Ni-ju-shi.

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Osomatsu Matsuno. El sextillizo mayor, el cual se denominaba a él mismo independiente de todos los que le rodeaban. El mismo Osomatsu que ahora tan solo se sentía.

Quería darle un puñetazo al Osomatsu del pasado.

En aquellos momentos no podía sentirse peor. La sensación que tenía era de constante soledad, como si el mundo estuviera vacío y él fuera el único que seguía allí. O al menos, la gente que paseaba por las mismas calles que él no era importantes. No eran aquellas personas que tanto necesitaba.

Y por ello, paseaba sin interés, con la mirada baja y fija en aquel suelo que tantas veces había pisado y tantas pocas se había parado a observar. Él, solía ir siempre con la cabeza alta y una sonrisa en su rostro. Sin embargo, aquellos últimos meses no le habían dado demasiadas razones para sonreír.

Lo odiaba. Odiaba el cambio que su vida había tomado e iría siendo desde que aquel idiota de sudadera azul dividió sus caminos ignorando la promesa que le hizo. Y seguido de aquello, sus demás hermanos habían estado conformes al decir que era una buena idea separarse.

Esto es una despedida.

Seguía despreciando esas palabras.

Y en el instante en que la soledad se adueñó de él, donde ya no había nadie para dedicarle una cálida sonrisa y decirle que todo iría bien fue cuando el odio se convirtió en otro sentimiento.

Tristeza.

Y la tristeza iba unida con el dolor, acompañados de los últimos recuerdos junto a su amado. Sus palabras, su grave voz, su cálida sonrisa. Su amabilidad y sus profundos ojos. Todo, todo aquello era doloroso.

Ahora pudo interpretar de otro modo el apodo que le ponían al segundo de los Matsuno.

Y se encontraba en su piso, tumbado en el futón de su habitación. Miraba hacia arriba para simplemente poder pensar en sus cosas. Ya había acabado su turno, por lo que el trabajo no le podría distraer más durante ese día.

El resto del día, pensaba. Reflexionaba y recordaba a pesar de no quererlo en absoluto. Era sin duda aburrido recordar cada día lo mismo, repitiéndose en su cabeza. Una tortura.

¡Ni se te pase por la cabeza olvidar a este doloroso tampoco, idiota!

En este preciso momento lo preferiría. Al menos... Mis sentimientos por ti. –murmuró, aferrándose a su almohada y estrujándola con fuerza contra su pecho. Su pecho que tanto dolía con sólo recordar su nombre. Su mirada buscando la suya para después sonreír.

–¡Osomatsu! –exclamó una molesta chica que abrió la puerta corrediza con agresividad y mostrando su ceño fruncido. El de rojo soltó la almohada y se colocó boca arriba con pereza.

–¿Otra vez tú? Mira qué eres pesada, Totoko. –dijo, suspirando agotado por su intrusión a la habitación. La chica puso sus manos en las caderas, mirando al chico fijamente.

–¿Quién te crees para hablarme así? –cuestionó, escupiendo ofendida aquellas palabras con ira, esperando una disculpa o una respuesta arrepentida por parte del mayor. Pero conociéndole, sabía que no era algo que soliera hacer.

–Soy Osomatsu Matsuno, alguien que está harto de repetir que odia que entres sin permiso. –dijo, rodando los ojos, sentándose para poder hablar con ella cara a cara. –¿Te crees qué estás en tú casa?

–Sí, lo creo. Porqué también es mi casa, atontado. –le recordó, y el gesto altivo de Osomatsu desapareció por completo.

–Oh, mierda.

Sakura No Ame. | OsoKaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora