Un libro de páginas escritas, un espacio lleno de emociones, de vivencias y acciones. Páginas en blanco que pronto iban a llenarse con tantas ocurrencias, con tantas palabras de ser posibles, hasta que sus páginas llegaran a su final, hasta que las fechas se hicieran tan antiguas y las páginas amarillentas. Hasta que esas vivencias sólo sean un recuerdo, una forma de tomar memorias cuando ésta se pierda, una manera de volver a estar con esa persona que tanto deseas volver a estar. Páginas arrancadas, arrebatos, ideas, arranques de inspiración, poemas, palabras, sueños deseos. Tanto para definir un diario... Y eso es lo que era Matthew.
Matthew había vivido muchas cosas, caído tanto, quebrado... Él estaba tan marcado, tan escrito, tan dibujado como sus diarios, como esas páginas llenas de amores y engaños, de derrotas y vencidas. De deseos, carnales, inspiradores, cualquier tipo de deseos.
Matthew y esas páginas compartían algo muy grande. Lo compartían a él.Él... Él era todo eso que amaba. Él era su meta, su logro, su orgullo. Francis lo era todo para él, siendo el primero en aparecer cuando, al cumplir diecisiete, comenzó a llenar el décimo de esos diarios con su nombre, con su descripción, con sus dibujos. Amaba dibujarlo, encerrarlo en corazones, escribir tantos "je'taime" como pudiera, porque estaba loco. Loco por probar sus besos, por atrapar sus labios, por aferrarse a espalda cuando lo abrazara y bañarse de su exótico perfume.
Fue el primer chico que le habló en su clase de francés, el primero que lo notó después de vivir en las sombras, en lo profundo de un oscuro bosque. Francis fue el primero de todas las personas que alguna vez dijeron quedarse que de verdad iba a cumplir su promesa. Francis era eso con lo que soñaba. Francis lo movía a ir a clases.Pronto sus ojeras disminuyeron, sus páginas se llenaron. Pronto su sonrisa aumentó como las apariciones de ese joven en su libro mágico. Francis era la persona más especial que tenía, quien no se acercó a él por su hermano o por su dinero, sino que por él y solamente él. Y lo supo cuando un catorce de febrero decidió ser franco.
La historia acabó, como siempre, en su diario, llegando hasta la mitad, siendo releído por el chico tantas veces como pudo. Al fin, después de tanto desearlo, sus besos se habían unido otra vez, siendo su libro un mecanismo de cómo repetirlo todo lo que quisiera y pudiera.
Era su tesoro... Igual que Francis.Se lamentaba cada día de su vida por esto, cuando ya pasados ocho meses se dió cuenta de lo equivocado que siempre estuvo, de lo idiota que fue por pensar que él de verdad lo amaba, que Francis realmente lo quería.
Tirado en el suelo, con su diario, solamente pudo escribir su historia, a la par que llovía y lloraba, anotando lo que serían sus últimas palabras, sus últimos deseos y lo último que le quedaba. Se había equivocado tanto que sólo quería hallar tanto el final en ese diario y en él mismo, bebiendo tantas pastillas como pudo meter en su boca con un gran trago del whisky que robó de la sala de su padre.
Todo iba a acabar, ahora.Y, desgraciadamente, tampoco fue así.
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30 Days Challenge.
Fanfic• Multiparing • Fanfic's de Hetalia Espero que les guste leer mis ideas random/espontáneas ;3