Dulce con sus pechos atrapados por las leves caricias de Anahi, se decidió a abrazar a ésta y con las manos ya en su espalda desabrochó el sujetador y con la misma delicadeza que le quitó el vestido lo hizo con el sujetar que desprendió de una sola del cuerpo de Anahi…los dos torsos desnudos a un paso o menos de distancia se contemplaban, Anahi expectante de lo que haría Dulce y Dulce sin saber si lanzarse o esperar para hacerlo con delicadeza….al final Dulce se decidió por esperar y acercándose al oído de Anahi le dijo – quieres bailar? – a Anahi le pareció la pregunta por demás extraña en ésta situación pero sin decir nada, asintió con la cabeza, e inmediatamente después Dulce la abrazó por la cintura y dirigió los brazos de Anahi alrededor de su cuello y haciendo un vaivén delicado escondió su rostro en el cuello de Anahi y sin besarlo lo acariciaba con la piel y toque de sus mejillas, de su nariz y su frente, mientras Anahi se perdía en esa caricia inesperada y totalmente nueva…el vaivén continuaba y las caricias en el cuello continuaban e iban ascendiendo para lo que Anahi instintivamente cerró los ojos y se dejó al sentir mientras sentía los pezones de Dulce endurecerse y enterrarse en su piel, mientras ella seguía en el trámite de no besar a Anahi pero acariciarla con su rostro, la nariz de Dulce se chocó con la de Anahi y con los labios casi rozándose le susurró – me jugaría la vida por hacerte mía – Anahi sin separarse de ese casi contacto le respondió – y que esperas para empezar a apostar tu vida – y con esa respuesta, Dulce se lanzó al beso, un beso lleno de pasión pero también de sentimiento, de cariño, y amor….las lenguas se enredaban una con la otra, los pechos subían y bajaban agitados, estrujándose y encallándose los unos contra los otros, mientras las manos de Dulce bajaban por la espalda de Anahi hasta sus pompas que apretaba con firmeza pasando por debajo del encaje de sus bragas para sentir la piel erizada de aquel lugar y Anahi apretaba la nuca de Dulce para lograr más cercanía….poco a poco Dulce fue empujando a Anahi hasta hacerla caer encima de la cama, y con una caminata de gata la acomodó y dejó caer su peso encima de la ahora su amante, y dándose un espació posó sus manos sobre los pechos de Anahi, los cuales reaccionaron de inmediato y se brindaron y perdieron en el toque de aquellas manos que ya no daban toques tímidos pero eran pellizcos y estrujes valientes y fuertes, sin dejar en ningún momento el beso y la boca de Anahi….esa boca que la tenía al punto del desmayo, esa lengua que la tenía al punto de la locura, pero la abandono en contra de su voluntad, por la necesidad de sentir más….de sentir mucho más esa piel, y así lo hizo Dulce, saltó de su boca para bajar por la línea de su mentón hasta la oreja que lleno de besos pequeños y líneas de saliva por su lengua, hasta morder y besar el lóbulo de la oreja lo que enloqueció a Anahi que se aferró con más fuerza a la espalda de Dulce y lanzó un leve gemido al aire, la boca y la lengua de Dulce continuaron y de la oreja bajo al cuello que con besos simples pero cargados de deseo, succionaron ese lugar y pequeñas marcas de pasión dejaron en su recorrido mientras ya casi desquiciada Anahi se perdía en el tacto de las pompas de Dulce que apretaba con vehemencia y desesperación, queriendo desgarrar y hacer más huecos de los que ya tenía esos vaqueros…Dulce no se inmutaba con nada ni con el sentir de las manos de Anahi casi queriendo arrancarle la piel de toda la pasión, porque Dulce estaba entretenida en el camino que había entre los pechos que observaba y respiraba que lleno de saliva y de más deseo, a lo que no pudo más Anahi y desprendió sus manos del trasero de Dulce para agarrarse con fuerza de la sábana en los costados de su cuerpo porque sentía que flotaría con tanta sensación, Dulce sólo seguía y ni se percataba que esa mujer estaba a punto de explotar con tanta sensación, y se lanzó a lamer cada pezón dando pequeños círculos a sus alrededores para luego tocarlos con la punta de la lengua y después succionarlos y morderlos con la misma avidez que un niño pequeño prueba un dulce, pero este dulce era más dulce que todo lo que había probado Dulce y le encantaba, Anahi totalmente mareada de tanta pasión sólo atinaba a agarrarse con más fuerza de la sábana y a dar gemidos más sonoros pero muy gratificantes para los oídos de Dulce que no perdía tiempo ni paciencia y seguía con su lucha por poseer esos pechos redondos y paraditos.