Veinticuatro.

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Cole debería estar saltando de alegría, revoloteando de aquí para allá sin dejar de hablar de lo bien que se la ha pasado con el señor Malik, su papi y su hermano. Debería, pero su felicidad se ve interrumpida por la forma miserable en la que ha estado su primo Kelly.

El otro día quiso animarlo con sus galletas favoritas, pero él sólo le dedicó una sonrisa apretada para después encerrarse nuevamente. Liam le explicó que no fué grosero, simplemente necesitaba tiempo solo porque se sentía triste, pero a ella no le gustaba nada.

Aunque no parezca que preste la mínima atención a su alrededor, sigue gruñendo a quien sea que se acerque a ella, lo que hace que su piel se coloree de un gracioso rojo y su estómago albergue una graciosa sensación, como aquella vez que subió a un juego que les dió vueltas por mucho tiempo. 

Era fin de semana, había terminado de colorear las figuras que le dejaron de tarea así que ahora estaba viendo correr a Masha detrás de una mariposa, creando un completo desastre a su paso.

Su concentración en el dibujo animado se vió interrumpida cuando Liam tomó asiento a su lado, mirándola con todo el amor que su cuerpo podía almacenar. Cole le dirigió una sonrisita, con mejillas y labios bañados en chocolate con algunas migajas pegadas. El castaño soltó una risita cariñosa, tomando una servilleta y limpiando a la niña.

— ¿Lista, cielo?

La azabache asintió emocionada, echando a correr y deteniéndose al pie de las escaleras.— ¿Puede ir Kelly, papi?

—Si él quiere.—El mayor sonrió débilmente, viendo a su hija correr en busca de su querido primo.

Había estado dudando de ir a la empresa de Zayn en su busca, tal y como acordaron el día anterior, pues despertó sintiendo su cuerpo débil y con muchos escalofríos, pero justo cuando alzó el teléfono para marcar el número del moreno, una deslumbrante Cole le saltó encima, emocionada porque hoy vería al señor Malik con sonrisa de oreja a oreja que no tuvo el valor de quebrantar.

Así que aquí estaba, inhalando y exhalando con calma, rezando porque su celo no le llegue el día de hoy, aunque era consciente que, para éste momento, ya era inútil y que ninguna deidad, ni con un buen sacrificio, lo libraría.

Halley se acercó a su padre, ceño fruncido en preocupación. El olor que Liam desprendía era demasiado dulce y atrayente, su alfa gruñía por protegerlo y encerrarlo en casa, donde nadie pudiera deleitarse con tan exquisito aroma.

Liam le sonrió con cansancio, consciente de que su pequeño armaría un escándalo para no dejarlo salir en su estado, por lo que, antes de que el niño pudiera decir nada, alzó un dedo y lo puso sobre sus labios.

— Si dices que estoy enfermo, Cole se pondrá triste. Y ninguno quiere verla llorando, ¿verdad? — susurró con voz dulce, era cruel chantajear a su hijo con la felicidad de su querida hermana pero, si tiene que ser sincero, Liam también quiere ver al alfa, estar cerca de él y que su aroma lo rodee durante el resto del día. Podría culpar a su omega luego por tan tontos pensamientos.

El menor seguía sin estar de acuerdo, no importaba si su hermana no dejaba de llorar en todo el día, sabía que si le explicaba con calma incluso ella lo entendería y estaría de acuerdo con él. Sin embargo, una vez que la azabache bajó, tomando la mano de su primo tan alegremente, un sentimiento de resignación se instaló en él.

No había problema, sólo tenía que cuidar de su padre, ¿no?

(...)

Una vez el ascensor abrió sus puertas en el piso indicado, todo su valor se esfumaba con cada inhalación de olor a alfa. Estaba por entrar en un estado de pánico cuando pequeños dedos se enredaron en los suyos. Esa simple acción lo trajo de regreso, sus ojos enfocaron los brillantes colores y sus oídos prestaron atención a la animada risa de su pequeña hija.

Le dió una sonrisa y un pequeño apretón de mano al castaño parado a un lado antes de comenzar a caminar. Unos pasos más adelante, una omega, que parecía sacada de una revista, le impidió avanzar más, mirándolo de arriba a abajo con repulsión.

— Creo que te perdiste, cariño. El área de limpieza está dos pisos más abajo. — A pesar de su melodiosa voz, sólo era capaz de expulsar palabras venenosas.

Liam agachó la mirada a su vestimenta, registrando los sencillos pantalones de mezclilla desteñida, y su usual camiseta acompañada por una simple chaqueta que había visto mejores años. Sus ojos pasaron a la ropa de sus hijos y, aunque a él le parecían preciosos con lo que sea que usaran, la omega frente a él tenía razón; ellos no encajaban con el aire lujoso de ese lugar.

Halley miró con molestia cómo su padre se encogía luego del cruel comentario, tuvo ganas de tomar del cabello a la plástica Barbie y dejar su máscara de payaso esparcida por todo el impecable suelo. Pero él tenía modales, había sido bien educado por su padre y tío y no iba a rebajarse por alguien tan insignificante.

Él tenía mejores formas de hacer sufrir.

— No creo que a mi padre, el señor Malik, le haga gracia que trate a su pareja de esa forma, omega.
















Mis gomita preciosaaas, ¿cómo están? Ya por fin me reporto, aprovechando que las vacaciones empezaron.

No llegaron a los sesenta y tantos comentarios, pero okeey, mi culpa por pedir tanto luego de desaparecer años.

(Les debo un regalo por Halloween / día de muertos, no se me ha olvidado.)

Les tengo una sorpresa en el siguiente capítulo, así quee, 40 comentarios y actualizo. Vamos, yo que pueden.

Les amo un montón. ♡

Su mejor apuesta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora