Sí, está aquí.
–Está bien, voy para allá. –dijo, y en cuanto escuchó una despedida por parte del contrario, colgó el teléfono. Dió un enorme y cansado suspiro que también expresaba algo de alivio al saber que estaba vigilado.
–¿Qué pasa, Karamatsu nii-san? –preguntó el menor de los seis, algo confuso al ver como entraba a la sala de estar sin haber acabado de cenar. El azul miró al chico y esbozó una pequeña sonrisa.
–Sé donde está nuestro inútil hermano mayor. –comentó, con una juguetona sonrisa, imaginado el rostro ofendido del chico al oír aquel desprecio hacia él. El de verde se sorprendió al oír que habían llamado por aquel asunto que podía parecer tan trivial a simple vista.
–¿Se ha metido en problemas? Ese idiota... –habló el tercero, frunciendo el ceño con cierta molestia al sólo pensar en ello. El segundo negó con la cabeza antes de causar un malentendido acerca de su hermano mayor.
–No, no se ha metido en problemas. Pero hay que ir a buscarlo. –dijo, y los rostros de todos se extrañaron pensando en que podría haber pasado. –Está muy bebido.
–Entonces ves tú, Choromatsu nii-san. –habló Todomatsu, volviendo a mirar a su teléfono con una pequeña sonrisa burlona. El chico le miró confuso al no saber porqué había mencionado.
–¿Por qué yo? –preguntó, con cierta pereza y molestia al ser apuntado sin piedad alguna. El menor le dirigió una mirada de reojo y el verde esperó su respuesta.
–Tú eres el responsable, ¿no? –cuestionó, con aquel tono de voz tan perverso que solía usar con sus hermanos. El de verde le miró con desprecio mientras el menor de todos reía inocente. Choromatsu dedicó una mirada disimulada a Karamatsu, el cual deseaba intervenir diciendo que él se encargaría de ir. Y pudo notarlo.
–Pero Karamatsu nii-san seguro que prefiere ir él, ¿verdad? –cuestionó, con una leve sonrisa en sus labios, confundiendo al mayor por aquella repentina aclaración. Los hermanos restantes miraron al azul para escuchar su respuesta.
–Bueno, yo... –murmuró, algo tímido, aunque por dentro ya conocía la respuesta que quería dar. –Sí, iré yo.
–Pero Karamatsu, ni tan sólo has cenado. Podría ir yo misma, si lo prefieres. –interrumpió su madre, al ver como se dirigía hacia la entrada de la casa para colocarse los zapatos y poder salir.
–No mamá, no problem. Iré yo. –aseguró, levantándose del suelo ya preparado para salir. –Cuando Osomatsu está bebido es algo insoportable. –aclaró, con una sonrisa llena de compasión por ambos, saliendo así del hogar.
–Osomatsu nii-san, Karamatsu nii-san... –murmuró el de verde, quien era ya consciente de la situación al completo. Quien había podido leer los sentimientos de ambos con una sola mirada.
[...]
–¡Chibita! –el chico se giró a buscar la tan conocida voz que le buscaba, hallándolo con la mirada y esbozando una pequeña sonrisa. Cuando Karamatsu ya estuvo delante de él, recobró el aliento descansando un pequeño momento, confirmando la teoría del enano de que había venido todo el rato corriendo.
–Qué poco has tardado, infeliz. –comentó, levantando una ceja algo divertido, con una sonrisa que Karamatsu no pudo evitar imitar.
–Sí, bueno, no voy a mentirte... Estaba preocupado. –confesó, con una sonrisa, mirando al chico que dormía plácidamente con la cabeza apoyada en la barra de bebidas. Suspiró pesadamente al verlo así, pero no podía negar el alivio que sentía.
–Me lo imagino. Osomatsu está... Muy triste, ¿sabes? –cuestionó, ahora también mirando al mayor de los hermanos. El azul puso una mueca apenada al recordar la discusión anterior, la tristeza que podía verse reflejada en sus ojos. A él también le dolía.
–Lo sé.
–¿Podrás con él? –preguntó, llamando su atención y captándola ante aquella cuestión que le planteaba. Karamatsu sonrió suavemente antes de responder.
–Siempre. –se limitó a decir, convencido de sus palabras.
–¿Podrás hacerle feliz, verdad? –dijo, y el azul dudó por un segundo. No sabía con certeza si podría hacer feliz a alguien tan hundido. Pero su boca actuó antes que su mente para responder.
–Lo intentaré. –respondió, ampliando la sonrisa anterior, con algo de duda que Chibita pudo notar.
–En realidad... Creo que eres la única persona que puede. –comentó, y el azul no podía decir que no lo supiera. No podía decir que no fuera consciente de la situación en la que estaban envueltos. Pero si bien era cierto, oír aquellas palabras era muy diferente a pensarlas.
–Con más razón aún, entonces. Haré lo que esté en mi mano para hacerle feliz. –afirmó, con más seguridad en su tono de voz. Sus palabras salían directas desde su enamorado corazón, que latía con fuerza.
–Bien. Qué os vaya bien, idiotas.
–Gracias, Chibita. –agradeció, y sacó dinero de su bolsillo. –Toma, es todo lo que puedo darte. Avísame si es más. –dijo, y el chico negó en señal de que no era algo importante. Karamatsu sonrió agradecido y subió a su hermano a su espalda para poder llevarlo.
Empezó a caminar en dirección a su hogar, lenta y cuidadosamente para no despertar ni molestar al mayor que cargaba en su espalda. Al pensar en aquello, se sonrojó levemente y sintió como su corazón se enterneció.
La calidez que transmitía opacaba cualquier pensamiento oscuro o negativo. Le envolvía suavemente, como si de una poderosa esencia se tratara. Notaba la respiración ajena en su cuello, haciéndole leves cosquillas. Miró de reojo al chico y una sonrisa boba se estampó en sus labios.
–Karamachu... –oyó, sobresaltándolo por aquella voz que no esperaba oír en ese momento. Aún así, recobró la compostura y trató de ignorar la calidez que sentía en su rostro.
–¿Osomatsu? Creí que estabas durmiendo. –comentó, algo confuso y tratando de seguir una conversación en voz baja.
–Karamachu, has venido a por mi... –susurró, y si no se tratara de un chico como él, Karamatsu hubiera jurado que se trataba de un tono indefenso.
–Claro que sí. –afirmó, dando por hecho aquel obvio acto, con una tierna sonrisa. Las manos del mayor se movieron levemente hasta llegar a los hombros del azul. Cuando llegaron, se aferró a él con más fuerza, sonriendo suave.
–Me hace muy feliz. –susurró meloso, y el menor sintió como si su corazón diera un pequeño salto por tan inesperado comentario. Tragó saliva, disimulando sus nervios y sonrojo.
–¿De veras? Pues entonces he cumplido.
–¿Puedo pedirte algo? –preguntó, de repente.
–Sabes que puedes pedirme lo que sea, aniki. –afirmó el menor, curioso por su inminente petición. Osomatsu frunció el ceño apenado, aferrándose más a la espalda del chico, como si estuviese asustado y tratase de protegerse.
–No me dejes nunca... –pidió, y Karamatsu esta vez si notó como su corazón se partía en mil pedazos por la tristeza que había en su vi, al pedirle aquello.
–Osomatsu...
–Te necesito. –su voz se rompió, haciendo que la culpabilidad del menor incrementara más en su corazón. Suspiró y dejó que sus actos actuaran antes que su cabeza.
–No te dejaré nunca, Osomatsu. Siempre, sea como sea... Estaré a tu lado. –prometió, arriesgándose a no saber si sería capaz de mantenerla. Y Osomatsu lo sabía. Pero por aquel momento...
–Tan doloroso... Y tan adorable. –concluyó, volviendo a caer dormido en aquel cómodo y cálido lugar en el que viajaba. Karamatsu volvió a suspirar, esbozando una sonrisa boba de nuevo.
–Acabarás conmigo, Osomatsu Matsuno. –murmuró, rendido al sentir tantas emociones con aquel despreocupado y frívolo hermano que tenía. Osomatsu sonreía, porqué en ese preciso instante...
Le era más que suficiente.
[...]
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Sakura No Ame. | OsoKara
FanficPasado, algo que nos ata a lo que somos como cadenas en una condena. Presente, en el cual simplemente nos dejamos llevar pensando en lo que venga después, a veces, atrapados en el pasado. Futuro, aquel tiempo el cual o queremos alcanzar o queremos e...