Dulce movía la cabeza ahora recordando todo aquello, y no podía más que sonreír y es que ahora, ya no sentía nada, ni rabia, ni dolor, ni nada, y aunque estaba segura que su vida no era la mejor, y que los 16 no había habido dejar escapar la oportunidad de que una mujer se la llevara a la cama y que con eso había logrado la mayor experiencia como amante, pero había dejado de lado el derecho de alguien de robar su corazón, y aunque así lo había hecho por años ahora que conocía a Anahi Romina nunca había vuelto aparecer en su mente hasta ese momento, y que su modo de vida y de conquista ya tampoco era tan esencial para ella que todo había pasado a ser pasado y eso le agradaba, Anahi le había hecho mucho bien a su vida, le había dado una frescura agradable….Anahi, Anahi, Anahi, se repetía en la mente, y es que su nombre le encantaba como sonaba y aunque en algún momento Anahi quiso que la llamara “Annie” como su familia lo hacía, Dulce no lo quiso hacer porque su nombre era demasiado bello como para acortarlo y estropearlo con un diminutivo, a Dulce le encantaba decirle Anahi porque le encantaba, lo hallaba tan romántico y tan cautivante y sexy que hasta se atrevía a darle entonación… se tocó con las dos manos en el pecho, y sintió un pequeño dolor, será un infarto se preguntaba, será que la rubia de anoche me hizo algo?....al recordar a la disque prima de Poncho, y todo lo que hicieron en ese cuarto de hotel, no pudo evitar sentir un cosquilleo lujurioso pero no la llenó, aunque no podía negar que no le molestaría volverla a ver, porque esa presa en la cama no estaba nada mal…aunque Anahi se filtro en un par de momentos a la mente, pero porque?....siguió caminando hasta llegar a su casa, y al entrar su papá como era sabido, la miró condescendiente
Felipe: y quien fue la víctima ahora?
Dulce: nadie pa….una chica que conocí en la barbacoa de Poncho
Felipe: y será que ella es LA chica?
Dulce: vaya papá si que alucinas desde temprano, no papá…una amiga más….nada más, me voy a duchar vale?....si viene Anahi le dices que suba al cuarto y que me espere
Felipe: vas a salir?
Dulce: si le prometí que la llevaría a la carrera de botecitos de papel
Felipe: jajajaja, eso es cosa de niños hija como la vas a llevar ahí?
Dulce: papá es diversión nada más, además me gusta la comida que ponen allá
Felipe: ok hija, yo le digo entonces que te espere
Dulce se metió al baño, enjabonando todo su cuerpo, sintió una electricidad en su intimidad, algo totalmente natural cuando uno se acaricia pero lo que le sorprendió no fue la electricidad, pero el pensamiento de quién lo provoco, Anahi era la que estaba en su mente mientras se tocaba el cuerpo con jabón, eso era nuevo, no le había pasado, se decía a si misma que era probable que sea porque anoche no quedó satisfecha con la presa, pero porque con Anahi, pero ella imaginaba que era lógico, Anahi era muy bella y excitaría a cualquiera, pero a ella que era su amiga?....trató de sacarse todo el jabón del cuerpo y enjuagar todos sus pliegues, y con mucho cuidado de tocar su se.xo, porque se sentía demasiado sensible allí con todo lo que le pasaba en la mente y la buena noche de se.xo que tuvo, así que se enjuagó el cabello, salió de la ducha, buscó la toalla y no la pudo encontrar, - demonios este estúpido de Juan las uso todas – abrió la puerta del baño y desde allí se podía ver el cesto con las toallas al lado de la puerta del cuarto de su hermano que quedaba al frente del suyo, no había nadie en casa más que su papá así que con el agua escurriendo por su cuerpo se fue de puntillas hasta el cesto, sacó una que no estuviera mojada y cuando se disponía a envolverla en su cuerpo, la puerta de su cuarto se abre, mostrando la figura de su amiga Anahi, que se quedó estática mirándola totalmente desnuda, Dulce trató de jalar la toalla pero se enredó con todo y volteó el cesto de las toallas que cayó a los pies de Anahi golpeándole el pie, haciéndola perder el equilibrio, quién tratando de buscar de donde agarrase termino por sostenerse de la toalla de Dulce jalándola a ella también al piso, quedando las dos mujeres una encima de la otra a centímetros de rozar sus bocas…la respiración de Anahi se aceleró al sentir el cuerpo mojado de Dulce la electricidad se hizo presente otra vez he hizo que los pezones de Dulce se pararan y presionaran contra la camisa de su amiga, nadie decía nada, Dulce cada vez más excitada desnuda encima de su amiga y Anahi visiblemente agitada solo miraba la cara de Dulce, los segundos pasaron, sólo fueron segundos pero para las dos mujeres parecieron eternidades, la primera en reaccionar fue Anahi, que se movió debajo de Dulce para que se parará y se cubriera con la toalla, ninguna habló, Dulce sólo hizo un ademán de entrar a su cuarto y Anahi sólo se decidió a bajar al salón.
Se sentó en el sofá y esperó, mientras lo hacía Felipe le ofrecía de todo a Anahi, pero ella con el encuentro que tuvo no estaba de apetito, en su mente remontaba cada momento y no pudo evitar recordar cómo se conocieron, y como ese cuerpo desnudo que acababa de ver, no había cambiado en nada al que vio en esa habitación de hotel, recordó como le encantó la feminidad de esa figura, que contrastaba con la vestimenta de la dueña, recordó todo…toda la noche de pasión que vivieron, que pensó había dejado en el pasado, y mientras lo hacía sentía un calor en su entrepierna y un palpitar, que totalmente la sorprendió descaradamente y sin defensas….espero todo lo que pudo esperar, sabía que no se podía ir de allí sin antes hablar con Dulce y aunque no deseaba hacerlo debía decirle a su amiga la buena nueva, o mejor dicho simplemente la nueva noticia en su vida, no estaba segura como Dulce tomaría semejante noticia, pero más que eso Anahi no sabía porque tenía tanto miedo en decirle aquello, eran amigas y la una debía estar alegre de la otra por las buenas cosas que les sucediera en la vida, pero Anahi sentía un nudo en la garganta y un frio que le recorría el cuerpo, pero que no llegaba a enfriar ese palpitar entre sus piernas, que no dejaba de latir a pesar de que Dulce ya no estaba cerca, pero no pudo evitar preguntarse e imaginar que sería otra vez besar aquellos labios y volver a ser poseída por esa mujer.