–¡Karamatsu, infeliz! –oyó el chico azul que se dirigía hacia el mismísimo puesto del que provenía la voz. –¿Qué te trae por aquí? –preguntó, con una actitud amigable como de costumbre.
–¡Chibita! –saludó, con una sonrisa. Se sentó en uno de los asientos donde la pasada noche estuvo sentando el rojo, en el cual no podía dejar de pensar ni un segundo del día. –Bueno, hoy es mi turno de beber y desahogarme.
–¿Qué os pasa a los Matsuno últimamente? –cuestionó, ahora sí, sonando mucho más serio acerca del tema. Veía a esos sextillizos bribones mucho más decaídos y tranquilos de lo que solían ser. Y aquello, hizo soltar una risa algo irónica al segundo de los seis.
–No somos muy fanáticos del cambio, que digamos... –se limitó a responder, encogiéndose de hombros al no saber que más les podía excusar de esta racha.
–Pero veo que no todos estáis igual. –observó, y con aquello Karamatsu notó a que se refería con exactitud. No pudo evitar querer argumentar la situación para hacer que la entendiera mejor.
–Es algo evidente que no a todos nos afecta de la misma forma. Pero en el fondo todos estamos nerviosos y entristecidos. –aclaró, recordando las caras de todos sus hermanos al pensar en la idea de independizarse. Y también recordó al mayor de todos, aún sonriendo a pesar de no tener fuerza alguna. –Aunque supongo que a Osomatsu y a mi nos afecta más que a los demás...
–Osomatsu estaba muy deprimido. –comentó, en un suspiro, cruzándose de brazos pensativo. Karamatsu bajó la mirada por un instante. –Jamás lo había visto así antes...
–Lo sé. –dijo, y la frustración era algo que Chibita podía ver en él. –Pero prometí que le haría feliz, y eso haré. –y pronto se transformó en convicción.
–Me calma oír esas palabras. –confesó, dedicándole a su amigo una sonrisa sincera mientras preparaba un vaso de cerveza. –Toma, bebe anda. –dijo, pasándole el vaso que el azul aceptó con gusto.
–Gracias, Chibita. –agradeció, con una sonrisa fugaz que desapareció para fijar su mirada en el vaso de cerveza que tenía en la mano. Su nombre, su voz, su rostro. Su sonrisa, sus lágrimas. Su felicidad y su tristeza. Todo aquello, sellado en su mente y corazón. Un beso. Sus labios, suaves y adictivos. –¿Puedo hacerte una pregunta hipotética?
–Adelante, ahora me intrigas. –dijo con cierta curiosidad, al ver que llevaba un rato pensativo antes de lanzar aquella pregunta. Karamatsu despegó su mirada de la bebida para poder mirar a Chibita, que sonreía dispuesto a escuchar lo que tenia que decir.
–Si una persona te da un beso mientras ésta está ebria... –empezó, y tragó saliva al tratar un tema tan personal como lo era aquel. Los ojos de Chibita se abrieron con asombro, pero trató de solo escuchar. –¿Cómo debería tomármelo?
–Depende del beso y la persona. –dijo, y el azul ladeó la cabeza confuso. El chico procedió a explicarse mejor. –Si ha sido lujurioso y es una persona que ya lo ha hecho varias veces... Quizás no. –dijo, restándole importancia al asunto.
–Hablo de un beso... Más significativo. Dulce. –aclaró, recordando como el de rojo se inclinó hacia él sin aviso previo, sin indirecta alguna, simplemente haciéndolo. Como su rostro se acercó a él hasta que sus labios rozaron suavemente antes de profundizar en un beso. Aquella sensación tan agridulce que hacía palpitar a su corazón cada vez que lo recordaba.
–Entonces deberías hablar con esa persona. –concluyó, y Karamatsu dejó caer su cabeza sobre la madera, dándose un buen golpe en ella y alarmando al dueño.
–Dios, es todo tan confuso... –murmuró, llevándose ambas manos a la cabeza y despeinándose el cabello con impotencia. Levantó su cabeza con agresividad. –¡Me desespera!
–Dejame adivinar a esa persona.
–Es imposible, no podrás. Jamás la imaginarías.
–Esa persona es Osomatsu, ¿verdad? –cuestionó, y los ojos del azul se hicieron tan enormes como un par de plato al oír aquel nombre. Ese nombre que tantos dolores de cabeza le había dado.
–¿Cómo lo...? ¿Acaso eres adivino? ¿¡Te ha comentado algo!? –empezó a preguntar alterado, dando golpes a la mesa que asustaron a su amigo, que no pudo evitar sentirse mal por él.
–Relájate, fiera. –pidió, y el pelinegro se disculpó en un susurro que hizo reír al contrario. Suspiró y respondió a su pregunta. –No, no me ha comentado nada. No creo que confíe tanto en mí como para eso. –otro suspiro, esta vez, por parte del azul.
–Por un momento, me había ilusionado. Perdona. –se disculpó, bajando la mirada apenado por oír una respuesta negativa que, en el fondo, ya se esperaba. Pero quiso pensar en positivo. Como Osomatsu le hubiese aconsejado en un momento como aquel. Pero la pena que ahora aguardaba en su corazón no podía ser positiva. Estaba completamente confuso.
–No te preocupes. –negó con la cabeza. –Pero deberías hablar con él. –aconsejó, insistiendo en aquel punto, pues lo mejor en aquellos momentos era comentarlo entre ellos.
–¿Y si después me odia? ¿Y si se arrepiente de todo eso y no vuelve a dirigirme la palabra? –preguntaba, y lo hacía nervioso, pues todo aquello era lo que se había estado guardando para él desde que Osomatsu hizo aquel atrevido acercamiento que tanto disfrutó y esperaba. Y que tanto quería repetir. Y se maldecía, por aquellos sentimientos que le carcomían.
–No creo que esté en posición para decir esto, pero... –pensó en toda aquella conversación con el de rojo, todo lo que había dicho sobre el segundo Matsuno que ahora estaba frente a él y pudiera animarle. –Osomatsu te aprecia más de lo que crees.
–¿De veras...? –cuestionó, aunque si pensaba detenidamente en su palabras podía tener cierto sentido.
Me hace muy feliz.
Quizás si Osomatsu le apreciaba más de lo que jamás había imaginar.
–Sí, de veras. –aseguró, observando la pequeña sonrisa del azul. –Tú estás muy enamorado de él, ¿verdad?
–¿No te parece extraño? –cuestionó. Eran hermanos de sangre, y uno de ellos se había enamorado del otro.
–Sí, pero al fin y al cabo... Es amor. Nadie tiene derecho a juzgar. –dijo, y él sintió que le quitaban el peso de uno de los hombros.
–Tienes razón.
–Anda, ve a por tu amor. –dijo, y el mayor de ambos se levantó de la silla para sacar el dinero y pagar su bebida.
–Gracias, Chibita. –agradeció, para acto seguido, salir corriendo a buscarlo.
[...]
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Sakura No Ame. | OsoKara
FanfictionPasado, algo que nos ata a lo que somos como cadenas en una condena. Presente, en el cual simplemente nos dejamos llevar pensando en lo que venga después, a veces, atrapados en el pasado. Futuro, aquel tiempo el cual o queremos alcanzar o queremos e...