Él hablaba y hablaba, su mano en su pierna sutilmente daba pequeños toques como para llamar la atención de su novia, pero Anahi estaba en otro mundo, en otro planeta, su mente volaba muy lejos de aquella sala, las risas y charlas se escuchaban tan lejanas cuando sólo estaban en la cocina, pero ella no estaba simplemente no estaba en ese lugar en esa sala y en esa casa, su cuerpo físicamente pero su mente estaba en aquella cama con Dulce, en su mente acariciaba cada uno de sus cabellos castaños, y contemplaba su dormir, aunque estuviera tan lejos de distancia, Anahi no conocía su casa ni su habitación ni su vida, pero se sentía tan cercana a ella sin siquiera conocerla más allá del aspecto intimo y sexual, y eso causaba temor, había miedo en su corazón, ella era la hija perfecta, dedicada, estudiosa, responsable y con una vida intachable, casi aburrida como diría su hermana menor, tan enfrascada en sus estudios y en su vida perfecta, que le costaba salir de ese cuadrado mundo, pero aquella noche, que conoció a Dulce no supo que le paso, que chispa la hizo reaccionar de esa manera, pero era extraño, de primera que haya aceptado a salir con un par de compañeros de la universidad, chicos que eran sus amigos pero que no conocía bien, pero lo hizo, y si no lo hubiera hecho jamás habría conocido a Dulce, a esa mujer que rompió el esquema y que sacó a Anahi de su sistema.
Diego: amor estas bien? – pregunto Diego agarrándole la mano y mirándola a los ojos –
Anahi: estoy bien amor, por qué lo dices?
Diego: llevo rato tratando de llamar tu atención pero al parecer tu no has estado prestando atención a nada de lo que he dicho no?
Anahi: - se vio descubierta Anahi así que no se esforzó por mentir – si mi amor, lo siento, de verdad estoy cansada y aún sorprendida por todo lo que paso hoy, no soy buena compañía esta noche perdóname por favor.
Diego: lo siento mi amor, soy yo quien debe disculparse, debí traerte de inmediato a descansar y no aburrirte con mis charlas, me despido de tus papás y te dejo descansar
Anahi: gracias mi amor, mañana hablamos vale?
Diego se despidió como dijo, le dio un beso a su novia y sin imaginarse que el no sería con quien ella soñaría esa noche, se marcho de la casa que mas parecía casa suya porque siempre estaba allí como un agregado más a la familia Puente, casi hijo lo consideraba Alejandro y Susana que con ansias contaban los días para que ese muchacho se convirtiera oficialmente en el yerno, pero Diego de muchacho no tenía nada, ya era todo un hombre, con sus 30 años había hecho lo que muchos no hubieran conseguido en toda su vida, y eso era lo que más le gustaba a Anahi, y por eso ella creyó enamorarse de él, aunque en sus 5 años juntos aún no estaba segura de si lo que sentía por el era verdaderamente amor o simple admiración, y esos sentimientos encontrados aunque ya casi olvidados, salieron otra vez a la luz cuando Dulce la hizo sentir mujer entre sus brazos, algo que su novio jamás pudo hacer, jamás la hizo vibrar como Dulce lo hizo, ni siquiera cercano al cosquilleo minúsculo que con el roce de la piel lograba Dulce…extraño pero muy cierto, y eso no la dejaba descansar a Anahi, y con esa duda constante descansó su cabeza en la almohada y se dejó dominar por las ensoñaciones de aquella mujer y descansó.
Los toques en la puerta sonaban atormentantes como el de una persona necesitada y casi desquiciada de encontrar a otra al otro lado de la habitación, Dulce se paró despacio y abrió con cuidado para encontrarse de frente con su mejor amigo…si Poncho.