Day IX: Mascota. [SUFIN]

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A Berwald se lo notaba decaído o eso podía notar Tino cada vez que lo miraba. Con su taza de café, igual que todas las mañanas se sentaba en la mesa y leía el diario de ese día, pasando lentamente las páginas con unos aires depresivos que le partían el corazón de alguna manera.

—¿Te sientes bien, Ber? —preguntó esa mañana, acariciando con cuidado su mano izquierda, pasando por encima de su anillo de bodas. Los ojos verdemar del sueco se posaron en la preocupada expresión de su pareja, la cual asintió con la cabeza.

—Sí, estoy bien.

Pero en ningún momento dijo que se sentía y Tino era demasiado detallista con esas cosas. Él sabía que algo andaba mal, algo lo traía depresivo, siendo notorio para alguien como podía ser Ber, con sus expresiones serias y poco vistosas. Pronto, el finés se sintió algo exasperado por descubrir qué era lo que le pasaba a su marido, por lo que terminó pidiéndole ayuda esa tarde a sus amigos: Mathias y Lukas. 

—¿Que Berwald se ve mal? Yo no lo noto así —dijo Mathias, mirando a Tino con sus intensos ojos celestes. —. Es decir, míralo, nunca parece demostrar emociones.

—Hablo en serio, Mathias —musitó bajando la cabeza, apoyándose contra la mesa de la cocina del danés. —. Quiero decir, es como si hubiera algo que lo hace sentir mal.

—Yo también lo noto —añadió Lukas cuando entró en la cocina con las dos tazas de café. 

—Claro, porque entre androides sin corazón se entienden. —El noruego golpeó con un diario enrollado a Mathias por su comentario, oyendo como soltaba un "auch" que ni siquiera le robó una sonrisa a Tino.

—¿Qué intentaste hacer? —siguió hablando el de ojos oscuros como si nada hubiese pasado.

—Bueno... preparé sus dulces favoritos, también traté de preparar su comida favorita, pero llegó antes y me ayudó. En ese momento se veía feliz, pero volvió a tener una mirada algo dolida —mencionó bebiendo del café. —. ¿Algunas ideas de qué pueda hacer?

Los otros dos se miraron para luego pensar algo, deliberando en silencio mientras el finés bebía de a sorbos constantes la bebida oscura. Pronto, al parecer, Mathias tuvo en mente algo.

—¿No intentaste con una mascota?

—¿Mascota? —Tino lo miró extrañado.

—A él le gustan los animales y esas cosas; el otro día se veía muy contento o algo así cuando pasamos por enfrente de una veterinaria. —Los ojos de Tino se iluminaron por un momento, poniéndose de pie bruscamente para buscar su chaqueta.

~

Berwald estaba cansado por ese estresante día. Los brazos le dolían de tanto martillar y cortar madera para muebles, deseando volver a casa cuanto antes para comer con Tino y finalmente echarse a dormir igual que todas las noches después de la ducha. Se preguntaba que había preparado ese día, conforme abría la puerta del jardín delantero, cuando un ladrido lo interrumpió, uno que reconoció al instante.

Un perro maltés salió de la puerta de entrada, corriendo con emoción al reconocer a la persona que había llegado a la casa con sólo reconocer su rastro. El perro saltó y puso sus patas en los zapatos del más alto, moviendo la cola de la felicidad y sacando la lengua, enterneciendo al rubio de lentes.

—¿Hanatamago? —preguntó en un susurro, sorprendido de que la perrita estuviese ahí. Se arrodilló frente a ella, acariciando su cabecita blanca, viendo que ladraba con emoción. Levantó la vista, notando que en la puerta se encontraba Tino apoyado.

—Pensé... Pensé que podía animarte, te veías un poco triste —dijo sonriendo el finés, emocionando al sueco. Éste cargó a Hanatamago en brazos, acercándose a él para finalmente besarlo.

—Gracias —susurró, sonriendo y así mismo derritiendo el corazón de Tino.

30 Days Challenge.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora