Sakura No Ame. | OsoKara

Jyu-go.

–¡Karamatsu! –llamaron al chico que se dirigía a la casa Matsuno, y que al ver a sus hermanos desvió su camino hasta donde estaban. –¿Y bien?

–¡Tengo el trabajo! Empiezo el lunes. –anunció, orgulloso.

–¡Enhorabuena, nii-san!

–Como no venías, hemos comido aquí y te estábamos esperando. –explicó Choromatsu, algo culpable.

–Atsushi-kun se ha empeñado en invitarme a comer.

–¿Por qué?

–Bueno... Digamos tras la noticia me desmayé de la emoción. Y ha decidido que para compensarme me invitaría.

–Eres patético, Kusomatsu. –se quejó Ichimatsu, rodando los ojos molesto.

–¡Esto se merece una ronda, Chibita! –exclamó un alegre Osomatsu, abrazando por el hombro al

–Oye, calmaos un poco... ¿Luego pagaréis?

–¡Por supuesto que sí! Pero sirvenos, anda. –insistió el mayor, y Chibita no vió otra opción que servirles una ronda de cerveza que no duró ni diez segundos a manos de los Matsuno. Y vinieron dos más.

–Trabajaremos en la misma empresa, Karamatsu nii-san. Pero da por hecho que yo subiré más cargos que tu, ¿eh? –bromeó el de verde, riendo bromista.

–No dejaré que eso pase, brother. –recalcó el segundo, con una seguridad aplastante. Ambos rieron alegres ante aquello.

–Osomatsu nii-san, ¿pasa algo?

–Quería comentar algo en presencia de todos. ¡Vuestro nii-chan tiene empleo!

–¿¡De verdad!?

–¡Sí, sí! ¡Trabajo de camarero en un restaurante! –explicó, con una enorme sonrisa de oreja a oreja, haciendo que todos se sorprendieran.

–¡Oh, como Ichimatsu nii-san! –comentó Jyushimatsu, dándole al mencionada una palmada en la espalda.

–No, Ichimatsu trabajará en el puesto de Chibita. No se compara con un restaurante, no no. –comentó, y Chibita le fulminó con la mirada.

–Osomatsu, ese comentario es muy brusco. –le riñó Karamatsu, defendiendo al menor y cuarto Matsuno y a su amigo.

–¿Eso crees?

–¡Ni siquiera se da cuenta! –exclamó un asombrado Todomatsu. Miradas de "tu eres igual" fueron dedicadas al rosa.

–Ichimatsu tiene un trabajo, eso es lo más importante. Además, no creo que haya tanta diferencia. –saltó Choromatsu con molestia ante ese comentario despectivo sobre Ichimatsu.

–¿Eh? ¿Choropajerovski defendiendo a su parejita?

–¡Callate, Inutilmatsu! Tú ni siquiera quieres afrontar tus sentimientos. –le reprochó burlón, y Osomatsu le agarró del cuello de la sudadera.

–¿Eh? ¡Repite eso! –retó, y el de verde alzó el puño para defenderse.

–Calmaos los dos, idiotas. –hablaron el segundo y cuarto al unísono, y los dos chicos se miraron confusos para soltarse mutuamente.

–Deberíamos, Choromatsu.

–Deberíamos, Osomatsu.

–Lo siento.

–Lo siento.

–Idiotas. ¡En fin, dejemos de pelear y celebremos! –habló el menor, dando un trago a su vaso.

–Oficialmente...

–¡Ya no somos ninis! –exclamó Jyushimatsu, las palabras que parecían hasta prohibidas.