardaron silencio unos minutos, unos minutos que pudieron ser incluso horas si quisieran. De ser sincero, Lukas no quería hablar con nadie, en especial con ese idiota; Kiku le agradaba, puesto que éste no era molesto, sin embargo el chico de las catástrofes desentonaba en ese espacio. Y eso lo volvía literalmente una de ellas.
—Conozco a un lugar donde podemos ir —dijo el más alto, llamando un poco su atención.
—Me sé de memoria cada charco de aquí, ¿piensas que no voy a conocer ese lugar? —terció mirándolo fijo—, ¿por quién me tomas?
—No creo que conozcas este sitio —una sonrisa se asomó en su expresión, a penas iluminada por los rayos de la luna. Por un momento, Lukas se olvidó de que ésta estaba observándolos, quizá hasta enternecida o divertida—. Sólo déjame llevarte, confía en mí.
Estuvo a punto de contestar «como si pudiera confiar en alguien como tú», sin embargo toda palabra murió cuando él tomó su mano con confianza, dándole una de las mejores sonrisas que alguna vez pudo haber notado. Y eso, simplemente, hizo que su boca dejara escapar alguna que otra burbuja.
Mathias lo guió entre las corrientes marinas más bajas imposibles de que un humano pudiera recorrer. Era una zona de eterna oscuridad a la que los dos estaban acostumbrados, teniendo una visión mucho más perfecta que cualquier habitante de otros reinos. La mano firme del de ojos celestes jamás se soltó en todo ese transcurso, casi como si no quisiera perderlo del todo. A veces se volteaba a verlo... Para después sonreír y reír un poco, como si esa penosa situación le diera motivos como para sentirse así.Había algo, algo que en el fondo lo emocionaba de una forma extrañamente especial en ese viaje a través del agua, mucho más profundo, mucho más lejos, dejando atrás cualquier fosa abisal profunda y bajando un escalón más de la tierra. Le emocionaba saber... Y a la vez le daba desconfianza que un chico como él haya llegado tan lejos solo.
—¿Dónde vamos? —preguntó cuando sintió que el agua cambiaba de alguna manera. Mathias no respondió—. Oye...
—Es un lugar especial, ya te lo he dicho —susurró—. No nos falta mucho.
Esperó otra vez, pareciéndole eterno nuevamente, hasta que empezaron a ascender nuevamente. Lukas no entendía a dónde iban, esperaba algún tipo de ruina que ya conocía o cosas así que ya conocía, sin embargo, al llegar a la superficie encontró un lugar totalmente diferente a lo que sus expectativas dibujaban.
Se trataba de una playa, bastante normal con las que ellos tenían poder, sin embargo había algo que la diferenciaba de todas: en ella había colores, música, bailes y muchas personas riendo y pasando bien el día. Su ceño por un momento dejó de fruncirse, quedando elevadas sus cejas de la sorpresa.—Se supone que... todo esto es algo como otro mundo —explicó el mayor, llevándolo a una zona oscura y que las personas no pudieran verlos—. Es lo que llaman tierra firme o alguna cosa así las hadas de la naturaleza.
»Aquí vienen la mayoría a realizar sus artes, o al menos este es el mundo el cual siempre castigan los reyes, aunque tengan su reino.Lukas sentía que toda su cabeza estaba pasando por una especie de lavado, conforme el otro muchacho le estaba explicando todas las propiedades de ese "nuevo mundo". Claro que, mientras salían del mar, éste recordó su "pequeño problema", deteniéndose bruscamente.
—¿Qué tienes? —preguntó el inmortal de pantalones cortos.
—Yo... Todavía tengo estas cosas —señaló sus branquias—. Si ellos son como dices, se van a asquear de esto.
—Aquí la magia de nuestro mundo no existe, Lukas. Verás que desaparecerán, igual que mi ropa. —El tono que usaba era tranquilo, calmo, contrastando con lo demás a su alrededor. Él no era tan malo como creía.
Decidió ceder luego de pensarlo un momento, sin emitir palabra, cumpliéndose la palabra del otro al instante, pareciendo "un humano normal". Como anteriormente había hecho el otro muchacho, tiró de su muñeca, para llevarlo a lo que pronto sería una de las mejores noches hasta el momento.
Obviamente, jamás doblegaría su orgullo como para admitir que ese día, en aquella playa de quién sabe qué localidad del mundo "real", la había pasado tan bien como jamás creyó, luego de tantos años viviendo bajo ese cargo.
Al fin y al cabo... Esa aventura en el agua había valido la pena.
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30 Days Challenge.
Fanfiction• Multiparing • Fanfic's de Hetalia Espero que les guste leer mis ideas random/espontáneas ;3