Hola a todas! Espero que no tengáis muchas ganas de matarme, sé que tardé mucho y lo lamento. Procuraré no retrasarme tanto, pero como ya os he ido informando estos meses atrás el verano ha sido complicado. Os cuento que mi madre ha tenido problemas de salud importantes y por causa de la fuerte medicación la ingresaron toda la semana pasada, de ahí el retraso. Esto os lo cuento porque, aunque espero que esto no se vuelva a repetir y no deban ingresarla más, puede que haya semanas que me retrase. Procuraré avisaros y manteneros informadas. y que sepáis que no pienso dejar la historia así que no temáis. Solo os pido paciencia y disculpas por la demora.
Y como todo no pueden ser penas, os informo que este cap me costó una eternidad, pero que lo terminé. Además, como andaba bastante nostálgica con cierta serie de televisión británica que no desvelaré, hay dos improvisadas compañeras que son dos personajes de dicha serie. Si alguna averigua quién son le haré la ola o le dedicaré un cap o lo que ella quiera XD.
Un besote y disfrutadlo. En el siguiente cap volveré con Jules y la famosa fiesta de época y la subarta silenciosa.
Un besote y gracias por vuestros votos y comentarios, son de gran ayuda :)
Olivia
Olivia jamás soñó con sentirse como en su vida anterior desde que volvió a Liverpool. Era claro que su próxima compra sería un descapotable. Ya no recordaba lo que era conducir uno de esos, poder sentir la velocidad en cada poro expuesto al viento. Su ex siempre le decía que si existiera algo mejor que la adrenalina de la velocidad lo compraría sin dudarlo. Y por más jodida que le resultase la idea de darle la razón, la tenía.
Sin darse cuenta, la excesiva presión sobre el acelerador las había puesto a más de ciento ochenta.
—¿No vas un poco rápido? —dijo Annabel, que a falta de un agarre de techo había anclado la mano a la manilla de la puerta—. Con resaca los reflejos descienden. Lo leí en un póster en la sala de espera de mi médico.
—¿No te fías de mí? —le preguntó mirándola por el espejo retrovisor.
—No es personal. Dudo de cualquiera que conduzca a casi doscientos kilómetros por hora para ir a ver a mi familia —contestó sin saber que le aterraba más, estrellarse o vera su madre.
—No te preocupes. Este tramo es todo recto y en un sentido.
—Ya… —balbuceó.
A pesar de intentar tranquilizar a una turbada Annabel, comprobó que su amiga solo cerró la boca para no perder energías en vano. Casi mejor, si parloteaba no podía centrarse en la agradable sensación del aire apartándole el flequillo de la cara. Además, estaba el tema de exponerles la situación que la había llevado a ese punto. Las coleccionistas y sus jefes. Durante los días pasados había procurado retrasar el tema el mayor tiempo posible, pero ya estaba en el punto de no retorno y debía pedirles ayuda. Aunque eso supusiera quedarse fuera de la hermandad.
Con tranquilidad, fue disminuyendo la marcha y comprobó como Annabel se destensaba, soltando la puerta para desinflarse sobre el asiento trasero. Olivia sonrió sin perder de vista la carretera y en cuanto encontró un badén salió de la carretera para estacionar. Lo que debía pedirles, tenía que hacerlo mirándoles a la cara.
—Tengo que pediros un favor —dijo nada más poner el freno de mano.
Tanto Jules como Annabel se quitaron el cinturón de seguridad y se posicionaron en dirección a Olivia. Las dos sabían que les iba a contar algo importante y no querían distraerse lo más mínimo.
ESTÁS LEYENDO
Las coleccionistas de romances
Romance¿Si te dieran la posibilidad de ahorrarte decisiones complicadas lo harías? Ellas aceptarán ese juego, que pondrá sobre la mesa todas sus malas decisiones.