Te he extrañado

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Estaba exhausta. Devastada. Agotada. El vaje habia sido más que incomodo. Y no solo se refería a los caminos rurales, que a pesar de presentar paisajes en verdad encantadores, resultaban incomodos por la falta de urbanización y calles más sencillas de transitar.

Pero sabia que se estaba mintiendo a si misma. La causa de su desasosiego era la presencia de Michael. Todo en él la alteraba. Desde sus hermosos ojos azules que se clavaban en ella hasta sus manos grandes y fuertes que no podía evitar recordar como se habían clavado en su piel y la habían recorrido hasta los lugares más íntimos. Nunca pensó que el despertar de la pasión fuera así. Tan arrollador, tan desquiciante. Nunca pensó que sentiría una necesidad tan apremiante de la cercanía física de otra persona que no fueran sus hermanas o sus padres. Esto no tenia nada que ver con eso. Para nada. Esto no era fraternal y mucho menos suave o cándido. Esto era salvaje, caliente, rudo, mundano. Y eso era lo que más le fascinaba.

Mientras pensaba en esto, se metió debajo de la colcha y sabanas de la habitación que le había sido asignada. En un primer momento pensó que dormiría con Em, pero Winifred había insistido en que cada quien podía tener una habitación particular, después de todo era una casa sumamente extensa y había espacio de sobra para un grupo el triple de grande.

Se tapo hasta la barbilla mientras miraba el alto techo y se preguntaba como había terminado en semejante situación.  A la merced de un hombre que le hacia perder el control de su cuerpo y mente.

Cerro los ojos en un intento de silenciar sus pensamientos y la voz interna que le decía que debía salir corriendo de ahí lo mas rápido que le permitieran las piernas.

Cuando el silencio en medio de la penumbra que reinaba en la habitación comenzó a calmarla, un chasquido seguido de un pequeño chorro de luz invadieron la habitación por un breve instante pero inmediatamente todo se volvió a encontrar a oscuras. En un primer momento pensó en levantarse pero creyendo que era el sueño y agotamiento lo que hacían que se imaginara cosas, Evelyn decidió ponerse de costado, dándole la espalda a la puerta mientras intentaba conciliar un sueño más profundo.

Casi lanza un grito del susto cuando sintió como el colchón se hundía y un fuerte brazo la ceñía por la cintura desde atrás. de pronto una mano grande se situó abierta, cubriendo su estomago mientras la otra le acariciaba el muslo con desenfado.

Se revolvió inquieta mientras se daba la vuelta y sus ojos caían directamente en una boca sensual y bien cincelada que se lanzaba contra la suya. No tuvo tiempo a reaccionar y calmar su corazón desbocado, que se aceleró aun más al sentir esos labios que ya conocía bien pero que aun así le provocaban la sensación de caer en un vacío absoluto. Una especie de vértigo le nublo la mente mientras esa boca experimentada no paraba de atacar la suya con furia. Los labios de Michael eran suaves e insistentes y su lengua húmeda y caliente se metía en su boca mientras dibujaba círculos con sus pulgares en los muslos de Evelyn, subiendo hasta posar las palmas de sus manos en sus pechos y apretarlos en un movimiento que hizo que Evelyn se estremeciera y se arqueara en busca de más contacto.

Michael la tomó por la cintura y la empotro al colchón mientras se ponía encima de ella, entre sus piernas abiertas. Todo parecía salir exactamente como él quería, a juzgar por sus expresión de orgullo y satisfacción. Metió las manos debajo del colchón y tomo a Evelyn por el trasero mientras la pegaba contra su erección. Evelyn lanzó un gemido bajo.

-Te he extrañado- soltó con su voz ronca y sensual- ¿Lo sientes?- le susurró contra su boca mientras se limitaba a mirarla a los ojos verdosos y movía las caderas en círculos, enterrando su miembro ocultó por los pantalones de vestir en el lugar donde todo el calor y la excitación de Evelyn se concentraban.

La trampa del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora