En el pueblo se sospechaba que el dicho "Ser más fuerte que un roble" surgió al mismo tiempo que la familia McQuoid. Siete fornidos hermanos trabajaban como auténticos leñadores por levantar el hostal a tiempo. Ni que decir que las mayores del pueblo ya habían cogido sitio en el único banco del pueblo para contemplar la jornada laboral de esos siete. Todos tan rubios, tan altos, tan bromistas. Se notaban sus raíces irlandesas y las camisas a cuadros. Aunque siempre había pequeñas diferencias entre ellos. Dalton, por ejemplo, era el tercer hermano, tenía gran interés por trabajar, pero no sentía la misma afición por cargar maderos ni las camisas a cuadros como el resto de sus hermanos aunque te reías mucho con él; Milton, el sexto hermano, solo un año mayor que Parker, era el cerebrito de la familia, y se encargaba de organizar los planos para que todo lo trabajado no se fuera abajo en cuanto a alguien se le ocurriera tocarlo; luego estaba Josh Jr. el mayor de todos ellos y el más responsable, organizaba a los hermanos y a cualquiera que se le acercara en general, parecía tener predilección por Annabel, que la trataba como a una hermana; Carter, el mellizo de Parker, vivía bostezando y comiendo patatas fritas, aunque en cuanto gritabas su nombre se ponía a trabajar a ritmos infernales; Warren era el del medio de los siete hermanos, carismático y desprendido, le hacía la vida más sencilla a Elizabeth, cada vez que la veía cargando algo iba a ayudarla; y por último estaba Roy, era el quinto hermano, le gustaba viajar por todos lados y era tan positivo que era contagioso. En realidad los hermanos McQuoid eran como los siete enanitos después de pegar el estirón de su vida. Incluido Parker, que parecía haberse quedado con el rol de mudito. Desde luego la señora McQuoid tenía motivos de sobras para estar orgullosa.
Por otra parte, se notaba que todos ellos, sin excepción, adoraban a Rose y el pueblo casi tanto como a Nathalie. Annabel estaba aprendiendo mucho sobre Nathalie en esa última semana. Era la consentida de la familia, más por ser la menor que por ser una chica. Siempre era la primera elegida cuando los hermanos jugaban a rugby en las vacaciones de verano porque ninguno de ellos era capaz de atraparla cuando corría con el balón en la mano. De todos los hermanos era la única que continuó el trabajo familiar de la pesca, y para contarles que tenía una pareja, chica, los llevó al White Star para que Rose los emborrachara antes de darles la noticia. Ella parecía alguien digna de conocer. Josh, el mayor, le enseñó a Annabel una foto que siempre llevaba de la familia en la cartera. A un lado una foto de su mujer y sus tres niñas, todas con el pelo rubio de su padre y los rizos salvajes de su madre; al otro lado, los ocho hermanos al completo con sus padres. Los señores McQuoid eran gente humilde, pero se notaba la fuerza en sus portes y la franqueza en sus miradas. Aunque Annabel no se explicaba como una mujer tan diminuta fue capaz de parir y criar a esos siete hombretones. Junto a la señora McQuoid estaba Nathalie. Era casi como un duendecillo, diminuta en comparación a sus hermanos, con el pelo tan rubio que casi era blanco y una sonrisa muy similar a la de Dalton. Parecía sacada de un bosque encantado.
-Era preciosa -dijo Annabel mientras sostenía la madera para que Josh cortara-. Sin ofender, pero más guapa que vosotros siete juntos -bromeó.
-Nuestra madre se guardó todo lo mejor para ella -dijo el mayor de los McQuoid sin quitar el ojo de la sierra-. A nosotros solo nos dejó la sabiduría de no matarnos entre nosotros.
Annabel sonrió, conciente de que la señora McQuoid había dejado algo a cada uno de sus hijos y que Nathalie era un cúmulo de todos ellos. Era como sus hermanos y a la vez no. Volvió a mirara la foto en cuanto Josh terminó de cortar. Annabel no pensó que si la hubiera conocido hubieran sido grandes amigas, era probable que la menor de los McQuoid no hubiese aguantado a una blandengue como ella. Mirándola de nuevo, reconoció más rasgos de sus hermanos en ella, incluidos los ojos de Parker, la amabilidad que se captaba en ellos. Recordó la confianza que vio en ellos el día que lo conoció en el bar.
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Las coleccionistas de romances
Romance¿Si te dieran la posibilidad de ahorrarte decisiones complicadas lo harías? Ellas aceptarán ese juego, que pondrá sobre la mesa todas sus malas decisiones.