Day XIV: Huevo. [INDEPENDENCE EDITION]

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Las estrellas se alzaban en signo de libertad, mientras toda la gente sólo gritaba y festejaba. La vista de Alfred en ellas sólo parecía borrosa, borrosa por las lágrimas que se avecinaban en sus orbes, porque solamente un par de estrellas recordaban ese día, que aunque lloviese y fuese todo un desastre, después de éste pudo ser libre...
Su piel se erizó, cerrando los ojos, escuchando tan lejano el repiqueteo de las gotas de agua que en esa batalla por la independencia parecían protagonizar aquel momento donde los dos se quebraron, donde se volvieron tan lejanos e idos, donde ambos comenzaron a vivir por cuenta en una especie de convivencia casi forzada.
Las cinco estrellas del cielo que logró ver solamente le recordaban las cincuenta que su bandera llevaba antes, las cuales por mucho tiempo marcaron y todavía marcarían algo importante en su vida, las cuales le hacían pensar cuando de una vez salió del huevo que era el mundo para empezar a ser alguien, para empezar a constituir un pedazo más en la tierra y que de alguna manera ahora lo volvían un Estado.
Quebró su cascarón, creció, alto, fuerte, como un águila aquel cuatro de julio, tan alejado de su actualidad... Donde tanta pelea, donde tantos desacuerdos se vieron; donde referentes morían por poder y otros por una nación mejor; donde personas hacían un sacrificio de muchas partes, de tantos años en que su independencia seguía sosteniéndose hasta la actualidad, después de crisis económicas y peleas civiles.

—El mundo es un huevo —repitió en voz alta para sí, recordando las palabras que alguien le había dicho en algún momento. —. El mundo es un huevo que... Que rompiste para nacer. Saliste de él, te formaste como nación, te volviste parte de ese huevo que luego alguien más va a romper... Eres... Eres parte de ese huevo.

Sus lágrimas siguieron deslizándose, mientras su corazón latía con fuerza, mientras su pecho se comprimía. Él... Él salió del huevo para ser una bella ave, abandonar su nido con ese par de alas que pronto abrazarían las tierras a su alrededor.
Oh, de tan sólo recordar cuando finalmente decidió plantar su escopeta frente alguien a quien quería, de tan sólo pensar en su alma partiéndose por el bien colectivo de la gente que vivía en él, poniéndose en contra de alguien a quien quería mucho... Esas estrellas lo acusaban por ello ahora que estaba casi tocándolas con los dedos, ya que, cuando comenzó a volar, el cielo también volvió a ser parte de él.
Por su mente se repetían los significados, los deseos, la felicidad de todos aquellos que lo acompañaron y finalmente se ponían de su lado para ser uno solo. Los colores que ahora portaba en sus plumas, las formss que fueron tomando, todo volvía a pasar con tanta claridad que ya no sabía si estaba volando o parado como un idiota sobre su césped.

—¡El mundo es un huevo! —gritó, consumido por las lágrimas ya, viviendo como todos los cuatro de julio todas las cosas que sucedieron en la misma fecha, los festejos y cuando dejó de see uno. —. ¡El mundo es un huevo que rompí para nacer! ¡Salí de él, me formé como nación, me volví parte de ese huevo que alguien más va a romper! ¡Yo, Alfred F. Jones, representación de los Estados Unidos de América, soy parte de ese huevo!

Los fuegos artificiales tiñeron el cielo, cubriendo la mirada de llas cinco estrellas, convirtiéndose con el color artificial en 50, viéndose las franjas de las trece colonias que solía ser antes, trece que lo ayudaron y ahora... Ahora era la completa visión de cada una de ellas luego de tanto luchar.

Sí, él era un huevo, un huevo el cual alguien más iba a romper para correr a su libertad. Y no se arrepentía por eso.

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