El dia por fin habia llegado. Ese fue el primer pensamiento que cruzó por la cabeza de Evelyn al despertar esa mañana. No habia sido necesario que su madre la despertará como en la mayoria de las mañanas. No, aquella mañana todo era completamente diferente. Realmente no habia conseguido dormir mucho aquella noche.Ese seria el ultimo dia que dormiria en ese habitación y el ultimo dia en que dormiría sola. Seria su ultimo día como Evelyn Fairchild para convertirse en Evelyn, duquesa de Astor. Se sentía nerviosa, llena de vida como nunca antes.
Las cosas no eran muy diferentes en la mansión Astor. El duque no se había molestado siquiera en acostarse. Había pensando que era una mala idea no dormir la noche antes de su boda pero la simple realidad era que no hubiera podido conciliar el sueño aunque lo hubiera intentado. Se había dedicado a pasear por los jardines, en medio de la penumbra con el viento azotándole el rostro y revolviéndole el cabello negro. No estaba nervioso pero la felicidad y la paz que sentía eran tan inmensas que un estado de euforia silenciosa se había instalado en lo más profundo de su ser. Una energía extraña y electrizante le recorría el cuerpo en oleadas, provocando un ligero temblor en el pecho, expandiéndose por sus extremidades.
Estaba tan sumido en sus pensamientos que no escucho que alguien se aproximaba a sus espaldas hasta que oyó un ligero carraspeo.
-¿Si?- se volteo solo para descubrir a Thomas de pie ante él.
-Es hora su señoría- dijo el mayordomo, con toda la calma del mundo.
Michael sonrió de medio lado mientras asentía. Nunca había visto a ese hombre alterado por nada. La residencia había sido todo un campo de batalla las ultimas semanas y no lo había visto perder la compostura en ningún momento.
Al llegar a su habitación lo primero que hizo fue analizar su imagen en uno de los múltiples espejos de la estancia. Se sintió aliviado al pensar que no se veía cansado. Se veía tranquilo, sereno, con la maraña de rizos negros alborotados, una enorme sonrisa y los enormes ojos azules brillantes.
***
El alboroto en la capilla de la residencia del duque era latente. La crema y nata de la sociedad londinense se encontraba presente. Los más ilustres integrantes de la aristocracia británica hicieron acto de presencia, listos para presenciar lo que parecía ser el evento social del año. El novio se encontraba de pie en el altar esperando con impaciencia que la novia apareciera. A su lado se encontraban sus dos mejores amigos el marques de Hastings y el conde de Welsh.-¿Estas listo? siempre puedes huir si así lo quieres. Con solo pedirlo te podemos sacar de la iglesia en un abrir y cerrar de ojos- le susurró Sebastián mientras le daba una sonora palmada en la espalda. El ruido que el gesto provocó hubiera llamado la atención de no haber sido por el ruido y las conversaciones reinantes dentro del recinto. Michael casi agradecía todo aquel escandalo contenido a duras penas. Por lo menos servía para distraer a los invitados y que no se dieran cuenta de su evidente nerviosismo. La ansiedad lo había atacado desde que puso un pie en la iglesia.
La única que podía notar y comprender como se sentía era su madre, que había sido escoltada por él mismo al entrar en la capilla. Había caminado tomada de su brazo por el pasillo central de la capilla, haciendo inclinaciones de cabeza hacia todos los presentes, luciendo radiantes por lo que estaba a punto de suceder. Una nueva generación de Astor se inauguraba ese día. Miró a su hijo infundiéndole apoyo y valor con una mirada llena de cariño y una sonrisa que su hijo le devolvió con ganas.
Despego la mirada de lady Winifred para posarla sobre Sebastián. Lo miró mientras sacudía la cabeza con decepción.
-Lo que me preocupa es ella se arrepienta y no llegue- dijo intentando no llevarse las manos al pelo. Un gesto que siempre hacia cada vez que estaba ansioso.
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La trampa del Duque
RomanceEvelyn Fairchild desea con todas sus fuerzas una última aventura. No es que las tuviera anteriormente pero sería la última antes de verse obligada a casarse con un hombre sin rostro, alguien a quien ni siquiera había conocido pero que estaba a punto...