Olvídame

Capítulo 20- Bronquitis crónica

Me paso su brazo por encima de los hombros, al ayudarle a levantarse pego un grito, el hombro me está matando. Le ayudo a llegar hasta la tienda de campaña continua tosiendo y no respira bien, no recuerdo haberle visto así nunca. Se tapa la boca con la mano y al apartarla la tiene llena de sangre. ¡Joder...! Comienzo a rebuscar en la mochila. -¿Dónde coño está el inhalador?- no sé si se lo pregunto cabreada o agobiada o las dos cosas, jamás le había visto tan mal, esto no es asma.

-Ha...ce años... que no... ten...go- me dice débilmente mientras tose.

-Vale, no pasa nada- no me lo creo ni yo. -Te voy a quitar el chaleco antibalas ¿vale?- le desabrocho el chaleco y lo dejo a un lado. -Dime si te duele- presiono un poco en su pecho, ahoga un grito, no hace falta que diga más. Le ayudo a tumbarse sobre el saco, humedezco el mismo trapo que tenía yo en la frente con Pepsi y lo coloco sobre la suya. Me aseguro que esté bien tapado lo último que necesita ahora es que se le enfríen los pulmones. Me quedo un rato sentada a su lado esperando a que se le baje la fiebre pero esto no se va a solucionar tan fácilmente, creo que es bronquitis crónica y a juzgar por su aspecto y la sangre, en un avanzado estado.

-¿Te duele mucho?- pregunto. Asiente, va a necesitar medicamentos es una pendejada esperar más rato. Me acerco hasta la salida. -Como se te ocurra hacer alguna tontería te juro que te vas a acordar de quién soy-.

Sé donde puedo conseguir los medicamentos, conozco a un tipo, un Flap del Agua, un timador que tiene de honesto lo que yo de rica vamos, ni un pelo. Pero no sé cómo tiene un motón de cosas muy interesantes y difíciles de conseguir: medicamentos, comida fresca, armas... lo que sea. Lo que le pidas seguro que lo tiene, lo malo es que "of course" tiene un precio y precisamente barato no es y yo no tengo ni una moneda. Lo bueno es que el tío es ciego así que, por el camino cojo varias piedras del tamaño de las monedas y las meto en una bolsita negra con una cinta dorada que uso a modo de monedero, sé que se acabará dando cuenta (basta con que las toque, es ciego no imbécil lo que no me vendría nada mal) pero espero ganar el suficiente tiempo para salir corriendo y que sus gorilas no me pillen porque si no me puedo dar por muerta. Pero que una cosa que quede clara, no ayudo a Zulay porque esté preocupada por él, es solo porque él me ha salvado antes y no quiero deberle na' además, en cuanto esté algo mejor me largaré y "aquí paz y después gloria", lo malo es que no quiero pensar en lo que me hará "El Hueso".

Camino por el bosque a paso ligero, su casa (o más bien chabola) no está demasiado lejos de aquí. Se encuentra en la parte de atrás de una cabaña abandonada y medio destruida. Al llegar llamo a la puerta de madera. -Dinero- dice una voz desde dentro.

-Es todo lo que quiero- contesto, es una estúpida contraseña que le asegura que no se metan "ratas" en el negocio. Abre la puerta que chirría al hacerlo, entro con decisión, como siempre la cabaña está oscura y polvorienta, no hay ningún mueble, simplemente un pequeño mostrador de madera y al fondo se ve una cortina morada que lleva a la sala donde guarda la mercancía y siempre está vigilada por esos dos brutos.

-Hola Ray- digo con tono serio.

-Hombre, Tiaret, hola guapa- no sé cómo tomarme el piropo viniendo de un ciego. -¿Qué tal, qué te pongo hoy?-

-Analgésicos, algo con lo que bajar la fiebre y un poco de comida, también agua si me llega el dinero- "of course" que me va a llegar, no tengo ni una moneda.

-¿No me digas que alguien de la banda está enfermo?- lo dice como si le importase.

-No, es... es un buen amigo pero no tiene nada que ver con Krak- si entiendes por "buen amigo" a esa rata rastrera y asquerosa que me dejo tirada y me rompió el corazón en mil pedacitos pero no le guardo rencor ni na' parecido.