Jules (8): El juicio

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Buenas noches mis coleccionistas! Seré breve porque mañana trabajo y son las dos de la madrugada. Algunas, por no decir todas, tendréis sentimientos encontrados contra mi persona. Intentad reprimirlos, os lo pido XD.

Muchas gracias por leer y apoyar esta historia con vuestros votos y comentarios. Un besote!

Tal vez la mayor fantasía, la más generalizada era la de quedarse atrapado en un ascensor con la persona deseada. Quizás atrapado no, pero si que pudiera subir la altura suficiente sin detenerse como para hacer realidad algún que otro deseo. ¿Quién no había pensado en un flirteo o un tórrido beso cargado de electrizante pasión con quién sabe, el guapo vecino de su edificio? Jules nunca lo había pensado, por Dios, si hasta hace unas semanas, si le preguntaban que odiaba más en este mundo su respuesta era: "Mi vecino, los ascensores y los bastones de caramelo". Sobre lo último, no entendía por qué si eran rojos y blancos debían saber a menta en vez de a fresa y nata. Lo consideraba un mito navideño construido sobre una mentira. Respecto a los ascensores, no es que los odiara en el sentido estricto de la palabra, los consideraba bastante prácticos, llevaba sin subir una escalera desde hacía siglos gracias a ellos -si no contábamos el momento fiasco post lluvia-. Aunque si que tenía cierto pánico a quedarse encerrada en uno. Era ilógico, irracional y no le había pasado nunca, pero ahí estaba ese miedo que tanto temía que le sucediera. Y en cuanto a Seth mejor sería no decir nada.

Por eso, era ridículo que Jules se pasara todas las noches soñando con tórridos encuentros con su vecino en el ascensor. Siempre era lo mismo, un corte de electricidad, un roce y ¡zas!, todo se liaba. Y con todo, quiero decir, todo. Besos, descontrol, deseo y confesiones se hacían patentes en menos de dos metros cuadrados, bajo las luces de emergencia y clavándose el reposa manos en los riñones. Si hasta Brisa le preguntó un día si había oído a la nueva conquista de su vecino exclamar su nombre durante la noche. Jules disimuló y comió sin parar para evitar decir nada fuera de lugar. Maldito capullo. Ahora le hacía exclamar su nombre en sueños. ¡Ahora, era ella la escandalosa! Y ni siquiera era algo real, solo sueños. Por muy reales que parecieran.

Definitivamente, su lista de odios había sido sustituida por un único nombre: Seth Matthew Collingwood.

-Chica, tienes cara de no haber dormido en varios días -dijo Brisa mientras descongelaba unos gofres-. Ahora que parecía que las cosas se tranquilizaban por ahí arriba.

Jules sonrió sin ganas. No tenía fuerzas para dar explicaciones. Como bien había dicho su compañera de piso, no había dormido en días. Negar que era por temor a soñar con su vecino, sería una mentira a medias. También temía por el juicio. Temblaba cada vez que lo pensaba. Durante esos días había investigado sobre las dotes de su vecino en el mundo legal, y si en la cama tenía fama de escandaloso, en la abogacía era más discreto pero no por ello con menos fama. Las veces que habló con el señor Fisher, le contó que el niño bonito de la abogacía engañaba a primera vista, que era implacable y tenía fama se ser uno de los abogados del país con más casos ganados. Eso no ayudaba a Jules y su abogado de oficio. Al cual ni tan siquiera conocía, el muy palurdo le había dicho que le mandara los detalles por email. ¡Si Jules no tenía ordenador, por el amor de Dios! Al final logró mandárselo por el correo móvil de las coleccionistas.

-¿Tienes algo de ropa elegante que me valga? -le preguntó. Para infortunio de Jules, su mejor traje había sido boicoteado por una paloma el día anterior.

-Seguro que algo tengo. ¿Para qué la necesitas?

Jules mintió. No le había contado nada a Brisa sobre la denuncia. Ya tenían bastante con las facturas como para incluir otra cosa más.

-Tengo unas cuantas entrevistas para trabajar estas Navidades. -Eso era una mentira a medias, así que no se sintió tan mal por mentirla.

-¿En serio vas a trabajar en las fiestas?

Las coleccionistas de romancesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora