Las coleccionistas(1): La confesión [FINAL]

1.1K 135 68
                                    

Bueno, y hasta aquí las coleccionistas. Estoy tan contenta de haber llegado hasta aquí. De verdad. Empecé a madurar esta historia hace más de un año y mientras he vivido miles de cosas, algunas malas, otras buenas, y de vez en cuando plasmaba esas cosas en la historia a modo de terapia. Pero este final fue así desde el principio. Fue lo que me hizo comenzar la historia y es el colofón a esta historia. He aprendido mucho con las coleccionistas y les debo un montón de cosas.
¿Y a quién le debo también un montón? Pues a vosotras, claro. Chicas listas. A las que habéis leído hasta aquí, a las que habéis sido lectoras fantasma, a las que me habéis comentado vuestras angustias o me habéis instado a que me diera prisa porque no podían esperar, a todas. Habéis tenido una santa paciencia y no puedo estar más contenta de haber compartido esta historia con vosotras. Ha sido un placer.
Así que nada más. Cuelgo el último cap. Espero lo disfrutéis. Y luego os cuento más cosas, que me juego mi dignidad y vuestro respeto en este cap.

Gracias! ^^

Un año y seis meses después del último contacto de las coleccionistas.

-Muy bien. Se le comunicará nuestra valoración dentro de seis meses.

Respiro al fin. Ya terminó todo. O al menos lo más difícil. Ahora solo me toca esperar con paciencia. Eso es lo que me he estado repitiendo una y otra vez de vuelta a Liverpool. El viaje ha sido largo y he tenido tiempo de pensar mucho.

Lo admitiré. Esto ha sido más complicado de lo que jamás imaginé. Y tal vez me consideres miserable, pero solo te lo conté conforme iba ocurriendo. No podía decirte quién era porque hacerlo solo habría hecho que me juzgases a cada momento, en cada suceso relevante, y no habrías visto más allá de tus prejuicios hacia mí. A ver, tampoco es como si no hubieras pensado en mí de forma despectiva en alguna ocasión, hasta yo lo hice. Pero admítelo, es más complicado centrar tus quejas sobre alguien anónimo. Y aclarado este punto, creo que es momento de ser sincera contigo. No es que te haya mentido, pero creo que ha quedado claro el punto hace unas líneas. Veamos, por dónde comienzo. Tal vez lo mejor es empezar por lo más obvio. Las coleccionistas no existen. O bueno, sí, pero solo hay una. Yo. Ni se te ocurra pensar que esto lo hice por soledad o aburrimiento, no soy tan retorcida ni tengo tanto tiempo libre. La mujer que pretende valorarme es la directora del departamento de sociología de Oxford. Y junto a sus colegas, acaban de oír mi trabajo de investigación. Así surgieron las coleccionistas.

¿Decepcionada? Yo no tanto.

Te explico. Tenía que hacer un estudio de campo que involucrase a tres personas de distinta clase social, darles un tema común que las uniera y plantearles problemas para que luego, ella respondiesen con su libre albedrío y yo mientras observaba y apuntaba. Eso, más o menos, es lo básico. No pienso meterme en atolladeros de explicaciones técnicas que no vienen a cuento. Bueno, la cuestión, la maldita cuestión es que no tenía ni la más mínima idea de a quién escoger ni cómo hacer para juntarlas. Tuve una temporada malísima. Discutí con mis padres y hastiada me busqué un trabajo para poder dejar de pensar en el estúpido trabajo de investigación. Pero como de casualidades está llena la vida, resulta que la inspiración me vino al ver una película con mi primo. Una sociedad secreta... Por favor, no sé si lo sabes, pero aquí le das una patada a una piedra y salen cincuenta sociedades secretas. ¿Quién preguntaría por una llamada Las coleccionistas de romances? Y de ahí el resto. Admito que se me fue de las manos en cierto punto, pero creo que lo supe encauzar.

Y ahora te preguntarás y quiénes eran el resto de mujeres vestidas de negro. Amigas. Amigas aburridas y con mucho tiempo libre.

Ya lo estás haciendo, me estás juzgando. ¡Pero perdóname por querer ponerle al asunto una pizca de teatralidad! Todo resultaba más atractivo así. Incluso para ellas tres. Y además, no sabes lo que me divertí con el númerito en casa del doctor Stan. Él ya sabía que era todo un teatrillo, pero fue divertido sorprenderlo. A ver, es que no me aventuré a todo esto a tontas y locas. Al menos no del todo. Me puse en contacto con el buen doctor unos meses antes de que todo comenzara. Él es realmente famoso por su trabajo. Todavía no puedo creer que contestara a mi mensaje, creo que porque me vio capaz de llevar a cabo semejante locura. La única condición que me puso fue incluir a uno de sus antiguos pacientes, no como parte del trabajo sino más bien para instarlo a forzar sus límites para que avanzara. Si quieres mi opinión, siempre he creído que los límites de Jeremy eran más flexibles de lo que incluso él creía. Pero no me centraré en eso. La cuestión es que tras saber una versión poca profunda de quién era Jeremy y lo que quería el buen doctor, creí que congeniaría con Olivia. Y que su historia, junto con la de las coleccionistas, era lo suficientemente atractiva como para que dejara la comodidad de su vida en Nueva York. Créeme que jamás me imaginé todo lo que se complicaría después.

Las coleccionistas de romancesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora