Capítulo 2- Cambios

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-Tiaret... Tiaret...- la voz algo asfixiada de Zulay me despierta. Estoy en el suelo con un agudo dolor en la nuca, me incoporo con su ayuda hasta sentarme. Toco mi cabeza, estoy sangrando y algo mareada. -¿Es... estás bi...en?- usa el inhalador.

-No es nada ¿y tú?- me fijo en el corte de su brazo derecho, el que le hizo el General de Brigada Nulkandur con una katana. Por unos instantes me quedo emboba' mirándole a esos ojos de color ámbar que cada vez que pienso en ello hace que me lata el corazón tan rápido que creo que me va a estallar el pecho, ahora brillan con orgullo y tengo que reconocer que tiene motivos para ello porque él solo ha conseguido vencer a un fuerte soldado.

-Bah... estoy bien- contesta con arrogancia, lo que me saca de mi mundo y menos mal porque sino iba a parecer tonta. -Aunque yo no diría lo mismo de "nuestro amigo"- miro hacia atrás, el cuerpo sin vida del General de Brigada yacía en el suelo, inerte con un grueso corte en el estómago del que aún salía sangre negra. Su expresión me asusta un poco, era un  Flap alto y robusto con rasgos rusos y ojos de color azul grisaceo.-Ese cobarde ya no volverá a pegar a una chica-

Sonrío y trato de besarlo pero no me da tiempo a rozar sus labios, se aparta ¿no se habrá dado cuenta de mis intenciones? Tengo que reconocer que me ha molestado un poco pero supongo que no lo habrá hecho a proposito o tal vez sea para que no perdamos más tiempo, esto es serio y mezclarlo con sentimientos no puede ser buena idea.

-Vamos- me dice con un tono frío y severo. -Cojamos la Piedra Primaria y larguémonos- camina hacia el centro de la sala y coge la Piedra Primaria, identica a las demás excepto, por el color de su esfera, amarillo. Ya son tres con ésta, cada vez estamos más cerca de conseguir nuestro objetivo, me alegra y a la vez me asusta conseguir la cuarta y vencer a Isótopo no será tan fácil y lo tenemos que tener en cuenta y andar con precaución.

Nos reunimos con Kai y J en el bosque junto al tronco en forma de "Y" tal y como habíamos acordado. Al verlos sin heridas un gran peso se me quita de encima y lo mejor es que ellos han conseguido su parte también, la comida y algunas armas: un par de Berettas 92 cargadas con unas pocas de balas. Nos serán muy útiles pero tendremos que conseguir más balas.

Nos ha salido genial, solo hemos tenido que pagar con un par de herdas sin importancia, todos estamos muy contentos. Bueno, todos, todos no. Zulay está muy raro desde el robo. Apenas habla, apenas come (y eso que hoy había un montón para elegir). Lo que más me preocupa es que tampoco bebe y eso que le ofrecido no sé cuantas veces una lata, no me gusta ni un pelo porque puede llegar a deshidratarse. Lo que más me molesta es que  ni siquiera me mira además, he intentado acercarme varias veces ¡y me evita! Y estoy segura de que no son imaginaiones mías porque ha sido de forma exagerada,  me he sentado a su lado y él se ha levantado y se ha largado ¡vamos, que hasta un tonto se daría cuenta!

Está sentado solo en un tronco seco tumbado, da vueltas una y otra vez al diario del científico. ¿Zulay? Leyendo y además solo, ahora sí que creo que tengo alucinaciones, él que no toca un libro ni aunque le pagase y recuerdo bien lo que dijo Kress aquel día sobre cómo "adoraba" los estudios.

-¿De verdad que no tienes hambre?-  le pregunto mientras me siento a su lado. En seguida se echa hacia un lado como para que luego tenga la poca verguenza de decirme que no me evita ¡puuf! Niega con la cabeza lo que aún me molesta más, no se toma ni las molestias de hablarme. Y también me resulta raro porque normalmente éste es un "pozo sin fondo" bueno, ya se sabe que por su apetito ya se ha metido en más de un lío. Y que no le apetezca na' resulta de los más extraño. -¿Qué te pasa?- le pregunto preocupada. Ya se lo dije una vez, puede confiar en mí,  jamás contaré na' y juro que no me reiré.

-Nada- contesta con tono seco ni siquiera se molesta en mirarme.

-Vale- digo algo cortada aunque también dolida, no puedo evitar preguntarme que qué habré hecho para que esté así, en mi opinión el día no ha podido ser mejor.

Pasamos unos minutos en silencio, le miro con curiosidad pero parece que ni siquiera se da cuenta. -¿Quieres que te cure el brazo?- digo porque no aguanto más este silencio.

-No-

-¡¿Qué?! ¡¿Por qué no?!-

-Estoy ocupado- responde, no sé qué me pone más de los nervios, si la simpleza de sus respuestas, el tono que usa o que ni siquiera me mire.

-¿Con qué?- intento de disimular mi enfadado.

-No te interesará-

-¡Bueno, ya está bien!- gruño, lo admito, he explotado. -¡Andrea di Salvo, ahora mismo me cuentas qué coño te pasa!-

Deja el cuaderno a su izquierda y me mira  seriamente, si intenta intimidarme así no lo conseguirá. -Uno, no me llames así. Dos, no me des órdenes. Y tres, no tengo por qué contártelo-

-¡¿Sabes qué?! ¡Qué te den!- contesto rabiosa, me levanto y me voy ¡paso de ese imbécil!

Creía que había sido un buen día, había empezado como un cuento cuando Zulay y yo mezclamos nuestra sangre, el corazón me latía tan rápido que pensaba que se saldría de mi pecho, no quería que acabara jamás, que el tiempo se parara que nunca terminara de amanecer para que sus ojos siguieran brillando de esa forma que hizo que me quedara capturada en su mirada. Que nunca dejara de sonreír de esa forma tan cálida. Además hemos conseguido la Piedra Primaria, armas y comida. No podría ser más perfecto pero está claro que Zulay no piensa lo mismo.                     ¡Aahh! A veces me gustaría que la vida fuera como un cuento donde los buenos siempre ganan y los malos lo pierden todo, donde la doncella siempre consigue a su valiente caballero andante y donde existen remedios mágicos que son capaces de revivir a muertos. Pero claro, eso sería lo fácil y la vida real no es así, ni siquiera se le parece un poco. Hasta ahora hemos tenido suerte de conseguir las tres primeras Piedras Primarias sin derramar mucha de nuestra sangre pero eso no significa na', en cualquier momento podemos ser atacados y nos pueden arrebatar éso que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir,  además aunque las consigamos reunir todas no sabemos qué hacer con ellas, en el diario no pone nada. Luego, está lo mío con Zulay, en los cuentos el chico siempre arriesga su vida por su amada y nunca la pierde en el intento, y eso es precisamente lo que más me asusta, este chico se deja llevar por su orgullo y es capaz de hacer más de una locura que le pueden llegar a costar la vida y yo... yo no lo soportaría,  ya he perdido a demasiadas personas que me importaban. Y luego, están mis padres, cómo me gustaría que siguieran vivos, si no hubiera sido tan cobarde...

OlvídameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora