–Estoy aquí... –anunció el segundo de los hermanos, abriendo la puerta con su mano libre para que el rojo no se cayera de su espalda. Los menores oyeron su voz y esperaron a que entrara a la sala de estar para poder recibirle.
–Karamatsu nii-san. –saludó el menor, con una pequeña sonrisa aliviada, que rápidamente se borró cuando captó aquel olor tan desagradable. –Ugh, apestas a alcohol. –se quejó, tapando su nariz.
–El que apesta es nuestro hermano mayor, Totty. –corrigió, confirmando que aquel olor le llegaba perfectamente, pero que lo había estado ignorando constantemente. Los tres hermanos restantes aparecieron tras el rosa. –¿Cómo es que seguís despiertos?
–Mamá nos obligó a esperaros. Aunque nosotros no queríamos. –habló el verde, leyendo y encogiéndose de hombros. Apartó la mirada de su libro y comprobó que el mayor estaba profundamente dormido sobre el azul. Suspiró aliviado, tratando de que nadie notase su preocupación. Pero Karamatsu pudo verlo y lo mostró con una sonrisa.
–¡Osomatsu nii-san está dormido! –exclamó el amarillo, con su característico tono de voz chillón, el cual fue callado por Choromatsu y Karamatsu.
–Jyushimatsu, baja la voz. –pidió Ichimatsu, molesto y somnoliento por la hora que era. Karamatsu pidió perdón con una sonrisa inocente y miró de reojo al mayor de todos. Seguía durmiendo sin tan siquiera percatarse de lo que sucedía. Sonrió al pensar en lo tierno que se veía.
–¡Chicos, habéis llegado! –exclamó la madre, y los hermanos también le pidieron que bajara la voz. Al ver como su hijo dormía, obedeció a la petición de los otros cinco. –¿Puedes dejar a tu hermano en el futón, por favor?
–Claro, mamá. –dijo, asintiendo con la cabeza, y dispuesto a subir las escaleras que los demás ya habían subido sin tan siquiera avisar.
–¿No vas a cenar? –preguntó la mujer, preocupada por el chico. El azul negó con la cabeza, restándole importancia a algo tan banal para él en ese momento como cenar.
–No, gracias. No es necesario. Buenas noches. –se despidió, subiendo las escaleras al fin. Llegó a su habitación y comprobó como sus hermanos dormían derrotados por la hora que era. Dejó al mayor en su sitio con cautela y suspiró cansado. Se sentó en el suelo, apoyando su espalda en la pared y observando a sus hermanos dormir.
Pensaba en lo anormal que era el hecho de que todos consiguieran trabajo tan rápido. Eso sólo demostraba que sino tenían empleo era porqué no querían. Y en parte, aquel hecho aliviaba al azul, ya que pensó que les iría bien así. Y que no debía preocuparse tanto por los menores.
–¿Tampoco vas a dormir? –la voz del chico le sacó de sus pensamientos. Su mirada se dirigió a él, sorprendido por verlo delante de él, con su seria expresión y mirándole fijamente.
–Osomatsu... ¿Qué haces despierto? –preguntó, pues parecía que estaba agotado y necesitaba dormir toda la noche, sin interrupción alguna. El rojo miró al de azul y negó con la cabeza.
–Estaba borracho y agotado, pero... No ha sido como otras veces. –explicó, para tratar de quitar esa preocupación del rostro del menor, pero no lo consiguió.
–Deberías descansar, será peor por la mañana. –aconsejó, y el mayor sólo se colocó a un lado del chico, tratando no despertar a nadie en el intento. Una vez lo hizo, suspiró como no paraba de hacerlo durante ese día y apoyó su cabeza en el hombro del azul.
–Karamatsu... Siento haber sido un idiota antes. –se disculpó, como tan pocas veces lo hacía. Y aunque jamás lo dijera, la cara de asombro de Karamatsu se le hizo tremendamente adorable.
–¿Sólo antes? –cuestionó, en un tono de misma seriedad que hizo que un pequeño silencio se propagara entre ellos. Se miraron fijamente y la expresión del mayor cambió por completo.
–Idiota. –se apartó de él y giró la cara en forma de ofensa, casi dando la espalda, y causando una incontrolable risa al menor de ambos, que sujetaba su estómago con una mano y con la otra tapaba su boca para no ser tan ruidoso mientras reía.
–¡Era broma, era broma! –dijo entre risas, en forma de disculpa, bajando su tono de voz y no pudiendo evitar seguir riendo al ver el puchero tan infantil de su hermano. El rojo miró con desprecio al chico por seguir riéndose de la situación cuando él quería ser serio. Dió un largo suspiro, esperando a que dejara de reír. No podía negar que su risa era un sonido que sin duda sus oídos disfrutaban al igual que su corazón. Cuando dejó de hacerlo, le dedicó una mirada antes de volver a hablar.
–Perdón. –volvió a disculparse, y esta vez Karamatsu si tomó en serio sus palabras. Negó con una sonrisa para quitarle la importancia que le estaba dando a un asunto tan estúpido como aquel.
–No tienes que preocuparte tanto por eso. –dijo, y Osomatsu pudo jurar que con la sonrisa que esbozó Karamatsu, pudo creer esas palabras. Olvidar el porqué se estaba disculpando. Todo aquello que le atormentaba.
Porqué su sonrisa era un brillante y cálido refugio que le alejaba de la tan oscura realidad.
–¿Soy un egoísta por querer que te quedes siempre a mi lado? –preguntó, y Karamatsu pudo ver una luz en sus ojos que jamás había visto. Una honestidad y sinceridad que le llenó el corazón. No podía negarse a él mismo lo mucho que esas palabras le hacían sentir. Sonrió de nuevo para él.
–En ese caso yo soy el primer egoísta. –respondió, con la misma sinceridad con la que esas palabras le habían llegado a él. El mayor sintió sus mejillas arder por aquella declaración tan dolorosa y tierna de parte del azul. De nuevo, aquel sentir en su corazón.
–Karamatsu... –le llamó, y el azul e miró algo nervioso por su intensa mirada. Podía apreciarla y todo lo que reflejaba con ésta. El rojo no dejaba aquella expresión serena, pero si la relajó un poco para poder mirarle con una confianza menos forzada. –Te quiero.
–Yo también te quiero. –dijo, con una brillante sonrisa de esas que solía dedicarle. De aquellas que sólo Osomatsu lograba sacar y le hacían sonrojar de manera tímida. Sintió como su cabeza desordenada le gritaba lo que debía hacer, haciendo que incluso doliera.
Karamatsu observaba al mayor con confusión, esperando a que dijese algo o cambiara de tema. Pero no lo hizo. En lugar de aquello, hizo lo que tanto le gritaba su cabeza. Sin pensarlo dos veces, sin previo aviso.
Le besó.
Karamatsu abrió los ojos como platos al sentir los labios ajenos sobre los suyos de aquella repentina y confusa manera. Sintió también sus mejillas arder, un fuego que parecía propagarse por todo su cuerpo. Llegando a lo más profundo de su corazón. Olvidó aquel fuerte olor que desprendía, encontrándolo incluso agradable. Quiso seguir aquel beso, pero no sabía si era lo correcto. Cuando se separó, observó al de rojo, el cual tenía una mirada muy decidida hasta que sus ojos se cerraron.
¿¡O-Osomatsu!? –exclamó en un susurro, para no despertar a los demás ni mucho menos soportar preguntas sobre el porqué de sus gritos. El mayor se había quedado completamente dormido en su hombro. –¡Oye, no puedes dormirte ahora! ¡Osomatsu!
[...]

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Sakura No Ame. | OsoKara
FanfictionPasado, algo que nos ata a lo que somos como cadenas en una condena. Presente, en el cual simplemente nos dejamos llevar pensando en lo que venga después, a veces, atrapados en el pasado. Futuro, aquel tiempo el cual o queremos alcanzar o queremos e...