Veintiuno.

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Harry pasaba los dedos sobre la superficie del escritorio frente a él, creando un nervioso sonido que apenas era registrado por su cerebro. Su mente estaba más ocupada divagando en los acontecimientos del día anterior.

Sus ojos regresaron a la fotografía tomada en sus tiempos de adolescencia; a su lado un ojiazul le devolvía la mirada a la cámara, sonriente. Se fijó en la otra pareja captada en la imagen, el castaño miraba con ojos de amor a un resplandeciente Zayn. 

Suspiró, pasando los nudillos por sus cansados ojos. Dió un pequeño brinco en su lugar cuándo notó al alfa sentado frente a él. Dejó el marco a un lado, boca abajo, y subió la vista al rostro del pelinegro.

— Malik, el que seas dueño de la mitad de ésta empresa no te da derecho de entrar sin llamar antes.

Zayn miró distraídamente su saco, quitando perezosamente una pelusa imaginaria del pecho, antes de regresar la vista a su amigo, cerrando las manos sobre el escritorio.— Llamé, y nadie respondió. Como no escuché gemidos o algo parecido, decidí entrar.

Harry vió cómo los anchos hombros se alzaban desinteresadamente, pero la clara mirada estaba llena de preocupación.

Bajando la guardia, Harry suspiró acariciando la parte trasera del portarretrato.— Estaba pensando en algunas cosas.

— ¿Todo bien?

Harry miró en silencio a su amigo, pensando en los sucesos de la noche anterior. Había salido hecho una furia de la habitación del bebé, pero tuvo que tranquilizarse para hacerle una llamada al médico que atendió al omega durante todo el embarazo.
El profesional le aseguró que no había sido víctima de un engaño, él se había cerciorado de eso. Su caso era simplemente uno más en el reducido porcentaje de esa raza.

Pasaron unos minutos hablando y aconsejándose, como hacía mucho que no lo hacían.

Zayn miró con interés las cortas caricias que los largos dedos del rizado daban al objeto. Estiró el brazo para cogerlo en un movimiento rápido. Su boca hizo una media sonrisa, y su dedo índice acarició el bonito rostro del omega junto a él.

— Pensé que te habías deshecho de todo.

Se alzó de hombros, sonriendo ante la voz ronca.— Pensaba hacerlo, pero es lo único que me queda.

El silencio que se produjo después no fué incómodo, Zayn miraba la fotografía pensando en aquellos días dónde todo era felicidad. Aún recuerda la sonrisa de bobo que Harry llevó durante lo que probablemente fueron meses después de marcar al ojiazul, y su propio sentimiento de alegría cuándo él marcó al castañito unas semanas después. Estaban tan relajados viviendo una vida de pareja, que no se acordaban de la estúpida apuesta que hicieron antes de cortejar a los omegas.

— Me arrepentí de ese juego durante años, ¿sabes?— Zayn asintió, quitando la mirada de la imagen y posándola en su amigo.— ¿Por qué lo hicimos, Zayn?

Pensó en varias respuestas a eso, pero no eran más que patéticas excusas.— Éramos idiotas, y queríamos la aceptación de alfas aún más idiotas.

Harry rió sin humor.— Y pensar que ahora trabajan para nosotros.

Volvieron a caer en un melancólico silencio, cada uno pensando en todo lo que se habían perdido por sus estúpidas decisiones.

— Después de casi siete años, hoy voy a estar con mis hijos.

— Eso es genial. Espero que ellos no te odien como Kelly a mí.—Harry lo miró, una pizca de celos salpicada en sus palabras.

Zayn cambió su posición, sentándose ligeramente encorvado en la silla. —Fionn me agrada, lo sabes, pero fuí tu acompañante en las noches de borrachera, dónde intentábamos olvidar los estúpidos errores. Y es difícil olvidarme de eso.— Le pasó el portarretrato a su amigo, sonriéndole. — ¿Por qué no me acompañas por ellos al colegio? Seguramente, Kelly estará ahí con ellos y puedan pasar tiempo juntos.

Su mejor apuesta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora