Jules (2) Favores para dejarme dormir.

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Hola a todas! Bueno, hoy os traigo dos caps, para que nos quejéis. No me extiendo mucho, esta semana y la siguiente las tengo demasiado liadas, pero tenía que compartir ya, si o si. Si no iba a petar como una palomita en el microondas XD. Os dejo también fotos de Jules y Olivia. Me ha costado encontrar a alguien que se asemejase a la idea que tengo de ellas en la cabeza.

Bueno, muchas gracias por leer, comentar y votar!

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Un besote y que la fuerza os acompañe ^^

—Repíteme lo que me has dicho. ¿Vas a acompañar a Seth a una fiesta? —Jules afirmó y Brisa esbozó una corta sonrisa de incredulidad—. A nuestro vecino. Al, y cito tus palabras textualmente, maldito bastardo escandaloso. ¿Se puede saber qué mosca te ha picado?

—Digamos que no ha sido una decisión del todo mía —contestó Jules. Ni siquiera había intentado meditar la situación. Si lo hacía volvería a pensar en la desagradable sensación de sentirse observada. Y lo que era peor, pensar en tener que fingir que era la novia de su vecino durante toda una tarde—. Solo quiero centrarme en qué me pongo.

—¿Quieres estar guapa para Seth? —se burló Brisa—. Que mona.

—Muy graciosa —dijo Jules achinando los ojos—. Me pongo guapa por si se incendia el piso, para que los bomberos me rescaten a mí primero mientras tu suplicas con tu cutre pijama de Hello Kitty. Que si te vieran tus amigos hippies te dejaban de hablar.

—Es un pijama chulo. Y mis amigos hippies no tienen porque enterarse. —El clic de una foto sonó y Brisa alzó la vista, traicionada—. Traidora.

—Así ya no tendré que acompañarte, con tus amigos rebeldes, a Princes Park a quemar nuestros sujetadores. Éstas —dijo Jules abarcando con la mano el espacio imaginario que rodeaba a su pecho—, necesitan ser oprimidas o la lían —terminó con una sonrisita.

Brisa no pudo evitar reírse por las ocurrencias de Jules. Desde que se había mudado ahí, nunca había podido enfadarse con ella. Y eso que tenían personalidades tan diferentes como el día y la noche. Pero cómo iba a enfadarse con ella. Jules era la única persona que la había aceptado como compañera de piso. No es que Brisa careciera de cualidades que la hicieran indeseable en el mundo de los compañeros de piso, es que su sueldo era bastante justo y no se podía permitir ni compartir piso. Pero Jules la aceptó a pesar de todo, y le estaría eternamente agradecida por ello.

En cambio, Jules veía en Brisa una buena compañía. Llevaba demasiados años hablando sola a la hora de la cena, y tener a su compañera le hacía la soledad más llevadera. Pudo haber escogido a una compañera que le pagase más, estaba claro que en un principio buscaba ayuda económica, pero aquella hippie de pelo largo y dorado le daba una alegría que nunca había tenido en su casa. Eso le bastó para aceptarla. Si terminaban por quitarle la casa por culpa de las facturas, al menos sabía que podrían compartir un cartón juntas.

—¿Y ya sabes que le vas a pedir? —preguntó Brisa sacándole de algún pensamiento sobre sujetadores y opresión. No hizo falta que Jules le contestara. Solo con verle los ojos ya sabía que no lo había pensado. Jules tenía esa clase de miradas expresivas y claras, que solo se acentuaba más con el gran tamaño de sus ojos y ese color azul tan claro del iris—. ¿Por qué no le pides dinero? Sé de sobras que le tiene y a nosotras nos haría tanta falta…

—No, no, no. Dinero no. Si me da dinero me sentiría como si esta casa le perteneciese. Prefiero pensar otro favor… Si solo se me ocurriese.

Y como una epifanía, a modo de muelles mal engrasados, sonó desde el techo. Jules reconoció ese sonido como una señal de que algo debía hacer. Salió corriendo y volvió con el barredor, dispuesta a cargarse el techo si hacía falta.

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