Ni-ju-nana.

272 41 3
                                    

–De nuevo aquí. –mencionó el mayor, observando la casa y después a sus hermanos, comprobando como hacían lo mismo.

–He de admitir que se me hace extraño reunirse una vez al año... –comentó el de verde, con una sonrisa cohibida.

–Al menos, es mejor que nada. –respondió Ichimatsu, encogiéndose de hombros como de costumbre.

–Eso no voy a negarlo.

–Lo que echo de menos es pasar las festividades juntos. –ahora hablaba el amarillo, con una sonrisa apenada al decir aquello. Se arrepentía de aquellas Navidades que no había aprovechado para pasar más tiempo familiar.

–Sí, pero el trabajo lo dificulta. Por ejemplo, Ichimatsu nii-san y yo trabajamos en Navidad. –mencionó el menor, ya que la cafetería donde trabajaba no cerraba por esas fechas y el puesto de Chibita jamás tenía fiesta.

–Choromatsu y yo también. –dijo el mayor, mirando al de verde.

–Y no olvidemos a Karamatsu. –añadió el tercero, y los demás suspiraron. Se habían buscado trabajos muy complejos en cuanto a tiempo libre.

–Este estilo de vida es agotador. –comentó un cansado Osomatsu, que llamó la atención del tercer hermano.

–Pensé que te gustaba tu puesto de trabajo. –reflexionó el chico, y el primogénito fijó su mirada en él.

–Sí, pero apenas tengo vacaciones. Además, no me refería sólo a eso. Vivir con Totoko-chan tiene sus dificultades. –recordó todas aquellas veces que la chica le había despertado antes de su turno para contarle alguna cosa o para reñirle sobre alguna tontería. La quería, al fin y al cabo era su mejor amiga, pero de verdad era estresante.

–¡Con Homura-chan es genial! ¡Y muy divertido! –exclamó un tierno Jyushimatsu, ganándose miradas y sonrisas conmovidas por ver aquel brillo en sus ojos al hablar de ella.

–Hablando de eso, Ichimatsu y yo ahora vivimos juntos. –anunció Choromatsu, con una sonrisa orgullosa que hizo reír al morado.

–Uy, vaya. ¿No podíais con la perversión, lujuriosos? –se burló Osomatsu, con una mirada pícara que sonrojó a ambos.

–Eres un idiota. –se quejó el tercero.

–¡Un idiota virgen! –añadió el amarillo, entusiasmado.

–Y soltero. –se unió el menor de los seis.

–Bueno, ya basta. Entremos de una vez. –concluyó para evitar más burlas, cosa que hizo reír a todos los demás. Picaron a la puerta y ésta no tardó en abrirse.

–¡Mamá, papá! ¡Hemos llegado! –anunció el quinto Matsuno, dando saltos de alegría. No lo decían, pero se alegraban de que continuase siendo tan hiperactivo.

–Hola, mis ninis... Cuanto tiempo.

–Sí, la verdad es que sí. Había pensado que podríamos vernos mucho más. Quiero decir, los fines de semana no trabajamos. –ofreció Choromatsu, y nadie parecía estar contra la idea.

–Me parece muy buena idea.

–Veo que esta vez no te acompaña Homura-san. –comentó Matsuyo, algo sorprendida y al mismo tiempo apenada, ya que le había cogido cierto cariño aunque ya había pasado un año.

–No podía venir, también tenía una comida familiar con sus padres. Han venido hoy a la ciudad. –aclaró Jyushimatsu, y la progenitora de los sextillizos sonrió alegre.

–Me alegro por ella. Seguro que los echaba de menos y ellos a ella.

–¡Además, tenía que darles una noticia importante! ¡Y yo a vosotros! –su tono alto lleno de alegría volvió a inundar la sala en la que se encontraban. Ahora, todos parecían muy atentos.

Sakura No Ame. | OsoKaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora