Ninguna persona que se encontrará en Astor Park podía sentirse decepcionada después de la recepción que los aguardaba. La mansión en si siempre había parecido un lugar propio de los cuentos de hadas pero aquella noche un brillo casi mítico reinaba en la atmosfera. La música creaba un ambiente delicioso mientras las parejas bailaban o se dedicaban a conversar amenamente con sus conocidos. Grande había sido el alboroto al ver por primera vez a Evelyn, quien lucía radiante, resplandeciente debido a la felicidad que emanaba por cada uno de los poros de su piel. La actitud de enajenación que mantenía Michael despertó una oleada de comentarios de sus amigos y conocidos, quienes comentaban con asombro que el duque era domesticable después de todo. Ninguno de los hombres creía que aquel día llegaría, creando a su vez un consenso de opiniones sobre la fidelidad del futuro esposo. Muchos pensaban que volvería a sus viejas costumbres una vez terminará la luna de miel, otros opinaban que su devoción prevalecería unos cuantos meses más después del enlace, mientras que quienes lo conocían íntimamente como James y Sebastián, sabían que esta ocasión era completamente distinta a las anteriores. Había algo en la mirada de Michael al ver su joven prometida que los invitaba a convencerse que estaba completamente desahuciado en el mejor de los sentidos.
-Búrlense todo lo que deseen, pero esperare con ansias su turno de profesar los sagrados votos matrimoniales ante un cura al pie de un altar- les dijo Michael mientras les daba a ambos una palmada en la espalda.
-Creo que vas a tener que esperar sentado amigo mío, no creo que eso vaya a suceder en un largo tiempo- lanzó un suspiro derrotado mientras sus ojos se dirigían involuntariamente hacia un grupo de damas que conversaban a unos metros de ellos, entre las cuales se encontraba Emily Fairchild.
-Si no puedes proceder de un modo decente, entonces tiéndele una trampa- le dijo Sebastián a James mientras hacía un movimiento de cabeza hacia la dama en cuestión.
James lo miró enarcando las cejas, contrariado.
-¿Y qué me odie por el resto de su vida?- preguntó, irónico.
-No si logras que se enamore de ti primero- contestó el marques con un encogimiento de hombros mientras se llevaba la copa que tenía en la mano a los labios.
-¿Tu lo harías?- le preguntó James con escepticismo.
-¿Has escuchado la frase "el fin justifica los medios"?- preguntó a lo cual James y Michael asintieron- Bueno, la respuesta a tu pregunta es si, si lo haría. Siempre consigo lo que quiero- sus ojos se fijaron en Diana, quien pasó en volandas sostenida por un caballero mientras la música los guiaba- siempre- concluyó y volvió a darle un trago a su copa.
Y Diana Fairchild no sería la excepción, pensó con determinación.
***
Todas las damas miraban embelesadas el enorme diamante que resplandecía como un pequeño sol en el dedo de Evelyn.
-¡Es precioso!- casi gritó Charlotte mientras abrazaba con cariño a su mejor amiga.
-Algún día tendré uno más grande- soltó Diana, acercándose jadeando, después de haber bailado un vals. Todas las demás rieron, divertidas por el ocurrente comentario.
-¿Podemos verlo más de cerca?- preguntó la señorita Olivia Patterson mientras era secundada por varias jovencitas a su vez, igualmente entusiasmadas, a lo cual Evelyn extendió la mano frente a ellas, moviendo los dedos de la mano grácilmente, haciendo que el diamante refulgiera escandalosamente.
Todas soltaron un suspiro de éxtasis, incluyendo a Emily que era más reservada y menos propensa a impresionarse por algo tan vanal como un anillo costoso.
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La trampa del Duque
RomanceEvelyn Fairchild desea con todas sus fuerzas una última aventura. No es que las tuviera anteriormente pero sería la última antes de verse obligada a casarse con un hombre sin rostro, alguien a quien ni siquiera había conocido pero que estaba a punto...