Ni-ju-go.

310 45 12
                                    

Karamatsu observaba por su ventana, recién levantado y algo somnoliento aún. Ni tan sólo podía decir que había dormido bien aquella noche, raramente podía. Su cabello despeinado y su rostro adormecido era algo común en él cuando no iba a trabajar.

Quien iba a pensar qué Karamatsu Matsuno, el narcisista obsesionado con la ropa extravagante se pasease por su apartamento en simple y normal ropa interior.

Suspiró pesadamente, cansado. Pero no pudo evitar esbozar una sonrisa al recordar como sus hermanos solían llamarle doloroso por sus vestimentas mientras se preparaba para salir a trabajar. Se preguntó que pensarían ahora de él. O, sin tan sólo pensaban en él. Cómo les iba todo por allí.

Pero no podía negar que su nombre era lo primero que aparecía en su mente cada vez que sus ojos se abrían y lo último antes de que se cerraran.

En Tokio, todo había sido nuevo para él. Trabajo, gente, ciudad. Absolutamente todo nuevo a sus ojos. Y la verdad, es que no le había resultado fácil asimilar ninguna de aquellas tres cosas.

Su trabajo era algo que le ocupaba muchas horas que antes empleaba en pasar el tiempo rondando por las calles o con sus hobbies para nada productivos. Y ahora, trabajaba en una empresa internacional de productos. Sí, aquello era muy extraño para un nini como lo había sido.

En cuanto a la gente, Karamatsu no podía quitarse de la cabeza a sus tan preciados y amados hermanos. En especial, a la persona que tan cautivado le tenía. Pero tal y como siempre decía, debía avanzar para un bien mejor. Reunió valor y empezó a relacionarse con sus compañeros de trabajo, que parecían divertirse con él.

Había encontrado un gran amigo en Atsushi durante aquel tiempo, pero seguía pensando que Chibita era su mejor amigo. Sí, también lo echaba mucho de menos. Pero Atsushi resultaba ser alguien muy atento y amable. Alguien que le apoyaba y le sonreía cuando lo necesitaba.

En aquello, le recordaba a Osomatsu. Se comportaba como él cuando estaban juntos, hablaban constantemente tras el trabajo y lo pasaban bien. Pero claro, eran diferentes.

Atsushi era castaño, alto y millonario. Era muy amable y siempre anteponía las necesidades ajenas antes que las suyas. Siempre mostraba una sonrisa sincera y nunca se enfadaba con nadie.

Osomatsu en cambio tenía el pelo negro, era bajo de estatura y una economía muy escasa, pues no sabía ahorrar. Era desordenado, desconsiderado y egoísta. Jamás pensaba en los demás y siempre se molestaba por tonterías. Su sonrisa mostraba diversión. Un completo patán y un idiota.

Y sobretodo, había una diferencia abismal entre ellos.

Quería a Atsushi. Le quería, mucho. En poco tiempo se había ganado su cariño por todos los buenos momentos que le proporcionaba. Sin embargo...

Karamatsu amaba a Osomatsu.

Y eso no creía que fuera a cambiar fácilmente.

Si lo amas, ¿por qué no vas a verle?

Atsushi siempre se lo reprochaba, pues comentaba que era injusto para el propio azul. Qué él se ofrecía a pagar el viaje de ida y vuelta, pero que lo hiciese. Una vez más, demostrando su preocupación por él.

No es el momento de hacerlo.

Esa era la respuesta que siempre daba a la pregunta que siempre recibía. Y el castaño intentaba no darle más vueltas al asunto. Aunque sabía, qué estaba deseando verle. Lo veía en sus ojos, por mucho que Karamatsu no lo supiera.

Sakura No Ame. | OsoKaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora